Hay una nueva grieta en el círculo rojo. Es entre quienes sostienen que Cristina Fernández debe ir presa ya, porque las pruebas son abrumadoras, y los que piensan que debe seguir en libertad, por diferentes razones o mero cálculo político.
Los que consideran que la expresidente debe ser detenida después de ser indagada por el juez Claudio Bonadio y bajo la mirada atenta del fiscal Carlos Stornelli están liderados por el presidente Mauricio Macri y la diputada nacional Elisa Carrió.
El razonamiento de ambos se basa en que después de tanta prueba que la involucra, que siga en libertad parece un chiste. Un dato de país poco serio, donde hay una justicia para los poderosos y otra para quienes no lo son.
Macri, Carrió y la mayoría de los dirigentes que vienen de PRO, afirman que hay que hacer una fuerte presión en el Senado para partir el bloque peronista y lograr que a la exjefa de Estado la despojen de sus fueros. "Y de paso desenmascarar, a uno por uno de los senadores que ponen cualquier excusa para evitar que la investiguen o que la condenen", dicen.
Los que dudan, dentro de Cambiemos, son dirigentes que vienen del peronismo y el radicalismo. Temen no solo que los cuadernos y sus esquirlas los terminen salpicando también a ellos, además tienen miedo de los desbordes en la vía pública, por la defensa que puedan hacer los militantes del Frente para la Victoria de su jefa máxima.
En el peronismo no K, también hay dos posturas. Una es la de Miguel Ángel Pichetto, quien insiste con la doctrina de que solo deben quitarse los fueros a los senadores que tengan condena firme, y la de Sergio Massa. Massa le acaba de decir a su tropa: "El año pasado, junto a Margarita Stolbizer, presentamos la eliminación de los fueros y la renuncia voluntaria de nuestros diputados a los fueros. ¿A quién se le puede ocurrir que vamos a proteger ahora a Cristina?".
En el medio de la grieta, la dinámica de la investigación de los cuadernos de la corrupción K se profundiza. Además de la inminente inclusión de otro empresario a la lista de arrepentidos y colaboradores de la justicia, Stornelli va a escuchar, en las próximas horas, a Leonardo Fariña.
El primer arrepentido de la ruta del dinero K le explicará cómo puede vincular los cobros de dinero negro con las maniobras de José López y Roberto Baratta en "la trazabilidad" de los contratos de obra pública. Esto es: las coimas recibidas en los anticipos de los certificados de obra, el pago de cuotas, la redeterminación de precios y los sobres a la AFIP para que hiciera la vista gorda con el uso de facturas apócrifas, uno de los pocos instrumentos para blanquear el dinero sucio que las empresas pagaban a funcionarios.
Ahora que el pacto de silencio se rompió, ahora que lo que todos sabían salió a la luz, en Comodoro Py creen, incluso, que pueden aparecer otros choferes. Y no solo de vehículos que van por tierra.
Podrían servir para terminar de desnivelar la balanza entre quienes la prefieren en libertad y como candidata y quienes consideran que se la debe inhabilitar de por vida para ejercer cargos públicos.