Cumbre entre Trump y Kim: un hito histórico que abriga esperanzas y dudas

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Moon Jae-in, Donald Trump y
Moon Jae-in, Donald Trump y Kim Jong-un

El enviado surcoreano Chung Eui-yong, jefe de la Oficina de Seguridad Nacional de Corea del Sur, anunció que Donald Trump aceptó la invitación ofrecida por Kim Jong-un para un encuentro en lugar a confirmar entre ambos mandatarios.

Este hecho sería inédito en la historia del conflicto en la península coreana; la cumbre del acercamiento entre ambos países hasta el momento son las reuniones entabladas entre Kim Jong-il, padre del actual líder de Corea del Norte, quien falleciera en 2011 y el ex presidente Bill Clinton como enviado especial de Barack Obama. Este hecho trajo aparejada la liberación de dos periodistas estadounidenses que se habían infiltrado de manera clandestina en Corea del Norte con el fin de realizar un documental sobre la trata de mujeres, hecho común que permite sostener el financiamiento del régimen.

Asimismo, el ex presidente Jimmy Carter, en 1994, visitó al presidente eterno de Corea del Norte, Kim Il-sung, con el objetivo de discutir el programa nuclear del país. En ese caso fue Bill Clinton quien ocupaba el Despacho Oval.

Ahora bien, de llevarse a cabo, este logro diplomático permitiría en primer lugar poner fin a las pruebas nucleares norcoreanas en el corto plazo, sosteniendo el cese de pruebas misilísticas que acordó Kim de forma unilateral durante el desarrollo de los Juegos Olímpicos en Pyeongchang. En segundo lugar, abriría una puerta al diálogo directo entre ambas naciones en condiciones claras para las partes. Tanto Rex Tillerson, secretario de Estado de Estados Unidos, como Kim han requerido dialogar sin agenda previa estipulada, la cual los principales mandatarios podrán negociar.

Finalmente, en términos de política doméstica, los logros de este promisorio diálogo y la velocidad con que se han desarrollado las negociaciones (con los Juegos Olímpicos de Invierno como la proa que quebró el hielo producto del congelamiento de relaciones que impulsó Obama) conllevan excelentes resultados respecto a la imagen de los líderes de la región.

En este sentido, Moon Jae-in, presidente de Corea del Sur, ha capitalizado a través de su política exterior una mejoría en su figura al elevar a un 71% su imagen positiva, lo que lo posiciona como el líder con mayor aprobación en la actualidad por amplio margen, y ello coloca al Partido Democrático como firme candidato a quedarse con las próximas elecciones de medio término.

En el caso de Trump, lo posicionaría en un lugar de negociación histórico que, dependiendo del resultado, lo catapultaría como gran responsable de una situación que abriga la esperanza mayor del pueblo coreano: la unificación definitiva de la península. En un análisis más cauteloso, el fin de las pruebas nucleares en un corto plazo y la desnuclearización de la península en el largo plazo. No sería la primera vez que Corea del Norte se atiene al diálogo para ganar tiempo en su carrera misilística. La apertura a una mesa de diálogo en la era Bush es su antecedente directo.

A la par, se prevé una tercera reunión intercoreana para fin de mes entre autoridades de menor rango de ambas Coreas y un trabajo cuidadoso con las demás potencias interesadas en la desnuclearización: China, Japón y Rusia.

Cabe resaltar que el único Premio Nobel en manos de un coreano en la historia lo obtuvo el ex presidente Kim Dae-jung, por la Paz, habiendo logrado establecer el diálogo entre ambas Coreas para el año 2000, cuando se reunió con Kim Jong-il en Pyongyang. No sería descabellado afirmar que podría el Premio Nobel coronar el esfuerzo llevado adelante por Trump o Moon de cara a las negociaciones por venir.

Críticos como el especialista Benjamin K. Young sostienen con justa razón y escepticismo que, aun si se dieran diálogos con el régimen norcoreano, es arriesgado afirmar un pronto arreglo entre las partes y que Corea del Norte no va a volver a desarrollar su potencial nuclear en cuanto las sanciones económicas decaigan. La historia reciente avala sus dichos.

En conclusión, ya por la desesperación de la caída de reservas de Corea del Norte producto de las fuertes restricciones impuestas por Naciones Unidas para comerciar, ya por sinceros intentos de aproximación para poner fin a una tensión que ha ido en aumento en la región, se escribe en tiempo real un capítulo nuevo de la historia del último bastión de la Guerra Fría que sigue en pie.

El autor es politólogo (UBA), especialista en Corea.

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