Deshumanizar lo humano

Carlos Scott

El término "deshumanización" define un proceso mediante el cual una persona o un grupo de personas pierden o son despojados de sus características humanas. Radica también en despojarla de su dignidad.

El diputado Luis Contigiani, del Frente Progresista Santa Fe, expresó oportunamente: "No venimos al mundo para condenarlo sino para transformarlo. Es necesario saber embarrarse en el barro de la historia, sin caer en ningún pantano. Esto nos tiene que llevar a tener un fuerte compromiso con los derechos humanos. Esta lucha se extiende (no se detiene) a la vida por nacer, al ser humano en desarrollo, único e irrepetible.

La vida —como bien explica la biología— empieza en ese instante revolucionario de la fecundación (singamia). A partir de ahí hay un 'otro diferente', un individuo humano distinto al padre y a la madre, determinado, con una cinta genética de ADN única, que la vamos a llevar hasta la muerte natural.

La combinación de aborto legal en cualquier etapa del embarazo (ejemplo: 1 semana hasta los 8-9 meses) para determinadas causas que puedan producir daño psicológico en la mujer… van a hacer imposible el nacimiento de niños con discapacidad. Esto está pasando en los países desarrollados donde sancionaron leyes de aborto.

El aborto es un drama, un desgarro, golpea, deja secuelas. Hay que caminar por una legislación por la vida, de la vida por nacer y de la mujer. A ella se la debe ayudar. El Estado —mediante programas de políticas públicas integrales— debe contener, asegurar, promocionar a la mujer y su criatura, especialmente al embarazo no deseado. Toda la sociedad debe dar una respuesta.

La defensa de toda vida humana debe ser lo más importante de nuestra nación. Todo proyecto político, económico y social debe proteger la vida, especialmente la más débil, vulnerable, necesitada".

Si identificamos la deshumanización con la pérdida del sentido de la vida, concluimos que la recuperación del sentido de la vida coincide con un proceso de rehumanización. La deshumanización a la que estamos asistiendo en el mundo entero tiene que ver con la falta de compasión y misericordia hacia nuestros semejantes. La proclamación de que hay vida desde la concepción y que todos somos creados iguales, a la imagen de Dios, desafía categóricamente todo intento de discriminación, aniquilación, desprecio e indiferencia.

"Utilizar los avances de la ciencia, la técnica y la medicina en función de eliminar lo más grandioso del ser humano, que es aparecer ante el mundo como novedad y originalidad, es cosificar a la persona humana, menguando su dignidad e interviniendo en su sentido de vida. Esto implica no solo la desacralización de la vida humana sino su depreciación en dignidad y valor".

En medio de los desacuerdos, luchas, divisiones y conflictos en nuestra sociedad, se nos llama a que afirmemos la vida y tomemos la perspectiva de Dios: "¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!", Pr 31.8-9. Es una voz a favor de la vida. También es una voz a favor del niño por nacer, la madre y el padre.

Como tan bien lo expresó el pastor luterano Martin Niemöller en su célebre poema Cuando los nazis vinieron por los comunistas: "Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. / Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. / Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. / Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. / Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar".

Deshumanizar lo humano nos lleva al descarte, devaluar la vida, sobra, es una cosa, se puede eliminar y tirar, la dignidad humana no es reconocida y genera una sociedad abortiva a través de la cosificación de la vida. "La respuesta a un mundo injusto no puede ser un acto de injusticia si usamos como variable de ajuste al más débil, a cualquier débil". "Todo proyecto político, económico y social debe proteger la vida, especialmente la más débil, vulnerable, necesitada".

Legalizar el aborto significa la pena de muerte para el bebé por nacer. La vida tiene un valor supremo que ningún Gobierno tiene el derecho a suprimir. No existe un derecho a matar a un inocente, pero sí existe el derecho a vivir, fundamento de todos los derechos humanos. La vida ya es ley.

Como hombre de Fe la escritura nos dice que el primero en reconocer al mesías fue un "no nacido", Lc 1:39-42. El Salmo 139:13-16 afirma: "Mi embrión vieron tus ojos". Los derechos de los niños por nacer deben ser defendidos. Respetemos su dignidad. Que tengan la oportunidad de nacer.

Afirmamos el derecho a tener derechos y "todo individuo es irreductiblemente único, su venida al mundo implica la capacidad de ocasionar algo nuevo; el individuo posee la capacidad de inscribir en la realidad algo inédito, algo que antes no estaba… un elemento de natalidad es esencial en todas las actividades humanas, la acción política constituye su más directa correspondencia".

"Cuando todo ha fracasado el amor vence". También tenemos que velar por todos aquellos que se encuentran en dificultad por un embarazo no deseado. No deben estar solos. Que hoy sepamos acudir en auxilio de nuestro prójimo, cualquiera sea su origen étnico, creencia o procedencia. Que como nación, Iglesia y sociedad toda podamos acompañar y ayudar en las situaciones difíciles y dolorosas, de violencia, marginalidad, pobreza, indigencia, exclusión, explotación, falta de formación, soledad y abandono.

El mayor reto que tiene el siglo XXI consiste en alumbrar el fenómeno de la rehumanización como tarea esperanzadora para la reconstrucción de las personas deshumanizadas. Necesitamos una "nueva humanidad", "nacer de nuevo", Jn 3:1-21. Es la invitación de nuestro Dios.

Oramos por la sociedad toda para que podamos encontrar caminos de vida frente a tanto dolor. Acudamos a la ayuda de toda persona. ¡Sin demora y sin reservas de ningún tipo! Finalmente, ante tantas grietas que sufre nuestra sociedad la escritura nos recuerda: "No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor", Lv 19:18. Volvamos nuestra mirada al Dios creador. Nos llamó "seres humanos", Gn 5:1-2.

El autor es facilitador y mentor Misión GloCal, embajador COMIBAM Internacional, miembro asociado Comisión Misiones WEA (Alianza Evangélica Mundial).