Termovalorizar basura no reciclable contamina menos que enterrarla

Sergio Abrevaya

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Mauricio Macri asumió la Ciudad y le quitó apoyo a la separación en origen, con lo que empujó el negocio de la basura otra vez. Así, se continuó enterrando todo lo posible, relegando el remanente de reciclado a un precario acuerdo con cooperativas.

En 2012, el entonces gobernador Daniel Scioli dijo "basta", y exigió que ya no se enterraran en el Conurbano las seis mil toneladas diarias provenientes de la Ciudad, ante el hartazgo de las poblaciones cercanas a los basurales. Acordaron entonces la reducción de entierro y la ley de basura cero asomó. Se reimpulsó la separación con mejoras, pero no la infraestructura ni centros verdes suficientes a las cooperativas.

En 2014, el Consejo Económico y Social de CABA abordó el tema como una política pública. Es un órgano constitucional compuesto por 26 organizaciones, gremiales, empresariales, académicas, profesionales y credos, y por unanimidad recomendó sobre residuos: "La disposición final de los desechos húmedos podrá hacerse mediante tratamiento térmico, valorización energética de residuos (Waste to Energy)". Me tocó ser entonces su presidente y, convencido ayer (y hoy), sostengo lo que le recomendamos hace 4 años al Estado porteño.

Mientras la discusión continúa, seguimos enterrando la basura en la provincia de Buenos Aires. Tenemos que asumir como aún inalcanzable el reciclado del cien por ciento. Pero también que las metas de reciclado no se cumplieron y generaron un "mientras tanto" que sigue sufriendo el Conurbano con el entierro diario. Ese "mientras tanto" lleva ya 10 años y, si no fuera por el debate actual, seguiría otros tantos, con más o menos reciclado.

No es progresista enterrar, ni en basurales ni en la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), porque surgen enfermedades de todo tipo y contaminación de napas. Nada es más contaminante que enterrar. Por eso la ley de basura cero permitía la "combustión" una vez cumplido el 75% de reciclado previo. Los vecinos de la Ciudad enterramos nuestra basura en tierra bonaerense desde la dictadura militar. Basura que no se ve, contaminación que no se siente. Hay formas de solucionarlo.

El continente europeo es el que más atención le prestó al medio ambiente, con estándares muy exigentes. Subsidiaron las plantas de termovalorización energética y así resolvieron el problema del basural hipercontaminante. Sus informes técnicos dicen que estas plantas contaminan muchísimo menos que un basural y de manera mucho más controlada. Allá no hubo "mientras tanto", porque a medida que mejoraban los porcentajes de basura reciclada construyeron 600 plantas para termovalorizar y hoy trabajan para reconvertir la industria en productos 100% reciclables. París tiene la suya en la ribera del Sena, que además calienta los edificios públicos. Lo mismo ocurre en Berlín, Madrid y Londres. En nuestra ribera portuaria del Río de la Plata tenemos dos plantas termoeléctricas que generan electricidad quemando gas, gasoil y fuel oil.

Ahora modificamos en la ley el límite del 75%, inalcanzable incluyendo los estándares europeos (expresamente la directiva 2010/75/UE de control medio ambiental y 2008/98CE de eficiencia energética), y la nueva exigencia frente a la termovalorización "previo tratamiento en planta de separación con el fin de seleccionar aquellos materiales factibles de ser reciclados, principalmente cartón, papel y polietileno".

El cambio es una herramienta y una posibilidad. Si se invierte en reciclar como en termovalorizar lo no reciclable y se dejan de lado los negocios que suelen acompañar la basura, estaremos en el camino de las grandes capitales del mundo. Nosotros vamos a controlar al gobierno para que las cosas se hagan bien. Hay que invertir en opciones limpias además de la planta, así como en la concientización social en la separación en origen. Qué hacer con la basura debe ser un problema de todos los vecinos de la Ciudad y debemos resolverlo entre todos.

El autor es diputado LCABA GEN-CABA.

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