Los 4 de agosto son un día especial para nuestro país y, en particular, para mí y mi familia. En esta fecha recordamos el natalicio del doctor Arturo Illia, un hombre honesto, inteligente, austero y de una laboriosidad impecable.
A 118 años de su fecha de nacimiento, don Arturo sigue siendo el recuerdo de una personalidad que ilumina el obrar de todo ciudadano de bien en nuestro país. Representa el más claro ejemplo de que las personas íntegras pueden ser verdaderos agentes de cambio y transformación. Don Arturo nos ha mostrado, gracias a la fidelidad de su accionar y sus ideales, que el involucramiento de los ciudadanos con vocación de servir al país en la tarea pública es sumamente necesario.
Desde que se afilió a la Unión Cívica Radical, mantuvo el compromiso de edificar, desde donde le tocara, la construcción de una mejor Argentina. Fue a sus 63 años cuando recibió la misión de liderar el Gobierno de la República en un contexto donde reinaba la división entre los ciudadanos. Como Presidente de la Nación, todos sus esfuerzos fueron dirigidos hacia la promoción de la unión y el bienestar, y le bastaron menos de mil días para dejar una marca imborrable en el recuerdo de todos los argentinos.
Entre sus medidas de gobierno, se destaca el haber dedicado el 23% del presupuesto a la educación, la implementación de la ley de medicamentos —que le puso fin a un mercado distorsionado en el rubro farmacéutico—, el aumento del 35,3% en la actividad de las industrias manufactureras y el mayor éxito diplomático argentino en la cuestión de Malvinas, al lograr que las Naciones Unidas reconozcan la existencia de una disputa entre nuestro país y el Reino Unido.
Arturo Illia encarna un símbolo de austeridad y honestidad, que no solo se trasluce en el manejo de las cuentas públicas, sino en una actitud de corrección constante que lo acompañó en todas las instancias de su vida. Su obra debe ser un faro de luz para todo aquel que desee ofrecerle al país lo mejor de sí desde su vocación.
Hoy se lo reconoce como uno de los presidentes argentinos que desarrolló su responsabilidad y su inspiradora lucha de valores democráticos, con honor y admiración. Creo que traer a nuestro recuerdo la personalidad del doctor Arturo Illia debe ser una invitación a creer que es posible un país honesto, donde se aspire al encuentro y al bien común de todos los que vivimos en la Argentina.
La autora es Vicepresidenta de la Nación.