Los nuevos disfraces del antisemitismo

Agustín Romero

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La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 27 de enero el Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto. Se tomó ese día por la liberación del Campo de Concentración Auschwitz-Birkenau, el peor centro de exterminio de personas que jamás se conoció.

Frente a este aniversario no podemos dejar de establecer que la Shoá no fue un hecho casual. Fue una maquinaria perfectamente aceitada entre todos los poderes del Estado alemán armonizados para asesinar sistemáticamente a 6.000.000 de personas por su sola condición: ser judíos.

Hoy ser antisemita es, afortunadamente, algo que genera repudio. Nadie que busque un futuro prometedor en el ámbito político, académico e intelectual se definirá como anti judío. Observamos, en consecuencia, nuevas formas disfrazadas y aceptadas de ser antisemita. Por un lado, el antisionismo, aquel que pone en duda el derecho a la existencia del estado de Israel. Este mismo sujeto nunca llegaría tan lejos con otro Estado pero sí lo hace con el Estado judío. Otra manifestación disfrazada de ser antisemita es la banalización y las posturas revisionistas de la Shoá, formas que son más usuales y estudiadas.

Sin embargo, nos enfrentamos a una nueva manifestación más sofisticada de ser anti judío y es lo que denomino el antisemitismo académico, aquel que disfrazado de "científico" o invocando la libertad de expresión ha impulsado la reedición de libros claramente antisemitas como "Mi Lucha" de Adolf Hitler, el cual es bestseller en distintos países de Europa o los panfletos del mismo tenor de Louis Ferdinand Celine en Francia, como así también el apoyo a trabajos y becas de estudio universitarios para "revisar" el pasado nazi.

¿Cómo se trabaja desde el Estado contra esta forma de odio? Son claves en esta labor el Ministerio de Educación y la Secretaría de Derechos Humanos. Las aulas y los docentes deben estar capacitados y con herramientas pedagógicas modernas para enfrentar estos nuevos desafíos.

Desde el año 2000 y en Estocolmo, la Argentina tomó la decisión de formar parte de la Alianza para la Cooperación Internacional en Educación, Rememoración e Investigación del Holocausto. Argentina es el único país en Latinoamérica que forma parte de esa Alianza. ¿Qué implica formar parte de ese grupo de país? Entre, otras cosas, aportar recursos para formar docentes, crear nuevas formas de enseñanzas y herramientas pedagógicas en tema de Shoá que acompañen el desarrollo tecnológico. Crear becas y planes de investigación que trabajen esta temática y las comparen con otras realidades internacionales.

En el mundo "civilizado" europeo y también en los Estados Unidos se ponderan formas extremas de odio hacia distintos colectivos, sean estos, negros, refugiados e inmigrantes. El ascenso de la derecha xenófoba y racista en distintas zonas del mundo deben sonar las alarmas de alerta que llevan directamente al reciente mensaje de la canciller alemán Merkel donde sentenció "Hoy, 100 años después de la catástrofe de la Gran Guerra, debemos preguntarnos si de verdad aprendimos la lección de la historia, y me parece que no". Estas palabras, hoy más que nunca, deben llevarnos a tomar más recaudos y a dedicar más recursos en una batalla contra el antisemitismo y distintas formas de odio racial y a preguntarnos, ¿puede hacer algo más la Argentina?

El autor es Licenciado en Ciencia Política. Profesor en las carreras de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas

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