La actual administración se ha impuesto como objetivo llegar a la "pobreza cero". Ello implica necesariamente la creación de empleos netos. Se calcula que la ocupación debería crecer a un ritmo de casi 2% por año, lo que equivale a crear 330 mil puestos de trabajo anuales netos, para que la economía alcance virtualmente el pleno empleo hacia 2022, como se considera a una tasa de desocupación inferior a 6% de la oferta laboral.
Este objetivo implica un desafío relevante para nuestro país en vista a las particularidades del actual sistema laboral, que es costoso, conflictivo y poco flexible.
El Gobierno ha planteado y llevado al Congreso ciertas medidas para generar un aumento de la productividad y una reducción de costos que en lo laboral implican la reducción de costos no salariales con medidas pactadas "sector por sector", orientadas a disminuir costos, mejorar productividad y atacar informalidad.
Se han celebrado acuerdos en el sector automotriz, en Vaca Muerta, en la industria láctea, entre otros.
Asimismo, se han planteado reformas cuyo tratamiento está pendiente en el Parlamento para limitar las indemnizaciones por despidos, combatir los incentivos para la litigiosidad, generar la posibilidad de contratos a tiempo parcial, un blanqueo laboral y la viabilidad de las prácticas formativas.
Por otro lado, la Argentina país necesita mejorar drásticamente su productividad.
La Argentina país necesita mejorar drásticamente su productividad
A la luz de este desafío, las reformas planteadas saben a poco (si bien los sindicatos y los sectores de la política las han considerado como indicios de "destrucción de la clase trabajadora").
La experiencia internacional
¿Qué está ocurriendo en el mundo en relación con el empleo y su contracara, el desempleo?
Cuando se habla de las raíces de las tasas de desempleo en el mundo en los últimos 50 años, hay que hacer foco en lo que ocurre en dos "visiones" diferenciadas: la de Estados Unidos, por un lado, y la del resto de los países desarrollados, fundamentalmente los europeos, por el otro.
El gigante del norte se diferenció históricamente del resto de los países desarrollados por tener tasas de desempleo significativamente más bajas. También sostuvo tasas de productividad que se ubicaron entre las más altas del planeta.
Con anterioridad a la crisis económica mundial de 2008, el desempleo en los Estados Unidos era del 5% de la población económicamente activa, mientras que en los países más relevantes de Europa casi lo duplicaba. Podía así inferirse una mayor virtud de esquemas más flexibles.
Con anterioridad a la crisis económica mundial de 2008 el desempleo en los Estados Unidos ascendía al 5% de la población económicamente activa, mientras que en los países más relevantes de Europa casi lo duplicaba
Como consecuencia de la crisis, la mayoría de los países, incluidos los Estados Unidos, vieron incrementadas significativamente sus tasas de desempleo.
En la Unión Europea las tasas de desempleo pasaron del 6 al 10 por ciento. Casos extremos como España y Grecia llevaron el indicador del 7% al comienzo de la crisis al 24% en 2014. En los Estados Unidos, pasó del 5 al 10 por ciento.
El rol de la política monetaria
Como resultado de las medidas tomadas por los bancos centrales con el propósito de mitigar la crisis el desempleo comenzó a decrecer. Al mismo tiempo varios países emprendieron reformas hacia una mayor flexibilización laboral y vieron descender sus tasas de desempleo también en forma significativa.
Varios países emprendieron reformas hacia una mayor flexibilización laboral y vieron descender sus tasas de desempleo
Si bien muchos países recibieron los estímulos de sus bancos centrales, no todos reaccionaron de la misma manera en cuanto a su desempleo, pudiendo observarse que a mayor rigidez laboral menor es la posibilidad de reducir el desempleo.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha calculado que, entre 2010 y 2016, los países con menor rigidez laboral han sido capaces de reducir el desempleo en forma más significativa: así, Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda, Canadá y Nueva Zelanda lo redujeron entre un 20 y un 40%, mientras que aquellos con mayor rigidez como Francia, España, Corea, Noruega e Italia no pudieron reducirlo.
Los países rediseñaron sus políticas de empleo bajo un esquema de relaciones más flexibles con foco en la capacitación y la elevada contención social.
En ese sentido, Estados Unidos y Francia son dos casos interesantes para el análisis. El primero, por su esquema laboral flexible; el segundo, por lo contrario.
Estados Unidos y Francia son dos casos interesantes para el análisis. El primero, por su esquema laboral flexible; el segundo, por lo contrario
Estados Unidos ha venido reduciendo el desempleo consistentemente desde el 2009, llegando en la actualidad a la virtual situación de pleno empleo, cuatro por ciento. Este devenir es considerado como directa consecuencia de su sistema de relaciones laborales en la economía privada.
Hoy, la primera economía mundial se caracteriza por:
1. Es el país con menor participación de trabajadores sindicalizados del mundo.
2. Las relaciones laborales se establecen libremente entre las empresas y sus trabajadores.
3. Los impuestos relacionados con el trabajo son bajos.
4. La entrada y salida de personas al mercado de trabajo es altamente elástica, lo que les permite a las empresas incrementar la dotación de personal en forma significativa en los buenos tiempos, así como reducirla en los malos.
La contraparte en Francia:
En comparación con los países de la OCDE, en los Estados Unidos las contribuciones de empresas y trabajadores en conjunto no superan el 16%, contra un 23% de los restantes; en Francia alcanzan el 38 por ciento.
Francia se caracteriza por:
1. Altas tasas de sindicalización.
2. Esquemas de contrato de trabajo rígidos.
3. Elevados impuestos al trabajo.
4. Una productividad 33% menor al resto de los países desarrollados.
Desde su asunción a la presidencia del país, Emmanuel Macron se encuentra transitando un camino de reformas a los efectos de incrementar su productividad, no perder competitividad y reducir el desempleo, que hoy asciende al 10 por ciento.
Las reformas que se están implementando en Francia son:
1. Posibilidad de despedir trabajadores en caso de dificultades económicas de las empresas.
2. Limitación de la indemnización por despidos sin causa.
3. Flexibilización de los contratos de trabajos de corto plazo.
4. Habilitación de las negociaciones directas entre empresas y trabajadores, sin intervención de los sindicatos.
Estas reformas la alinean con otros esquemas de la Comunidad como en los países nórdicos y Alemania
En suma, Estados Unidos es el campeón de la flexibilidad laboral; Francia era el de la rigidez, pero está yendo hacia una mayor flexibilidad.
El caso de Brasil
En la región, el mayor socio en el Mercosur de la Argentina está implantando medidas concretas:
1. Los acuerdos entre empleadores y empleados priman sobre la ley laboral.
2. Se impusieron nuevos tipos de contratación, incluyendo los intermitentes, domiciliarios y de dedicación parcial.
3. Se estableció una reducción de costos de indemnización.
4. Es el fin de las contribuciones obligatorias a los sindicatos para empleados y empleadores.
Si esto le da resultado, Brasil mejorará su competitividad.
Nuestro país necesita hacer algo más decisivo en esta materia. La pregunta es: ¿Haremos lo de Estados Unidos? Imposible. ¿Haremos lo de Francia o Brasil? Más factible, aunque trabajoso.
Lo que no podemos hacer es seguir con los mismos esquemas que nos rigieron en los últimos 70 años, y que pudieron ser adecuados para aquel momento, pero que, a la luz de la actualidad, son totalmente regresivos y nos conducirán a mayor desempleo, informalidad, corrupción, inequidad y atraso.
El autor es director de la Unidad de Competitividad de Abeceb.