El ajuste se está haciendo, rápidamente.
Las empresas dedicadas a bienes comercializables con el exterior reciben el impacto. La situación de las exportadoras y quienes les abastecen pasan a tener una mejor parte en la distribución del ingreso.
A su vez, las importaciones incluido el turismo exterior tenderán a contraerse.
Con referencia a la demanda interna, la devaluación aumenta el precio relativo de las importaciones en términos de exportaciones. De esta forma, la tendencia a incrementar las exportaciones se agudiza, a la vez que la economía tiende a la contracción de las importaciones.
Y respecto de la oferta, lógico resulta que, en el nuevo cuadro, haya un incremento de la producción transable para exportar y para sustituir las compras provenientes del extranjero.
El salario real se reduce por el encarecimiento de los productos que, además de destinarse al mercado local, se exportan. Algo similar sucede con los que se importan.
Ergo, los salarios de los estatales, entre otros, se reducen en términos reales.
Así, aunque de forma cruenta, la balanza comercial debería mejorar. Así, también, reducirse el déficit fiscal. Veremos cómo sigue esta historia, tanta veces repetida.
(*) El autor es economista y profesor de la UCEMA.