El presidente de Bolivia Evo Morales aprovechó el misil envenenado que salió disparado de Jujuy, pero el gobernador Gerardo Morales no es Kim Jong-un, es un demócrata con todas las de la ley. Las buenas conciencias aprovecharon para un eterno reclamo local, reciprocidad en la atención de la salud y quizás hasta de la educación universitaria por parte de Bolivia.
Al menos dos millones de bolivianos, conocidos por su laboriosidad, habitan en la Argentina (Federación de Asociaciones Civiles Bolivianas), mientras que alrededor de 45 mil argentinos decidieron continuar con su vida en el país vecino. Después de la decisión del gobierno provincial de Jujuy que provocó cortocircuitos en la esfera diplomática, con soporte del propio presidente Mauricio Macri y de su delfín Marcos Peña, apareció Evo Morales. El canciller argentino tomó nota después, como sucede generalmente. Por alguna razón que todavía no se conoce, Jorge Faurie siempre llega tarde al convite y no porque le falte rapidez, una característica que sus pares embajadores admiran.
La Constitución Nacional está en boca de varios "expertos" para respaldar, tanto a favor como en contra, la decisión de imponer la odiosa tasa al extranjero cuando el país, nuestro país, tiene sobrecarga histórica de colaboración humanitaria, social y laboral con los vecinos y todos los que de buena voluntad quieran habitar el suelo patrio (preámbulo).
El canciller argentino pretendió recuperar terreno con un brazo armado, como si fuera Timerman en su mejor versión anti Estados Unidos: "Hablamos de extranjeros que como golondrinas llegan y utilizan nuestro sistema de salud, sea para un parto o un tratamiento por el cáncer". ¿Palabras de un canciller para un país hermano como Bolivia? Quizás esté dejando el cargo, las palabras de un funcionario cuando salen del terreno específico, en este caso, la diplomacia, indican inestabilidad. En este terreno, Macri tiene las espaldas bien cuidadas con la diputada Cornelia Schmidt, una mujer que preside la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados y, por si fuera poco, de trato cordial con la jefe, canciller del gobierno alemán, Ángela Merkel, a pesar del desplante del señor Pompeo.
Morales, el de Bolivia, recibió el convite sin pedirlo. Sin esperar la polémica aprovechó para sacar ventaja de estratega, al anunciar algo así como: "Vamos a otorgarles reciprocidad a los argentinos". Dos millones de bolivianos en nuestro país, alrededor de cincuenta mil argentinos en el país vecino. Hábil jugada del presidente de Bolivia, que no aparecía por estos lugares desde que se fueron sus amigos, los Kirchner.
Ahora la diplomacia argentina soporta el escarnio de la prensa internacional cuando, en el fondo de la cuestión, el reclamo es pertinente.
El autor es ex embajador