En la semana que termina ganaron posiciones los partidarios del "no" al proyecto que despenaliza el aborto, pero todavía es difícil saber qué impacto tendrá la memorable participación de Abel Albino en las exposiciones del Senado. El presidente y fundador de CONIN se atrevió a poner en palabras la más profunda y oscurantista de las razones que anima a muchos de los militantes de la causa antiabortista. Para el reverenciado médico pediatra el uso de métodos contraceptivos parecen ser tanto o más objetables que el mismísimo aborto.
Ahora venimos a saber que el hombre, que lleva adelante una infatigable tarea contra la desnutrición, y que recibe millones de pesos en subsidio para sostener su cruzada, considera que solo corresponde tener sexo para contribuir a la obra del creador: o sea, para procrear y punto.
Albino no hizo más que explicitar un contenido subyacente en el encendido discurso de muchos (nadie dice "todos") de los que objetan la ley: lo que está en juego es ni más ni menos que el control sexual de la mujer.
Por si alguien no entendió, Albino sostuvo: "Corten la televisión, que es la escuela de la imbecilidad y la tilinguería" (hasta ahí vaya y pase), pero no tardó en llegar al nudo, a la yema de su más profunda convicción. "Antes era más fácil controlar la familia, miramos todo el día obscenidades. Hay que educarlos para el amor, no para el sexo animal". No entró en detalles el exponente sobre qué entiende por "sexo animal", pero si uno revisa conceptos anteriores, no quedan dudas.
Sin métodos aceptables, y sin el último recurso extremo y evitable de la interrupción del embarazo, la mujer pasa a ser pensada y percibida como un mero objeto reproductor.
Abel Albino sabe usar el recurso de la palabra. No habla de feto ni de embrión, siempre usa la palabra "niño". Sus figuras son extremas, violentamente visuales: "Son ustedes los que van a poner el gancho, van a tener las manos manchadas de sangre de esas criaturas" les bajó a los senadores poco después de preguntar de qué se está discutiendo. "¿Estamos hablando de si lo trozo, si lo absorbo o si lo quemo?" preguntó sin perder el tono de pediatra de provincia.
Pero básicamente habló a las mujeres. Allí está el nudo de la cuestión, el centro de su concepción ideológica: la mujer reproductora, paridora, llamada a poblar estas pampas. "Una mujer embarazada es un tesoro para el país y su hijo es una joya" dijo no sin antes detallar el entorno en el que nacen, crecen padeciendo y mueren prematuramente miles de niños que son concebidos en una desesperante escena de pobreza.
El médico que supo definir a la homosexualidad como "un problema", a veces causado por "una violación en la familia", y a la masturbación como una adicción que tiraniza a las personas, no parece dejar margen alguno para el error en la interpretación. No solo destrozó de un plumazo el esfuerzo sostenido de concientización que miles de profesionales e instituciones hacen a lo largo y ancho del planeta difundiendo el cuidado de la salud de todos mediante el uso del preservativo, sino que además pretende imponer sus ideas acerca de la sexualidad y la condición de la mujer como si se tratara de preceptos del derecho natural.
Para el pediatra, el sexo es, en sí mismo, una conducta de riesgo a evitar y convoca a seguir el camino de Uganda, donde, siempre según él, se le advierte a la gente que relacionarse sexualmente te coloca a la puerta de la tragedia y no solo pone en riesgo la propia salud sino que colabora con la expansión de una pandemia. Para Albino los profilácticos se rompen o vienen pinchados y no previenen el embarazo.
Tampoco hace lugar a ningún otro tipo de contraceptivo. Por si no queda claro, convoca a educar a los chicos para que: "No se compliquen la vida", "esperen su momento" y "se casen temprano". O sea que lleguen sin sexo hasta el matrimonio y que, en el caso de no casarse, se abstengan de copular. Todo sea por la patria, que necesita más población.
Albino quiere que vengan "niños" a poblar estas tierras a como dé lugar. Aunque él mismo sepa como nadie que hay millones de pequeños chapaleando en la pobreza extrema. Lo dijo él, que no se priva del golpe bajo. "He visto niños durmiendo en pozos de tierra cubiertos por perros".
Se define como alguien que "hace pobreza y desnutrición" y dice que el suyo es un "hobby caro". Un hobby que, en su caso, se sostiene con convenios de millones de pesos que aportan los Estados nacionales y provinciales.
No parece producto de lo casual que sea Salta la provincia donde más centros CONIN se están abriendo. Una provincia que ha declarado en emergencia por la violencia de género y donde ancestrales costumbres culturales ponen a las niñas pobres en una situación de extremo riesgo de ser usadas o abusadas sexualmente sin que esto sea puesto necesariamente bajo cuestión. Formosa, Chaco, Misiones y Salta van a la cabeza de las estadísticas. Sobre un 15,5% del promedio nacional de embarazo no intencional, los del noroeste y noreste argentino superan ampliamente el veinte por ciento. Formosa con el 24% y Salta con el 22,3 por ciento.
Es poco probable que Albino ignore los datos oficiales. En nuestro país se produjeron y llegaron a término 110.000 embarazos no intencionales de niñas de 15 a 19 años y 3.000 de niñas de entre 10 y 14 años, el 80 % de las cuales fue inducida o forzada en el ámbito intrafamiliar por padres, padrastros, abuelos o hermanos. Consultadas, las jóvenes madres alegan desconocer los métodos contraceptivos o, lo que es más grave aún, que sus parejas resisten el uso del profiláctico porque resta placer sexual.
El Ministerio de Salud advierte que ha disminuido el uso de preservativo y aumentado la incidencia del HIV-SIDA, hepatitis y sífilis. Alarma la aparición creciente de casos de sífilis en recién nacidos. Todas cuestiones que no parecen inquietar a Abel Albino.
No explica Albino qué deben hacer las adolescentes y pre-púberes ultrajadas en sus propias casas, para satisfacción de los varones de la familia, o las mujeres felizmente casadas que ya no tienen margen para más hijos, a las que un nuevo embarazo puede llevarles puesta la salud o la vida y la "saludable" abstinencia a perder el hombre que tienen al lado. De eso no habla el doctor Albino. De la posibilidad para las mujeres de elegir y decidir acerca de la propia vida, tampoco. No es su tema. Él "hace pobreza" y desnutrición. Albino quiere a las mujeres en casa, controladas, cocinando y pariendo.
No fue casual que citara al Martín Fierro, de arranque nomás de su revulsivo discurso. "Pa servir a un desgraciado, siempre una mujer está".