A más de siete años del comienzo de las protestas, los enfrentamientos en el marco de la guerra civil en Siria volvieron al lugar en donde todo comenzó: la región sur del país. El 19 de junio pasado, el régimen sirio y sus aliados comenzaron una ofensiva militar terrestre y aérea para recuperar la región suroeste de Siria. Según Filippo Grandi, alto comisionado de la ONU para los Refugiados, los bombardeos y el fuego cruzado ponen en riesgo la vida de 750 mil personas.
Como consecuencia, más de 330 mil habitantes de la región han huido de sus hogares en las últimas semanas; el mayor desplazamiento desde el comienzo de la guerra en 2011, de acuerdo con estimaciones del Consejo Noruego para los Refugiados.
Entre ellos, miles de personas acampan a la intemperie en frontera entre Siria y Jordania y en la zona cercana a los Altos del Golán. Human Rights Watch y otras organizaciones de derechos humanos han reclamado la apertura inmediata de las fronteras de Jordania e Israel para permitir el ingreso de los refugiados.
Ubicada en el sur del país, a pocos kilómetros de la frontera con Jordania, Daraa es una ciudad mediana de 75 mil habitantes. Fue allí donde, a principios de 2011, mientras la Primavera Árabe generaba protestas en Túnez y Egipto, tuvo lugar el comienzo del conflicto sirio.
En marzo de ese año, 15 estudiantes secundarios hicieron pintadas en contra del régimen de Bashar al Assad, replicando eslóganes de las manifestaciones que tenían lugar en otros países árabes. Los estudiantes fueron detenidos y torturados por las fuerzas de seguridad.
Las protestas para pedir por su liberación fueron reprimidas por el régimen de Assad; se cobraron las primeras cuatro víctimas mortales del conflicto. A partir de estos hechos de violencia en Daraa, las protestas se extendieron como reguero de pólvora en la región y en otras ciudades del país, como Homs y Hama.
La represión y la falta de solución política llevaron al surgimiento y el pase a la acción de grupos armados como el denominado Ejército Libre de Siria (FSA por sus siglas en inglés). Con el paso del tiempo, el conflicto se transformó en una guerra civil, involucrando a diversos actores: ISIS, milicias islámicas (algunas de ellas afiliadas con Al Qaeda), fuerzas kurdas, Irán, Hezbollah, Rusia, Estados Unidos, Turquía y Jordania, entre otros.
En los últimos tiempos, el escenario de la guerra civil había sido el norte y el centro del país. La zona sur, en especial las provincias de Daraa, Quneitra y Sweida, formaban una de las cuatro zonas de "des-escalamiento" del conflicto, establecidas luego de un pacto negociado entre Rusia, Jordania y los Estados Unidos a mediados de 2017. Aunque los enfrentamientos nunca cesaron, esta región se había mantenido en relativa calma, con un cese al fuego precario pero que permitía asistencia humanitaria a la población civil.
¿Por qué las fuerzas del Gobierno de Siria buscan controlar esta área en el sur del país? Forma parte de la estrategia general del régimen de Assad para recuperar el control sobre el territorio sirio. Si bien el gobierno central nunca dejó de tener presencia en el área, el sur es uno de los últimos bastiones de los grupos rebeldes. Entre estos se encuentran los remanentes de las FSA (Free Syrian Army), que se ubican hacia el este en la frontera con Jordania, y milicias afiliadas al Estado Islámico (ISIS), que controlan el área próxima a los Altos del Golán.
El objetivo estratégico de la ofensiva es, además, recuperar y controlar los pasos fronterizos con Jordania y la zona adyacente a la frontera con Israel. Es por eso que esta nueva ofensiva por parte de Assad contó con un apoyo fuerte por parte de sus aliados, como el gobierno ruso. Tal como informa Reuters, además de prestar ayuda militar a Assad, en especial su fuerza aérea, Rusia se encuentra negociando directamente la rendición de los rebeldes.
