Medio Oriente en una de sus peores crisis en décadas

Hariri buscó refugio en Arabia Saudita. No obstante, su situación actual es confusa

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Medio Oriente se encuentra frente al posible estallido de una de sus peores crisis en décadas. Tras la sorpresiva huida y posterior renuncia del primer ministro libanés Saad Hariri hacia Riad, parece inminente el inicio de lo que sería la Tercera Guerra del Líbano. Hariri, musulmán sunnita, denunció un supuesto plan de la organización terrorista Hezbollah (chiitas respaldados por Irán) para matarlo.

Temiendo correr el mismo destino que su padre y antecesor en el cargo, quien fue asesinado en 2005, Hariri buscó refugio en Arabia Saudita. No obstante, su situación actual es confusa. En algunos medios internacionales trascendió que Hariri estaría bajo arresto domiciliario y que los saudíes lo forzaron a dimitir. Suena verosímil.

En el plano regional, las relaciones entre Arabia Saudita e Irán atraviesan su peor momento. La defensa saudí interceptó días atrás un misil lanzado por los rebeldes hutíes desde Yemen, con destino al aeropuerto internacional de Riad. Arabia Saudita considera que Irán está detrás de los rebeldes, por lo que redobló la ofensiva militar y bloqueó las fronteras de Yemen. La situación humanitaria es catastrófica: La ONU consideró que Yemen podría afrontar la mayor hambruna de la historia.

La llegada de Hariri a Riad coincidió con el lanzamiento de una purga anticorrupción sin precedentes por parte del joven príncipe heredero, Mohammad Bin Salman. Respaldado por su padre, el anciano rey Salman, unas doscientas personas quedaron detenidas, entre ellos once príncipes y unos cuarenta altos funcionarios. El rey le está allanando el camino a su sucesor, ya que la purga sería la primera etapa de un profundo proceso de reformas y modernización de Arabia Saudita, proyectado a 2030.

¿Intentará aprovechar Hezbollah esta situación para ganar más terreno en El Líbano? Sin dudas, es algo que ni Arabia Saudita, Israel ni Estados Unidos permitirían, lo que resultaría en una nueva guerra. Mientras tanto, Arabia Saudita y Kuwait ordenaron a sus ciudadanos que abandonaran inmediatamente El Líbano y no viajaran a ese país. El desenlace parece inminente, en un contexto regional que, además, incluye la continuidad del bloqueo de la Liga Árabe al emirato de Qatar, acusado de financiar terroristas en Egipto, y las interminables guerras en Siria e Irak, ambos escenarios históricos de confrontación entre sunnitas, chiitas y grupos terroristas.

Por el lado de Irán, el presidente centrista Hassan Rouhani ha sido muy cuidadoso en sus declaraciones; busca poner paños fríos a la escalada de tensiones con Arabia Saudita y sus socios. Uno de los medios oficiales de línea dura fue temporariamente cerrado, lo que indicaría el interés del gobierno iraní en calmar los ánimos. Nada bueno podría resultar para Irán de una guerra abierta en este contexto.

Ahora bien, de estallar una guerra de escala regional, de la que El Líbano sería sólo el comienzo, ¿cómo sería el involucramiento de los Estados Unidos del impredecible Donald Trump? Tan sólo pensarlo da miedo. Al mismo tiempo, es esperable que Rusia haga lo propio respaldando a Irán. Semanas atrás, Vladimir Putin visitó Teherán para insistir con que Rusia no va a ceder ante las presiones de Estados Unidos para que se repliegue de la región. A las pocas horas, el ejército sirio, con el apoyo de Rusia e Irán, destruyó los últimos bastiones del ISIS, cercanos a la frontera con Líbano.

China también podría tomar postura en el conflicto, dada su asociación estratégica con Rusia y el creciente acercamiento a Irán. Un dato relevante es que China inauguró recientemente su primera base naval en el extranjero, en Yibuti. No obstante, Xi Jinping evitaría a toda costa un involucramiento directo en un conflicto bélico en Medio Oriente, cuando el foco geopolítico de China está puesto en la tensión con Corea del Norte y la reafirmación de su soberanía en las zonas marítimas adyacentes. Por el contrario, China podría ser un factor clave para favorecer el diálogo entre las partes, dada su buena relación tanto con Arabia Saudita como con Irán.

La Argentina ante la crisis

En este escenario, Argentina debería preocuparse, ante todo, por la seguridad de su personal diplomático y los ciudadanos residentes en Líbano. Se supone que la Cancillería tiene planes de contingencia y evacuación preparados para estos casos. Habría que revisarlos de manera urgente y estar listos para su implementación. Por otra parte, un conflicto de estas magnitudes, que podría ser de larga duración, es probable que tenga un fuerte impacto en los precios del petróleo y las tasas de interés, lo que encarecería el financiamiento externo que se ha vuelto tan vital para el modelo económico macrista. Quizás no haya guerra, pero siempre es mejor estar prevenidos para que los acontecimientos no nos tomen por sorpresa, como suele ocurrir.

El autor es magíster en Políticas Públicas (Flacso) y Master of China Studies (Universidad de Zhejiang). Politólogo y docente universitario (UCA). Director de Diagnóstico Político.

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