Las dos Coreas y Estados Unidos: ilusión en puerta

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El jefe de la delegación
El jefe de la delegación de Corea del Sur Chun Hae-Sung saluda su par norcoreano Jon Jong-Su (AFP/ Ministerio de la Reunificación de Corea del Sur)

A una semana de la que será la histórica reunión cumbre entre el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, la diplomacia parece estar encontrando soluciones en pos de una agenda que lleve paz a la península coreana de forma duradera.

De cara a la reunión, los ojos del mundo estarán posándose allí cuando más de 2800 periodistas de 15 países del mundo estén transmitiendo en vivo y en directo la reunión entre Moon y Kim, que duplica las cifras de las reuniones pasadas del año 2000 y 2007. En Corea del Sur las mediciones de las encuestas ven favorablemente esta reunión y han mejorado sustancialmente la imagen de Moon.

Ambos líderes ya establecieron una línea directa entre Pyongyang y Seúl para comunicarse al más alto nivel de decisión y se estableció que la reunión se realice en el lado surcoreano, en la zona desmilitarizada de Panmunjom, sentando el precedente inédito de que por primera vez desde el fin de la guerra de Corea un líder norcoreano pise territorio de su par del sur.

Por su parte, Estados Unidos dio su bendición respecto a esta próxima reunión y espera su turno para que se sienten Trump y Kim en una reunión bilateral también de carácter inédito. El diario surcoreano Dong-A Ilbo informó que el Departamento de Estado de Estados Unidos tiene armada una agenda para empezar a estrechar lazos con el régimen norcoreano: apertura de una oficina de enlace entre ambos países, ayuda humanitaria y finalmente el establecimiento de una embajada. El levantamiento de las sanciones acordadas en Naciones Unidas contra Corea del Norte, por otro lado, van a seguir en pie.

La controversia que puede darse entre los tres países en sus respectivas reuniones se da respecto a la agenda. Corea del Sur, según declaraciones de Moon, busca garantizar la seguridad en un largo plazo y oficiar de protagonista en las negociaciones que Estados Unidos lleve adelante. En este sentido, Corea del Norte dio de baja la insistente e histórica pretensión del retiro de tropas estadounidenses de la península coreana y solicita garantías de seguridad. Donald Trump quiere llevar adelante la desnuclearización de la península a paso cauto, generando condiciones de control y supervisión. Para ir afinando su próxima reunión, que se cree que se realizará en territorio mongol, ya envió a Mike Pompeo, jefe de la CIA, en un viaje secreto a Pyongyang.

Por otro lado, China y Japón no han permanecido impávidos. China recibió con honores a Kim y entablaron reuniones a fines de marzo. Según el experto Tong Zhao del Carnegie Tsinghua Center for Global Policy en Beijing, China quiere asegurarse una buena resolución en estas cumbres diplomáticas para darle aire a una solución no bélica ante el incremento de las pruebas nucleares conducidas desde la llegada de Kim al poder. Shinzo Abe, primer ministro de Japón, fue recibido en el resort Mar-a-Lago por Trump para discutir sobre comercio y los pasos a seguir con Corea del Norte, puesto que la pretensión japonesa es la eliminación de cualquier misil que tenga alcance a su país.

Asimismo, la libertad de tres coreano-estadounidenses va a estar en la agenda que Washington quiere negociar con Kim. Los tres detenidos comparten el apellido Kim y se sabe poco sobre los motivos de las detenciones, excepto el caso de Kim Dong-chul, que está acusado de espionaje y se encuentra en una prisión de trabajo forzado desde hace dos años. Una carta de buenas intenciones por parte del gobierno norcoreano podría ser la liberación de los prisioneros, a contramano de lo ocurrido con Otto Warmbier, estudiante que retornó a Estados Unidos en coma y murió al poco tiempo de su encarcelamiento en Corea del Norte.

Es por ello que el establecimiento de una línea directa entre ambas Coreas es una excelente noticia para afianzar la idea de que una mejor comunicación entre pares permitirá avanzar hacia una posible paz que en el mediano plazo pueda poner fin al armisticio producto de la Guerra de Corea con un tratado de paz.

Si bien los pasos que se están dando son vertiginosos teniendo en cuenta los 68 años de conflicto abierto en esta zona del mundo y el enfriamiento durante la era Obama, la voluntad actual hace ilusionar a muchos en este fino juego diplomático.

El autor es politólogo (UBA), especialista en Corea.

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