En una columna publicada en Infobae, la periodista María Julia Oliván narra cómo Silvia, una mujer de 42 años que trabaja en su casa, le contó que había desechado una propuesta de movilizarse a cambio de 400 pesos, una bolsa de mercadería, un choripán, una coca y el transporte a Capital. "No, yo me voy a trabajar" cuenta Oliván que contestó Silvia a la oferta realizada por una vecina. Silvia tiene una hija de 7 años y viaja de lunes a viernes desde Lobos a San Isidro, según el texto de la periodista, para cumplir una jornada de ocho horas en tareas de limpieza y también los sábados en una casa en la Ciudad de Buenos Aires.
El viaje de ida y vuelta a Lobos, una ciudad agropecuaria a 100 kilómetros de Buenos Aires, le insume seis horas de su vida a Silvia. Es decir, entre las 14 horas que diariamente dedica a viajar y trabajar, más las tareas de su propio hogar (de ahí el carácter de doble explotación que caracteriza a las mujeres, que trabajan para sus empleadores y también realizan el trabajo doméstico en sus propios hogares) y el necesario sueño, le queda muy poco tiempo para estar con su hija Ámbar, de 7 años, la única que vive con ella, ya que los otros seis están con su familia, en Corrientes.
En la figura de Silvia se concentran intensivamente las penurias que debe atravesar la mujer de la clase trabajadora para subsistir en este mundo de injusticias. Encima, en este país de ese mundo, a Silvia el Gobierno macrista, con el apoyo de gobernadores y diputados de la oposición, le quiere robar.
Una digresión antes de continuar. Oliván plantea como dicotómicas una supuesta cultura del trabajo y la lucha reivindicativa ejercida, entre otros métodos, a través de la movilización. Dice: "Lo que queremos para estar mejor se consigue con esfuerzo, con escuela y con trabajo. Y el trabajo no te toca el timbre en tu casa ni te lleva a la capital en micro". En realidad, no hay una disyuntiva entre una y otra, sino que, por el contrario y en función de los intereses históricos de los trabajadores, se complementan. Cada reivindicación, ya sea reclamada por parte de trabajadores ocupados o por los miembros de ese ejército de reserva de desocupados del que se aprovechan los empresarios para azuzar el miedo del despido o introducir la flexibilización, se logró mediante los métodos de la clase obrera, que son los de deliberación y la acción directa, con marchas, paros, huelgas generales, etcétera.
La clase trabajadora, más que nunca en esta época, pende del hilo de la desestabilización de sus condiciones materiales de existencia. El mantenerlas, en principio, y el incrementar los beneficios para sí, son consecuencias de que se movilicen para lograr esos objetivos. Hay un viejo dicho que dice: "Quien no se mueve no escucha el ruido de sus cadenas".
Silvia debe saber que a su madre, que vive en Corrientes y a quien no le alcanza la jubilación para comprar remedios, según le contó a Oliván, le quieren robar sus magros ingresos. Quieren sacarle, si cobra la mínima, 6500 pesos anuales de su ya paupérrima jubilación. Frente a la protesta social, el Gobierno acordó con los gobernadores y los legisladores de la oposición que se otorgaría un bono compensatorio de 375 pesos para los jubilados que se hayan sometido a la moratoria, 750 para los que tengan 30 años de aportes y 400 para los beneficiarios de la asignación universal por hijo (AUH) por única vez en marzo. En promedio, 500 pesos. En lugar de robar 6500 pesos a los jubilados, el Gobierno sólo quiere robarles 6 mil.
En términos generales, si el Gobierno había planteado un ahorro, que será destinado al déficit fiscal y a pagar deuda externa con la plata de los jubilados, de 100 mil millones de pesos, con el bono compensatorio el ahorro será de 96 mil millones de pesos. Que se extraerán de los bolsillos, las mesas y los botiquines de los sectores más vulnerables.
Silvia trabaja y cobra un plan, según el texto de Oliván. Si se trata de la AUH, no es incompatible con que su trabajo esté en blanco. Si se tratara de otro tipo de plan, Silvia conformaría parte del sector mayoritario de los trabajadores del país que trabajan de manera informal. Si Silvia se jubilase ahora con la mínima, cobraría en marzo un bono de 375 pesos por una única vez, que no se contabilizaría para futuros aumentos ni para el aguinaldo.
Si bien no es una generalidad que se pague para ir a movilizaciones y que la paga, el choripán y la coca forman, más bien, parte del imaginario que materializa las ideas concebidas en torno a "el otro", si fuera cierto, yendo a una movilización Silvia ya habría conseguido más que lo que le ofrece el Gobierno para compensar el atraco que quiere realizar sobre sus jubilaciones. Si fuera cierto y fuera a dos marchas, ya los 800 pesos superarían incluso el bono compensatorio de quienes tienen 30 años de aportes. Toda una paradoja.
Sin embargo, si fuera cierto y no un mito lo de la paga de 400 pesos por marchar, en la movilización de 50 mil personas del miércoles 13 las organizaciones habrían tenido que gastar 20 millones de pesos. Suena, por lo menos, exagerado.
La reforma impositiva es reaccionaria. Además del latrocinio sobre los bolsillos de los jubilados y los beneficiarios de la AUH, se quiere extender el tiempo para jubilarse hasta los 70 años para hombres y 65 para mujeres. No plantea el 82% móvil del último salario obtenido. Es una reforma contra los jubilados, contra los trabajadores y contra los hijos de los trabajadores. Es una reforma para que el Gobierno pague la deuda externa que sigue contrayendo a niveles inauditos y lo ayude a paliar el enorme déficit fiscal de su Gobierno. Y es una ofrenda para que los empresarios extraigan el sudor de los trabajadores hasta que los cuerpos resistan.
Silvia debería marchar este lunes para oponerse a esta reforma tributaria reaccionaria. Se trata de la actualidad de su madre jubilada, de su propio futuro como trabajadora pasiva más adelante, se trata de cómo y en qué país crecerá su hija Ámbar. Un día de movilización para que ningún gobierno le robe todo el fruto de las labores que realiza desde que parte de su casa en Lobos hasta que tres horas después llega a su empleo y empieza con energía y orgullo a trabajar.