Cientos de miles de personas en pleno siglo XXI viven en Qatar el infierno de la esclavitud. Todo el planeta debe saber que el Mundial de fútbol de 2022 se jugará en estadios manchados con sangre.
El de Qatar no es un caso aislado. Se estima que hay 45 millones de esclavos en el mundo, personas que, por miedo, amenaza, engaño o coerción, son esclavizadas y sometidas en sectores como el campo, la industria textil o la construcción.
En diciembre de 2010, la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) adjudicó a este país la organización de la Copa del Mundo 2022. A partir de que Qatar implementó su plan de construcción de megaestadios e infraestructuras comenzaron a hacerse oír testimonios de trabajo esclavo y denuncias de violaciones a los derechos humanos. ¿Las víctimas? Los obreros migrantes, en su mayoría oriundos de Nepal, uno de los países más pobres del planeta.
Qatar es un pequeño emirato ubicado en el golfo Pérsico, que cuenta con el mayor ingreso per cápita del mundo y posee la tercera reserva de gas del planeta. Allí, una gran cantidad de migrantes, dos millones, constituyen el 95% de la fuerza de trabajo del país, de los cuales casi el 40% trabaja en el sector de la construcción. Numerosas organizaciones de derechos humanos y sindicales han denunciado el sometimiento de estas personas a situaciones de trabajo forzoso. Semanas atrás entregamos al papa Francisco, en un encuentro exclusivo en el Vaticano, un detallado relevamiento de la actual situación.
Los migrantes esclavizados de Qatar ya no pueden esperar más. La llamada Kafala, un sistema de leyes que concede todo el poder a los patrones, les impide abandonar el país sin su permiso. No hay libertad sindical, no hay salario mínimo y no hay ningún sistema de control efectivo para garantizar el cumplimiento de las normas laborales. Se registran casos de torturas y abusos de diferente tipo. Organizaciones como la Confederación Sindical Internacional (CSI) han señalado que, a pesar de recientes cambios en la legislación qatarí, se mantienen la explotación y las graves violaciones a los derechos humanos del antiguo sistema. Por ejemplo, la retención de los pasaportes aún es posible por el vacío legal que deja la nueva legislación.
Por su parte, la FIFA también ha sido denunciada. Amnistía Internacional señaló: "Cuando la FIFA adjudicó a Qatar la Copa del Mundo 2022, sabía o debería haber sabido que la mayoría de las obras en construcción en ese país emplean a trabajadores migrantes y que estos están sometidos a una explotación laboral grave y sistemática. Sin embargo, no adoptó ninguna medida para garantizar que los hombres que construirían las infraestructuras del Mundial no fueran explotados". La organización presentó ante la FIFA los datos relevados sobre los abusos contra los derechos humanos, pero esta no sugirió que fuera a tomar medidas para afrontarlos.
No se han dado garantías claras del cumplimiento de condiciones laborales dignas de los trabajadores de la construcción. El pasado mes de septiembre, Human Rights Watch demandó que las autoridades qataríes establecieran restricciones al trabajo al aire libre en las horas de intenso calor.
Es nuestro compromiso como sociedad visibilizar y admitir que todavía padecemos la esclavitud en el mundo. Que en un evento que debería ser festejo y reunión se esconden violaciones de derechos humanos en sus cimientos.
Trabajar contra estos hechos aberrantes es nuestra cruzada. El objetivo de la Fundación para la Democracia Internacional es luchar para terminar con todas las formas de esclavitud contemporánea, que son la gran deuda de las democracias. La esclavitud es inadmisible. También lo es que la sociedad ignore su existencia.
El autor es presidente de la Fundación para la Democracia Internacional.