Las gravísimas señales que llegan del mar

Andrea Cabrera

Al menos tres casos de ballenas atrapadas en redes de pesca se registraron en Sudamérica durante el último mes. Estos hechos, que hasta hace algunos años resultaban esporádicos, podrían ser señales cada vez más visibles de la gravísima situación de la contaminación de los mares.

El primero de los casos recientes se registró el 14 de agosto pasado en Chile. La Armada de ese país rescató a una ballena de aproximadamente 40 metros de longitud que se encontraba enredada en una red utilizada para pescar centollas, en las proximidades del Puerto Williams.

El segundo hecho ocurrió en Argentina. El sábado 18 de agosto, un vecino de San Clemente del Tuyú alertó al Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino que cerca de la costa, en Punta Rasa, había un animal varado. Los técnicos de la Fundación pudieron acercarse y quitarle la red. Luego aplicaron un protocolo con técnicas de reflotación para intentar desencajarlo del lecho pantanoso. Lograron liberarla del varamiento y girarla con dirección mar adentro. Tras unas horas la ballena regresó al océano.

El tercer hecho se registró el 22 de agosto en Brasil, en Pântano do Sul, en la región sur de Florianópolis. En este caso, se trató de un cachorro de ballena franca acompañado de su madre, que también pudo ser liberado por los rescatistas brasileños.

Los casos, que alarman por su inusual recurrencia, no son más que nuevos indicadores de una realidad poco visible. La ONU nos dice que 8 millones de toneladas de plástico son arrojadas al mar año a año y que para 2050 habrá más plástico que peces en las aguas de nuestro planeta. Por otro lado, nos alerta que 640 toneladas de redes de pesca son abandonadas en el mar anualmente.

Quienes nos dedicamos a la conservación nos estamos encontrando con cada vez más casos de animales afectados por la acción antrópica. Meses atrás un delfín franciscana fue hallado muerto con plástico en su estómago, otros dos ahogados en una red fantasma de 80 metros y un lobo marino, que había sido rescatado de un cuadro de desnutrición, vomitó una bolsa plástica luego de ser asistido. Si bien el problema de la ingesta de plástico ya había sido observado en tortugas (el 97% de las que ingresan al centro de rescate de la Fundación Mundo Marino poseen plástico en su aparato digestivo) y aves marinas, nunca antes habíamos visto que lo mismo ocurriera con lobos y delfines (en 2015 fue el primer hecho que registramos en este tipo cetáceos).

El mar nos brinda mensajes cuando encontramos animales en estas condiciones. Y todas las señales nos indican que estamos teniendo problemas más graves de los que se ven a simple vista. Estamos entrando en un período de no retorno. En una cuenta regresiva para lograr contener este desastre ambiental. Si no tomamos conciencia de la profundidad estructural de la contaminación de los mares y actuamos en consecuencia, los márgenes de acción se irán reduciendo drásticamente, al igual que toda la biodiversidad marina.

La autora es vicepresidenta de la Fundación Mundo Marino.