Federico Andahazi planteaba en el programa de Luis Majul que no se puede estar en Corea del Medio. Que uno tiene que ser o de Corea del Sur o de Corea del Norte, y quien está en el Medio debe ser vomitable, poco menos. Y que la persona, esta chica que leyó un texto en un teléfono, era una sicaria del señor Reynaldo Sietecase. Ernesto Tenembaum, que estaba allí, y miraba la escena asombrado dijo '¿sicaria? Será alguien que no piensa como vos'. También me da la impresión de que en esta discusión empieza a haber de parte de algunas personas de la envergadura intelectual de Andahazi o de el nivel de Majul, gente que empieza con una cuestión macartista. Esta mañana Majul, en un artículo publicado en un diario, objeta el punto de vista intermedio de Fontevecchia cuando trata ciertos temas. ¿Esto qué quiere decir? A mí me da la impresión de que lo peor que nos puede pasar a los periodistas es caer, primero, en esta horrible costumbre de volverse en una especie de policía político, empezar a señalar a tal porque piensa de tal modo. Cada uno piensa como le parece. Podés ser de Corea del Norte, sur, centro, oeste, este o ninguna, o ser de todas. Depende el día y frente a cual tema se me ocurre tener posiciones más o menos cortantes sobre ciertos asuntos y el resto veo lo que se me ocurre pensar.
La otra cuestión que me impresionó un poco es que empieza a haber una caza de brujas porque tal trabajó, tal no trabajó, una cosa espantosa que atenta contra el espíritu de la libertad que tiene el periodismo como esencia en su trabajo. Y cada uno tiene derecho a decir lo que le parezca, aun siendo una absoluta y genial barbaridad, sin que nadie lo señale ni le diga sicario.
La tercera cuestión que no me gusta, y es la que me gusta menos, es el macartismo. El macartismo es una cosa de que los periodistas somos víctimas y nunca victimarios. El macartismo es una costumbre espantosa. Esto es andar señalando a la gente por las cosas que dice, piensa, hizo o dejó de hacer. En todo caso serán los oyentes, televidentes, lectores o seguidores de las páginas de internet quienes determinen el éxito o fracaso de los medios de comunicación. No el macartismo de andar señalando como un comisario político quién dijo o no dijo algo. Hay, gracias a Dios, en el medio de las Coreas, mucho territorio por el cual todos pueden transitar libremente sin tener que ser señalados por un intelectual o periodista o un grupo de medios. Alfredo Leuco, que brotó, es un cabrón, es un calentón y expresó de mal modo lo que Jorge Lanata, Joaquín Morales Solá o Fernando Bravo habían dicho de un modo más apropiado. Alfredo es un calentón y tiene ese modo tan brutal de expresarse.
Esta secuela que empezó con este debate de a ver a cuál Corea pertenece cada uno me resulta muy inapropiada, porque violenta la esencia de la libertad. No me gusta ni la caza de brujas, ni la policía política, ni el macartismo, aún proviniendo de mis más queridos amigos.
Editorial de Marcelo Longobardi del lunes 13 de noviembre de 2017 en su programa Cada Mañana, de Radio Mitre