¿Volvió la contabilidad creativa en Hacienda?

Los datos fiscales de enero tuvieron dos lecturas. Una oficial: "subió el superávit", la privada: "Subió el déficit"

Cada vez que el Ministerio de Hacienda informa sobre el resultado de las finanzas públicas en el mes previo, sobre la base caja, esto es, lo realmente ingresado y lo efectivamente pagado, surgen enormes brechas entre las lecturas que hacen los funcionarios y las que interpretan los periodistas especializados, pero también diversos economistas y consultoras privadas.

Este mes, con los datos de enero, no fue la excepción. Las autoridades de Hacienda le dedicaron más de dos horas a un grupo de periodistas para "venderle" el título de la "suba del déficit fiscal en un 10%", pero al final del día los títulos dominantes fueron: "El déficit fiscal aumentó en enero 366% por el pago de intereses de la deuda".

Claramente los dos títulos son válidos, aunque el segundo es más defendible que el primero, que solo busca reflejar una parte del movimiento de la caja, porque toma el resultado final.

Algo más que un problema metodológico

Esa ambivalencia podría superarse si los datos de las finanzas públicas se informaran mes a mes con el criterio contable de lo devengado, esto es, los ingresos y los gastos ejecutados, independientemente de que hayan sido percibidos o pagados. Sin embargo, es un método complejo y que no posibilita la inmediatez que brinda la base caja, es decir, el real registro de entradas y salidas de las cuentas en bancos o en efectivo en la Tesorería.

Pero más allá de la lectura del resultado final, lo relevante es analizar los grandes números fiscales, para concluir si se está mejor, igual o peor que antes, en particular cuando se viene y se mantiene una situación muy frágil que deriva en elevadas necesidades de financiamiento, alta inflación y atraso cambiario, con perjuicio para los sectores exportadores.

El análisis minucioso de las grandes cuentas fiscales no permiten sostener la suba del superávit fiscal primario en enero

Del resultado financiero final surgió que los ingresos efectivos de enero alcanzaron para pagar los gastos hasta el 27 del mes, si se distribuyeran regularmente a los largo de los 31 días; la diferencia se debió cubrir con uso de adelantos de emisión monetaria del Banco Central y también de la toma de deuda pública, generalmente en dólares, que luego, al ingresar al mercado para convertirla a pesos, presiona a la baja sobre el tipo de cambio. Esa, con matices, es una historia que se repite mes a mes desde hace más de 10 años.

Otras cuentas

Pero, en el caso puntual de enero, los números fiscales mostraron del lado de los ingresos que no se repitieron los recursos extraordinarios del blanqueo que un año antes habían aportado $11.205 millones; y, por tanto, provocaron que, frente a una tasa de inflación del 25%, los recursos totales subieran apenas 19,3%, cuando en ausencia de esos fondos extras en enero de 2017 el crecimiento nominal hubiese saltado a 27,7%, y reflejado una leve suba en términos reales.

El bache fiscal real se cubrió con el uso de adelantos de emisión monetaria del Banco Central y también de la toma de deuda pública

Sin embargo, Hacienda se las ingenió para obtener "otros recursos extraordinarios" que se elevaron 42% en el caso de los corrientes y 79% en las rentas de propiedad, como se define a las ganancias obtenidas por el Banco Central y la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses). Significaron en conjunto un aporte adicional de casi $3.000 millones, y resultaron claves para mostrar un aumento del superávit primario, ya que representaron las tres cuartas partes de ese excedente.

Pero no sólo eso, también, ayudó al logro del saldo positivo de las finanzas públicas antes del pago de los intereses de la deuda que "se pisó" la ejecución de pagos de la obra pública, porque de otra manera no se podría explicar la baja nominal del 40%, unos $6.800 millones, aunque ajustados por inflación significó un ahorro de aproximadamente $11.000 millones.

De ahí que, si bien en enero Hacienda no contó con los ingresos del blanqueo del año anterior, unos $14.000 millones a valores de hoy, y debió pagar un vencimiento de intereses que impactó en diciembre, que se explicó por un vencimiento del 30 de diciembre por $9.500 millones, pero que, como era un inhábil, el pago se trasladó al 2 de enero 2018, a través de "ingresos extraordinarios" no explicitados por unos $3.000 millones, y del "ahorro" de unos $11.000 millones con la postergación de pagos de la obra pública, el déficit final total real debería haber aumentado en unos $9.500 millones, pero, sin embargo, se elevó en más de $20.000 millones.

La realidad de las finanzas públicas reflejó un deterioro de más de 200% respecto de los $5.556 millones de enero de 2017

Un sesgo conceptual

Desde hace más de dos décadas se usa en Brasil, y también en la Argentina que lo adoptó, el método de medir el déficit fiscal en términos primario, esto es antes del pago de los servicios de intereses de la deuda pública, para disimular la realidad.

Por eso las metas anuales y plurianuales se fijan con ese criterio, y para disimularlo aún más se lo relaciona con el PBI que es un número enorme y no con los ingresos totales del fisco, que es varias veces menor a la generación de riqueza por parte de todos los agentes económicos.

Y se ha sostenido ese criterio, además, bajo el argumento falaz de que el gobierno de turno no puede manejar factores inerciales de excesos de gastos por parte de administraciones anteriores. Es como que en una familia no se tome en cuenta para medir las finanzas del mes el vencimiento de la tarjeta porque incluye el pago de compras hechas a crédito hasta dos años antes.

Desestimar el déficit financiero es como que en una familia no tomar en cuenta para medir las finanzas del mes el vencimiento de la tarjeta porque incluye el pago de compras hechas a crédito hasta dos años antes

Pero, para no ir más lejos, se argumentó que casi una tercera parte del déficit financiero se originó en el pago del vencimiento de una deuda con el Banco Central por $150.000 millones, que se renueva todos los años, y que se sólo se pagan los intereses, en este caso por $9.500 millones, cuando bien se podrían ver ahorrado si el gasto del año anterior se hubiese recortado en esos $150.000 millones.

Pero no fue así, y el gradualismo fiscal sólo determinó que en el corriente año l autoridad monetaria reduzca esa asistencia a $140.000 millones, con lo que a fin de año, si no se corre el vencimiento Hacienda deberá afrontar en diciembre el pagos de más de $9.000 millones, que como en 2017 se postergaron para 2018 terminará afectando el resultado en la comparación interanual.

Un análisis integral posibilitará que el resultado no sea sólo parcial

Por tanto, más que inquietarse algún funcionario por la lectura que el sector privado hace del movimiento de las finanzas públicas, debería preocuparse por que los números fiscales, vistos del derecho y del revés, reflejen un ahorro efectivo del sector público.

Mientras eso no ocurra, persistirán las dificultades para bajar más rápidamente la inflación, mejorar la competitividad cambiaria de la producción nacional y disminuir el índice de riesgo país, clave para reducir la carga de intereses de la nueva deuda pública.