El objetivo central de un gobierno debería ser lograr prosperidad para sus ciudadanos y ello se consigue mayormente mediante la creación de empleo productivo. Pero la creación y estructura del empleo ya comenzó a ser uno de los aspectos donde los gobiernos deberán poner más atención con miras al mediano y largo plazo. Es y será un problema global y nuestro país no será ajeno a las consecuencias de este fenómeno.
Como bien lo expresan Erik Brynjolfson y Andrew Mc Afee en su libro The second machine age: work, progress and prosperity in a time of brilliant technologies: "nunca ha habido un tiempo peor para un trabajador con habilidades y capacidades 'ordinarias' porque las computadoras, robots y otras tecnologías digitales están adquiriendo estas capacidades y habilidades a un ritmo extraordinario".
Mitigados ya los efectos de la crisis de 2008 el mundo ha retornado a una senda de crecimiento económico y ha vuelto a generar puestos de trabajo. Sin embargo el desempleo en los estratos más jóvenes y de calificaciones más bajas sigue siendo alto, especialmente en Europa.
A medida que avanzan las tecnologías que facilitan la automatización y la irrupción de China como potencia industrial global, los trabajadores más jóvenes y los de calificaciones más bajas exhibieron una caída relativa generalizada mientras que los de alta calificación ganaron terreno.
A medida que avanzan las tecnologías que facilitan la automatización y la irrupción de China como potencia industrial global, los trabajadores más jóvenes y los de calificaciones más bajas exhibieron una caída relativa
La caída del sector manufacturero en el mundo desarrollado es un proceso de larga data y como consecuencia de ello los servicios han sido los encargados de absorber una buena parte de esa mano de obra "excedente" que provino de la industria. Esta dinámica ha generado en los últimos años mayor inequidad, origen del, entre otros factores, surgimiento de populismos en los países desarrollados.
Fliexibilidad laboral
Para revertir esta situación éstos están recurriendo a esquemas de relaciones laborales más flexibles y un esquema de reestructuración orientado a la capacitación laboral, han vuelto a prestarle atención al rol de la industria como fuente de absorción de empleo de calidad y agregado de valor y se intensificó el uso de la política comercial y tributaria para revertir el proceso de re-locación de industrias iniciado a fin del siglo anterior.
Los países con instituciones laborales más flexibles lograron adaptarse con mayor rapidez al nuevo escenario mientras que las políticas de contención han evitado deterioros sociales mayores en muchos países. Los estados comienzan a jugar otra vez un rol trascendente en la dinámica social.
Los países con instituciones laborales más flexibles lograron adaptarse con mayor rapidez al nuevo escenario
En la región el país que ha avanzado más en este campo es Brasil en donde se han producido modificaciones hacia la flexibilización en las relaciones entre las empresas, los trabajadores y los sindicatos.
El caso local
La Argentina hoy atraviesa desafíos similares a los del resto del mundo, a lo que se suma la gestión de las tensiones generadas por la transición desde una economía cerrada a otra integrada al mundo. El desafío aquí es doble: enfrentar los mismos problemas del mundo y producir un nuevo modelo de crecimiento.
La automatización y el cambio tecnológico tarde o temprano disparará impactos disruptivos en nuestro mercado de trabajo, dado que somos uno de los países donde el impacto potencial puede ser significativo, al ser alta en la participación de los servicios economía y porque por la mayor apertura habrá una velocidad relativamente rápida de absorción de las nuevas tecnologías.
El desafío en la Argentina es doble: enfrentar los mismos problemas del mundo y producir un nuevo modelo de crecimiento
Para que la transformación sea exitosa, la Argentina debe incrementar significativamente su competitividad para mejorar su decepcionante balanza comercial, lo que implicará ampliar los mercados de exportación en el corto plazo, lo cual es todo un desafío, al tener hoy una canasta exportadora concentrada en pocos productos de escasa demanda de empleo y capacidades tecnológicas y, a su vez, poder competir contra los productos importados.
Prerrequisitos para poder avanzar:
1. Políticas activas de reconversión de la mano de obra para moderar el impacto de corto plazo en el empleo y facilitar la transición;
2. Contención inicial de la potencial mano de obra expulsada del mercado;
3. Capacitación en la transición para minimizar la duración del desempleo y evitar el desempleo estructural;
4. Descentralización de las relaciones laborales;
5. Facilitación de negociaciones colectivas a nivel de la empresa;
6. Desarrollo de un sistema educativo vocacional y un mejor alineamiento de la currícula educativa con las necesidades del mercado laboral;
7. Políticas activas de inserción laboral, con capacitación para grupos vulnerables;
8. Mejor coordinación interinstitucional, uniendo formalmente políticas de empleo y capacitación.
Como en el resto del planeta, el Estado deberá jugar un rol activo de propulsor en algunos casos, intermediador en otros, con un enfoque moderno y prospectivo. ¿Lo estamos conceptualizando?: gradualmente. ¿Podremos hacerlo?: depende de nosotros.
* El autor es Director de la Unidad de Competitividad de Abeceb