Argentina, el país con las tasas de interés más elevadas del mundo

En ninguno de los mercados emergentes se logran tasas de interés en moneda constante más elevados que en Argentina

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El diferencial de tasas de interés que rinden los activos financieros en Estados Unidos, Europa y Japón es muy grande respecto a lo que rinden dichos activos en los denominados mercados emergentes, entre los que se encuentra Argentina. Este diferencial permite un arbitraje de tasas que habilita a tomar deuda a muy bajas tasas de interés en los centros financieros avanzados y a colocar esos capitales en cualquiera de los países emergentes, con lo que se logra un diferencial muy importante, dependiendo del país y las circunstancias.

Pero en ninguno de los mercados emergentes se logran tasas de interés en moneda constante más elevados que en Argentina, y todo indica que esta situación se mantendría todo el año próximo y quizás también durante el 2019, haciendo de nuestro país el verdadero paraíso terrenal para todos los capitales especulativos del mundo, que entran y salen con prontitud de los mercados, pero que permanecen mientras no vean amenazas que trastoquen grandes ganancias en grandes pérdidas.

El Banco Central de Argentina, conducido por Federico Sturzenegger, está pagando hoy por la deuda que emite para absorber dinero excedente una tasa que bordea el 30% anual para Lebac a 35 días, tasa que surge de lo que se llama el corredor central de pases activos y pasivos en el mercado secundario de liquidez bancaria.

Supongamos que un inversor financiero que hace arbitraje de tasas toma conocimiento de este hecho y, al mismo tiempo, se anoticia de que el precio del dólar apenas se ha movido desde que el Gobierno de Mauricio Macri pasó del dólar estatal al dólar de la flotación cambiaria; entonces comprobaría algo asombroso que no tiene parangón en el mundo. En efecto, traería fondos al país, los mantendría durante un año renovando cada vez su inversión en Lebacs de corto plazo, con un dólar que aumenta su precio muy poco en términos porcentuales, mientras recibe un rendimiento en pesos promedio del 30%, lo que le permite cobrar ese importe, cambiarlo libremente por dólares y transferirlo al exterior; lograría una ganancia neta superior al 20% sin correr ningún riesgo cambiario.

Esta operación, en el fondo, no es otra cosa que emitir dinero por el Banco Central para pagar los intereses de los que compraron las Lebac, para que estos señores los cambien por dólares genuinos. El país recibió, digamos, como ejemplo, 100 millones de dólares de dinero especulativo, y en un año esos "inversores" se llevan 20 o más millones en ganancias. ¿Qué ganó el país? Nada, y si el país no ganó nada, tampoco lo hizo la sociedad.

Para el 2018, el propio Banco Central fijó como meta de inflación una media del 10%, pero las Lebacs que emite para atraer inversores están pagando un 28,75% de interés para colocaciones de corto plazo, lo que implica afirmar que es un 178,5% mayor que la propia meta de inflación que fijó la autoridad monetaria para el año próximo.

¿Qué actividad productiva puede rendir en términos reales, o sea, descontada la inflación, un 20% o más? Las leyes económicas tienen una racionalidad imposible de eludir, por lo que el empresario se pregunta por qué invertir en aumentar la producción, tecnificarse, modernizar su estructura operativa, si se puede ganar mucho más sin trabajo y sin riesgo invirtiendo en Lebacs.

Por más reformas institucionales que se hagan al marco normativo de la economía y de las relaciones laborales, y por necesarias que ellas sean, el potencial de crecimiento de la economía nacional se verá frustrado por la vigencia de un modelo macroeconómico que premia el dinero rentístico sobre el dinero genuinamente inversor destinado a actividades productivas.

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