Como lo mencioné en el pasado artículo en Infobae, si bien Irán no es el único país donde se práctica el chiismo, es el que posee la mayoría de adeptos a dicha corriente (73 millones aproximadamente de 210 en total). A esto se agrega que el liderazgo religioso que se ubica en este país determina la visión de otros grupos en otras naciones. Con la existencia de la ciudad sagrada de Qom, centro de peregrinación por la tumba de Fátima Ma'suma, hija del sétimo imán chiita, y además el corazón de los estudios islámicos de esa rama de la religión.
La política exterior iraní está relacionada con la religión directamente, el ayatolá Jamenei es catalogado como el líder supremo del país. Desde el año 1979, en el marco de la Revolución islámica que sacó del poder a la monarquía del Shah Reza Pahlavi, los religiosos tomaron el poder del país y establecieron su sistema político con un ayatolá como primero en la línea del mando elegido por una asamblea de expertos y es el máximo líder dentro del sistema político de Irán, el principio teológico con el cual se hicieron con el poder fue el de Gobierno del Faqih (Wilayat al Faqih); el Faqih es un sabio en principios y ordenanzas islámicas.
El régimen posee una Guardia Revolucionaria que influye en la política exterior de otros países con fuerte influencia chiita, principalmente en Irak, Líbano, Siria, Yemen y además en la Franja de Gaza, donde tienen relaciones con el Hamas, que es en realidad una organización sunita desprendida de la Hermandad Musulmana, pero que cumple un papel importante en la política exterior iraní al enfrentarse directamente contra Israel. Además, han patrocinado al grupo Yihad Islámico palestino que tiene quizás menos fuerza que el mencionado anteriormente.
Desde la llegada al poder del ayatolá Jomeini (1902-1989), se dieron algunos cambios en la política exterior de Irán. Después de la Revolución islámica, la denominada "crisis de los rehenes" en ese mismo año ocasionó que, a partir de 1980, se diera la ruptura entre el régimen islamista y los Estados Unidos. A esto se sumó la política de Jomeini a la causa palestina, como señalaba Henner Fürtig del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), mencionado por el medio Deutsche Welle: "Sacar la cuestión palestina del contexto árabe y enfatizar el talante islámico de esa problemática es una constante de la política exterior persa" (2014), por lo que a partir de ese momento el apoyo a través de los Guardianes de la Revolución se hace más evidente y sistemático.
Teóricamente, por ser el Estado de Israel aliado del "Gran Satán" (Estados Unidos), su destino también sería el sometimiento y la destrucción. Las malas relaciones entre israelíes e iraníes tuvieron una pequeña pausa durante la guerra que Irán enfrentó contra el régimen iraquí de Sadam Hussein, ya que, para los intereses de ambos países, Hussein era un mal mayor. Esto ocasionaría que se diera una cooperación armamentista proveniente de Jerusalén hacia Teherán de al menos $500 millones; meses después, en coordinación, los iraníes facilitaron a Israel información básica que funcionó para que la fuerza aérea hebrea pudiera bombardear la planta nuclear de Osirak que temían que estuviera desarrollando energía nuclear para usos armamentísticos. Posteriormente las relaciones se enfriarían, con mucha más fuerza luego de la caída del régimen de Sadam.
Este tipo de relación fue funcional, era evidente que, una vez más, terminada la amenaza proveniente del régimen iraquí, regresarían los enfrentamientos directos entre ambos países. El ayatolá siempre fue directo en mencionar la necesidad de combatir a Israel por considerarlo un país "infiel hostil" (kafir al harbi) y controlar bajo su poder Jerusalén (Al Quds), que insistentemente, aun hoy, indican que liberarán.
La República Islámica de Irán ha realizado abiertos apoyos a la agrupación chiita libanesa Hezbollah (Partido de Dios), que surge en los años 80 como un grupo de oposición contra las Fuerzas de Defensa israelíes (FDI), quienes invadieron El Líbano durante la operación "Paz para Galilea", cuando, buscando sacar a la Organización para la Liberación de Palestina, hizo que de nuevo el tema palestino tomara prioridad en la agenda iraní. Esta agrupación recibe un fuerte financiamiento, entrenamiento militar, armas a través de Siria y cometen atentados terroristas en diferentes países del mundo. Su objetivo es destruir a Israel, como en varias ocasiones se ha escuchado a líderes iraníes a través de los años.
Hezbollah, que aparece inicialmente como un grupo paramilitar, se transformó con el paso del tiempo en una organización que cuenta además con un brazo político muy fuerte en El Líbano. Al punto de que hoy disponen de 12 escaños dentro de la coalición mayoritaria en el Parlamento libanés, lo que les suma poder político, que está supeditado a lo que la agenda iraní manifieste, como bien lo señalaba el ex ministro libanés Saad Hariri cuando dimitió, en noviembre de 2017.