Esto se enmarca en el contexto de fuertes cambios en el conflicto. Más allá del retroceso del Estado Islámico, que otrora controlaba gran parte del territorio este de Siria, así como del oeste de Irak, el Gobierno de Assad ha ido recuperando lentamente el control de gran parte del territorio. Además de la zona sur del país y del área controlada por las fuerzas kurdas en el noreste de Siria, solo queda una gran región "rebelde" fuera del control del régimen de Assad: la zona de Idlib, cerca de la frontera con Turquía.
El Gobierno de Estados Unidos, por su parte, ha mantenido una conducta errática. El 4 de abril de 2018, casi un año después del ataque aéreo contra el régimen de Damasco, Donald Trump anunció sus intenciones de replegar las actividades de su país en Siria. En igual sentido, en los últimos días, portavoces del gobierno estadounidense dejaron bien en claro que no aportarían más ayuda a los rebeldes sirios del FSA.
Distinta es la estrategia de Rusia e Irán, aliados del gobierno de Assad cuyo apoyo no ha cesado y que tienen un rol importante en la ofensiva lanzada el 19 de junio. Disminuir la influencia de Irán es una de las estrategias más visibles de Israel en este contexto. En los últimos meses, Israel ha bombardeado posiciones estratégicas del gobierno sirio, de sus aliados iraníes y de Hezbollah. En una reunión bilateral con Vladimir Putin mantenida el pasado 11 de julio, Benjamin Netanyahu fue claro: Israel tolerará que Al Assad se mantenga en el poder, pero Irán debe retirar su presencia en Siria.
Otro actor que ha aumentado en importancia es Jordania. Junto con el Líbano y Turquía, Jordania es una los mayores receptores de refugiados sirios. Se estima que cinco millones de los cerca de seis millones de refugiados sirios se encuentran en estos tres países.
Sin embargo, los problemas económicos y políticos y el miedo a la desestabilización debido al shock migratorio han empujado al gobierno jordano a cerrar las fronteras y no recibir más refugiados. Por eso Jordania ha sido un actor clave, presionando para un cese al fuego y una solución política al conflicto sirio.
En las últimas semanas, otras dos noticias de importancia para Damasco salieron a luz. Por un lado, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) confirmó el uso de armas químicas en el último gran ataque ocurrido en mayo de este año en Douma, un suburbio damasceno bastión de las fuerzas rebeldes y golpeado fuertemente por la guerra.
Por otro lado, en Europa se está llevando adelante una iniciativa para documentar los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el régimen sirio, impulsadas por exiliados y organizaciones de la sociedad civil. Estos se apoyan en documentos, testimonios e información filtrada, como los Archivos del César, que prueban las atrocidades del régimen de Assad. El objetivo: juntar un corpus de pruebas para enjuiciar a Assad y otros líderes del régimen.
La ofensiva militar sobre la región sur se encuentra en marcha. La ciudad de Daraa y el paso fronterizo Nassib-Jaber ya han sido recuperados por el gobierno central, luego de estar 3 años en manos de los rebeldes. El foco de operaciones es hoy la zona de Quneitra, adyacente a los Altos del Golán, donde hay una fuerte presencia de grupos afiliados al Estado Islámico-ISIS.
Fue allí donde, en las últimas horas, una operación humanitaria excepcional ha tenido lugar. El Gobierno de Israel accedió a evacuar a cerca de cuatrocientos civiles pertenecientes a la organización Defensas Siria (conocida como White Helmets-Cascos Blancos) y sus familias, a través de los Altos del Golán, hacia territorio jordano. Los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido y Holanda fueron los sponsors de este operativo; se espera que en las próximas semanas estos países reciban a los evacuados en calidad de refugiados.
Mientras la catástrofe humanitaria se desarrolla, las fuerzas de Assad y sus aliados continúan su ofensiva militar. Si el régimen sirio logra imponerse y recuperar esta región, es probable que entremos en una nueva fase, tal vez final, de la guerra civil en ese país.
La autora es abogada (UTDT) y magíster en relaciones internacionales (Yale).