La dupla Nicolás Dujovne, en Hacienda, y Luis Caputo, en Finanzas, parece estar jugando un buen partido, porque el primero logra cumplir con cierta holgura la meta de déficit fiscal primario antes del pago de intereses de la deuda pública y el segundo se ha mostrado eficiente en cumplir con su parte de obtener los fondos necesarios para cubrir el bache fiscal final que sigue siendo enorme. Parece poco, porque se lo proyecta para este año en 5,5% del PBI, pero es enorme si se tiene en cuenta que representa casi el 30% de los recursos totales esperados en el Presupuesto 2018.
No obstante, apareció un actor que hasta hace sólo pocas semanas parecía que iba a demorar su ingreso a la escena mundial. Me refiero a la suba de las tasas de interés en el mundo, impulsada por una economía norteamericana que crece más de lo esperado, en particular en lo que respecta al empleo y el consumo, porque hizo temer a las autoridades monetarias, entrantes y salientes, que podría disparar la aceleración de la inflación.
Frente a ese escenario, la primera reacción del ministro Dujovne fue relativizar el fenómeno, sustentado en dos argumentos: "Creo que hay que mirarlo con calma. La tasa de 10 años en Estados Unidos volvió a niveles parecidos a los de cuando Donald Trump ganó las elecciones. Es un proceso de normalización monetario en el mundo"; y "Nosotros estamos prefinanciados porque colocamos deuda en enero y financiamos nuestra necesidad de deuda de todo el año".
Pruebas ácidas
Al parecer son dos justificaciones cuyas pruebas ácidas, es decir, su validación, se verán en pocas semanas en lo referente a la primera; esto es, si la corrección de las tasas y la consecuente baja de los precios internacionales de las materias primas que vende la Argentina serán de una vez y moderadas, o si es el inicio de un ciclo de "viento de frente". Mientras que, en el caso de la segunda, el ministro omitió ponderar la magnitud del prefinanciamiento logrado y el aumento del costo relativo resultante en comparación con otros países.
Las necesidades de financiamiento contempladas en el Presupuesto 2018 ascienden a más de 680 mil millones de pesos, al tipo de cambio asumido por las propias autoridades, inferior al actual de mercado en unos 50 centavos, significan más de 35 mil millones de dólares. Sin embargo, el prefinanciamiento obtenido por el ministro Luis Caputo fue de apenas un cuarto de ese monto, 9 mil millones de dólares; es decir aún restan nada más y nada menos que unos 26 mil millones de dólares.
Las necesidades de financiamiento pendiente suman unos 26 mil millones de dólares, y el costo para la Argentina ya se elevó en 40 pb, sin que prácticamente se moviera para Brasil.
Si bien se puede asumir que había algún colchón de arrastre de 2017, más la decisión de comenzar a tomar más deuda interna que externa, no hay duda de que la tarea pendiente es exigente, como lo fue en los dos últimos años.
Índices de Riesgo País Argentina y Brasil
Pero ahora, a diferencia de entonces, el camino de cierre de la brecha del índice de riesgo país que elabora JP Morgan, entre el nivel de Argentina y el de Brasil, no sólo se frenó en los últimos 40 días, tras el anuncio de la recalibración de la meta de inflación y el relajamiento de la política monetaria, sino que, peor aún, ha comenzado a abrirse, y de unos 110 puntos básicos que existían a fines de diciembre de 2017, con 350 pb en el primer caso y 240 pb en el segundo, está en más de 150, exclusivamente porque actualmente por los bonos de la deuda argentina los mercados piden una sobretasa de 40 pb adicional.
Es más, el 4 de enero la Argentina pagó por el tramo a 10 años (USD 4.250 millones) de la colocación global de USD 9.000 millones una tasa de 6% anual, ahora, con la brecha existente con un título similar del Tesoro de los Estados Unidos, el mercado le exigiría estirarse hasta 6,6 por ciento.
El consenso de los analistas internacionales, también de los economistas locales, advierte que el aumento de las tasas de interés en el mundo no derivará en un escenario de crisis internacional ni en severas complicaciones para el programa gradualista que eligió el Gobierno para reducir la tasa de inflación.
Sin embargo, nadie se atreve a anticipar a esta altura los efectos sobre el resultado de la suba de las tasas internacionales en las aún debilitadas finanzas públicas, sea porque ahora será más caro tomar deuda, externa o interna, como por el efecto sobre los precios de las materias primas que más exporta la Argentina, y con ello sobre la actividad de los sectores exportadores; y el señalado aumento de la brecha de riesgo país.
Nadie se atreve a anticipar a esta altura los efectos sobre el resultado de la suba de las tasas internacionales en las aún debilitadas finanzas públicas.
Mayor necesidad de contener el gasto público
De ahí que lo más prudente sería no correr el riesgo de subestimar el cambio del ciclo financiero internacional, todavía con alta liquidez, pero ahora con mayor costo y reducción esperada de la propensión de los grandes inversores a mantener el mismo apetito por los bonos de la deuda de países emergentes; tomar medidas destinadas a fortalecer el objetivo de reducción del déficit fiscal total, porque el rojo financiero para la Argentina se perfila mayor que el previsto en el presupuesto, mientras que el primario no está claro.
No se trata de acciones cosméticas, con más contenido político y mediático, como fueron los anuncios de reducción de los cargos políticos y congelamiento de los salarios en los puestos de alta jerarquía en el Poder Ejecutivo Nacional, sino de medidas precisas y contundentes para todas las áreas, con excepción, claro está, de las partidas para subsidios sociales, jubilaciones y pensiones, e incluso obras públicas de infraestructura, que comprometan a un recorte adicional del gasto corriente.