En su carta política dejan en claro que desean hacerse con el poder en El Líbano para acabar con el sectarismo y al mismo tiempo lograr una unidad nacional y el poder de las mayorías sobre las minorías para que trabaje el Estado en función de grupos de coalición bien estructurados y no la atomización actual. En cuanto al ala militar, posee una fuerza superior a la de muchos ejércitos de la región, con un aparato castrense bien remozado a través del gobierno de Teherán.
Además, en otras regiones del Medio Oriente, la República Islámica de Irán posee una influencia determinante para la estabilidad de la zona. En la Irak pos Sadam Hussein, por ejemplo, hay una fuerte influencia de carácter económico y a través de las peregrinaciones iraníes hacia territorio iraquí por elementos propios de la religión, aunque la influencia por la interpretación chiita iraní hace que tengan divergencia en cuanto al criterio sobre el principio de Wilayat Al Faqih que no es compatible con las escuelas religiosas iraquíes de Nayaf y Kerbala (Botta, 2010). Sin embargo, el principio básico sobre el cual Irán tiene su influencia en Irak es a través del vacío de poder que dejó la caída de Sadam y la posterior salida de las fuerzas armadas estadounidenses del territorio sin completar una agenda que nunca quedó clara.
En Siria, los iraníes se han transformado en garantes de la continuidad del régimen de los Assad en el poder de este país árabe, especialmente durante los últimos casi siete años de conflicto que vive este país. Uno de los que más ha colaborado para que el régimen resista ha sido la República Islámica de Irán, así lo deja ver el apoyo en materia económica, humanitaria y hasta militar a través de los Guardianes de la Revolución y Hezbollah.
Esto ha tensado las ya de por sí complejas relaciones con Israel, que ve en el crecimiento de la alianza un espacio aprovechado por los iraníes para acercarse a la frontera que sirios e israelíes comparten y, al mismo tiempo, complementar su espacio de influencia que ya han logrado en zonas estratégicas como El Líbano (Hezbollah) y Gaza (Hamas y Yihad Islámica), donde además de tener cerca a los israelíes, pueden observar a otro Estado axial: Egipto, con quienes no tienen relaciones tensas, pero dadas las alianzas egipcias con los Estados del Golfo, no hay una cercanía ideológica muy estrecha y se miran con cierto recelo.
Finalmente, la política de los ayatolás alcanza también con su influencia un país sumamente empobrecido y golpeado por sus divisiones internas: Yemen, donde no necesariamente hay una fuerza militar explícitamente asociada con los iraníes como en los otros casos, pero sí existen referencias a que las guerrillas paramilitares hutíes son armadas a través de las Fuerza Quds (Guardianes de la Revolución). Según destacan, desde el año 2010 han recibido cerca a los $25 millones anuales; además reciben armamento desde el año 2012. En 2015 fue detenido un barco que arribaba a este país cargado de armas, explosivos y misiles antiaéreos provenientes probablemente de Irán.
La influencia en Yemen se debe efectivamente a su enfrentamiento directo contra Arabia Saudita por el tema de hacerse con el mayor control regional posible, principalmente porque, desde el mar Rojo, a través del estrecho Bab al Mandeb, pueden controlar parte de las rutas comerciales más importantes de los sauditas hacia regiones mediterráneas, razón también por la que la salida hacia el mar Mediterráneo, como fue mencionado anteriormente, es interesante.
Si bien el movimiento radical islamista de los wahabistas o los salafistas tiene una posición más ortodoxa y pragmática de la religión, busca imponer una visión del islam más "pura" y que ayude a luchar contra la "apostasía" y la "herejía", se debe diferenciar de los objetivos chiitas en Irán, los cuales buscan hacerse con el prestigio en diversas zonas del Medio Oriente, no ocupando directamente los territorios, sino más bien a través de la influencia económica y dogmática posteriormente.
Por último, además del dominio político y económico, Irán busca flanquear a sus diferentes enemigos e imponer su agenda sobre los demás. Más allá de un enfrentamiento por cosmovisiones religiosas contra los sunitas en general, se trata de una expansión de carácter político-ideológico para lograr un lugar de privilegio entre el mundo islámico estandarizando los objetivos políticos regionales contra grupos que consideran un peligroso germen que se ha establecido en el corazón del islam y deben ser arrancados de allí.
El autor es licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de las Américas, especializado en la temática de Oriente Medio.