¿Cómo proteger la vida desde el Estado?: Otra mirada sobre la despenalización del aborto

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No hay instancia más enriquecedora en una sociedad que el debate, el debate público, el que excede a los ámbitos políticos o académicos. En este sentido debe ser definido como muy positivo la discusión sobre la penalización o no del aborto.

Sin embargo, creo que el modo como se definan las consignas condiciona el eventual éxito del camino consolidados o reformista.

Hoy las consignas giran alrededor del "derecho a la vida", por un lado y el "derecho al aborto" por el otro. Creo que hay modos mas felices para ilustrar el debate no tanto por razones éticas o estéticas, sino por razones de visibilidad del problema de fondo.

Quiero partir de afirmar, como si realmente hiciera falta, que no sólo yo, sino la casi totalidad o enorme mayoría de quienes participamos por lo menos de nuestra cultura estamos a favor del derecho a vivir, incluso estipulado este derecho, en términos temporales desde el primer momento en el cual algún sector de la ciencia pretenda que ya ahí hay vida.

Hay una explicación sencilla, incluso normativa: ¿que puede haber de malo en interpretar estos derechos humanos fundamentales del modo más amplio posible?. Se trata de la vigencia del argumento pro homine.

El propio sistema universal de protección de los derechos humanos se ha pronunciado en forma unánime y repetida. En el Pacto de San José de Costa Rica, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y, por último en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se encuentra clara y rotundamente reconocido este derecho a la vida. Como vemos semejante mandato esencial no se encuentra ni podría encontrarse en discusión.

De ello se deduce que los Estados parte, nuestro país, están obligados a proteger del modo más eficiente posible el derecho a la vida. En este punto se encuentra el mejor ángulo de visión sobre el debate titulado "penalización o despenalización del aborto": la pregunta debiera ser la siguiente: ¿se ha mostrado como un buen sistema de protección del derecho a la vida antes de nacer el modelo punitivista a ultranza? ¿Es el derecho penal el mejor camino, en el proceso de gestación, de protección de la vida?. Posiblemente las cifras de los países punitivistas nos indiquen una respuesta negativa: altos niveles porcentuales de abortos, y, al tratarse, por razones obvias, de abortos clandestinos, en contextos no controlados, con falta de higiene y déficit sanitarios, altos indices de muertes de la mujer.

Las políticas punitivas tienen buena prensa y buen lejos en algunos sectores de la sociedad, respetables en sus ideas conservadoras, pero con diagnósticos segmentados del problema. En el fondo son posicionamientos de un Estado que se saca el problema del encima, que gambetea al contexto social, que esquiva el hacerse cargo de la base de conflictividad. El discurso punitivista conlleva una rápida carga moral positiva. Pareciera que la amenaza de pena es el máximo compromiso del Estado y de cada funcionario con el derecho a la vida.

En cambio las estadísticas que ostentan los países con legislaciones menos punitivistas o no punitivistas (ya sea a través de los sistemas conocidos como "del plazo" o de un amplio catalogo de "indicaciones"), muestran menores niveles de abortos y tambíén menores niveles de riesgo de vida para la mujer (por el mismo hecho de que la interrupción, si es realizada, lo es con control del Estado y en situaciones de ninguna clandestinidad, absoluta transparencia y máximo control médico.

A veces, y mas allá de las intenciones, aplaudir la pena es fomentar cierta despreocupación del problema. Estigmatizo, excluyo, segmento y nada más puedo hacer. ¿que más podría hacer que amenazar con una dura sanción penal a la mujer que aborta?: en verdad, TODO. ABSOLUTAMENTE TODO.

¿No será que el mejor modo de proteger la vida por nacer pasa por reducir la intervención del derecho penal para aumentar la intervención del Estado en el problema social real? ¿No será que amenazar con pena a la mujer la excluye y con ello el Estado se desentiende?. ¿No será mejor que el Estado lejos de perseguir a la mujer, la invite sin la amenaza de pena a conocer su situación, comprender el contexto que la lleva a esa dramática decisión, averiguar si el problema es económico o de otra índole?. ¿No es mejor acercarse al problema y a la mujer y ofrecer soluciones a favor de la vida antes de su difícil decisión?. ¿No será útil comunicar, sin obligar, a esa mujer que si decide avanzar con el proceso de gestación hay miles de familias que luchan por un hijo que la vida misma les ha negado hasta ahora y que recibirían con eterna felicidad a ese niño?. ¿ No tenemos todos el derecho, como comunidad, a que el Estado comunique a esa mujer que si su decisión está incluida por razones económicas puede haber un auxilio de esa índole en favor de la vida?.

Claro, este camino a favor de la vida, que excluye al derecho penal, implica un muy esforzado compromiso del Estado con el problema real y tiene mala prensa, o no tiene ninguna. Este camino requiere un VERDADERA solidaridad estatal con aquello que se encuentra en la base del problema.

Si tuviera que resumir mi postura, con la mayor humildad que requiere esta tragedia cotidiana diría lo siguiente: justamente porque estoy a favor de la vida ya antes del nacimiento, es que estoy en contra del reduccionismo penal, del mero punitivismo descomprometido del problema social. El problema no lo arregla la penalización del aborto, sino que lo profundiza, pero tampoco lo arregla la despenalización como ultimo y excluyente objetivo. No ignoro que todavía podemos interrogar al problema social desde las visiones de genero o de diferebnte vulnerabilidad social, pero por ahora, creo que alcanza con decir que el camino es preguntarse que haremos como sociedad para proteger la vida ahora que sabemos que el derecho penal, en este tema, no sirve para ese fin.

El autor es Doctor en Derecho (UBA). Profesor titular de Derecho Penal (UBA). Profesor honorario (Universidad San Martín de Porres)

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