El presidente argentino Mauricio Macri arriesga parte de su buena imagen internacional con una visita oficial a Moscú para saludar a su par Vladimir Putin a dos meses de una elección en Rusia, el 18 de marzo próximo, que ya está definida a favor del oficialismo. El principal y único dirigente opositor, Alexei Navalny, quedó fuera de carrera por decisión del Supremo Tribunal Electoral, que maneja Putin. Difícil momento para el presidente argentino si Navalny solicita una reunión con él para expresar un punto de vista controversial.
Previamente, el dirigente opositor, que insiste en denunciar la corrupción del régimen que encabeza Putin, recibió una condena de seis años acusado de haber cometido un supuesto desfalco en una compañía productora de muebles de madera. De inmediato surgieron voces de condena al gobierno ruso por parte de líderes en Estados Unidos, como en la Unión Europea, que expresaron preocupación por la condena. Queda flotando la pregunta: "¿Es Putin un presidente democrático, líder de un gobierno que respeta los derechos humanos, la libertad de prensa y la vida de los opositores?". Por las dudas Macri no incluyó en la delegación que visita Moscú al secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, en un gesto destinado a no incomodar al régimen ruso.
No es el único reparo de la comunidad internacional alarmada por las decisiones militares que adopta Putin sin el más mínimo respeto a las reglas que marcan las relaciones entre países. En la primera semana de agosto de 2014 tropas del ejército ruso invadieron la estratégica provincia de Crimea sobre la base de respaldar a la minoría rusa que habita en la zona, una estrategia ya utilizada por Hitler al invadir Checoslovaquia para recuperar los sudetes donde se asentaba una pequeña comunidad alemana.
En el mismo momento un portavoz de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) denunció que mil soldados del ejército ruso combatían apoyando a los separatistas. La BBC publicó un informe del Instituto de Estrategia de Londres que daba cuenta de la presencia de un tanque ruso T72-BM ingresado desde la frontera oriental de Ucrania. La embajadora de Estados Unidos en la ONU, Samantha Power, denunció la invasión y exigió la retirada de las tropas rusas. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, respaldó la declaración de la embajadora Power y acusó a Rusia de incentivar la violencia en la región. El presidente de Francia, François Hollande, a su vez, señaló que, de confirmarse el atropello, "sería intolerable para la comunidad internacional".
Putin no solo rechazó las denuncias. Avanzó en la provincia de Crimea con un plan "institucional" para legalizar el atropello, convocó a elecciones donde surgieron autoridades locales absolutamente dependientes de Moscú.
En la segunda semana de enero de 2018 el Instituto de Estrategia de España reveló un informe del sector demócrata del Congreso de los Estados Unidos que denuncia el "asalto de Putin a la democracia". Los enormes presupuestos destinados por Moscú a las agencia noticiosas Sputnik y RT son las columnas de la estrategia internacional de Putin para alentar a sus aliados, desde el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hasta el dictador de Siria, Bashar al Assad. Macri no figura en este club alentado por Putin.
Sin embargo, el último movimiento del presidente de Rusia que decidió la colaboración marítima para encontrar al submarino argentino perdido en aguas del Atlántico sur obliga a Macri a un gesto de alta gratitud con Putin.
Antes de saludar a su colega ruso, antes del viaje, sin duda Macri recibió un exhaustivo informe de inteligencia de la eficiente Agencia Federal (AFI) que encabeza su amigo Gustavo Arribas. Luego, Macri sabe muy bien a quién está saludando, y sobre todo, a quién está pidiendo inversiones para la Argentina.
La política exterior de Macri revela por ahora una desconocida curiosidad, excelente relación con un antiguo jefe de inteligencia de la desaparecida Unión Soviética (KGB), Vladimir Putin, y al mismo tiempo amplia satisfacción por la marcha de los negocios con el comunismo chino.