Reforma tributaria: tibia y difícil de entender

Miguel Ángel Boggiano

Guardar

Más que bajar impuestos con claridad, la reforma promete ser más una reorganización confusa de los actuales impuestos. Esto no es bueno por algo bien sencillo: si no se entiende con claridad dónde está el beneficio, no hay cambio en las conductas económicas de la gente.

La magia no existe y, si no se baja el gasto, no hay manera de hacer una baja de impuestos contundente y clara. Si no hay una señal contundente y clara para los agentes económicos, no se va a generar ningún incentivo económico que motive a cambiar las decisiones de inversión. Con lo cual, una reforma difícil de entender, poco clara y tibia no es más que dilapidar rápidamente el capital político obtenido en las elecciones.

La mayor parte de la exposición termina siendo sólo entendible para expertos, y en la mayoría de los casos, lo que se reduce por un lado lo vuelve a cobrar por otro. El caso más simple de entender es el del impuesto a la transferencia de inmuebles. Este impuesto desaparece, pero se ve más que compensado por la aparición de otro impuesto del 15% a la ganancia por la apreciación de valor. Esto quiere decir que, una vez aprobada la ley, si una persona compra una segunda vivienda a 100 mil dólares y después la vende a 140 mil dólares, tendrá que pagar el 15% por los 40 mil dólares ganados.

Respecto del impuesto al cheque, que representa el 9% de la recaudación tributaria total, hay un truco contable: se podrá compensar con las ganancias que tenga una empresa. Sin embargo, la mayoría de las empresas paga un gran número de impuestos antes de computar ganancias. Con lo cual, a los efectos prácticos, el impuesto al cheque sólo se verá compensado muy parcialmente. ¿O alguien cree que van a suprimir al tercer impuesto que más recauda luego de IVA y ganancias?

Hay concesiones negociadas con las provincias, en las que estas reducirán ingresos brutos (impuesto provincial). ¿Cómo las compensan? Con nuevos impuestos a todas las bebidas y también con el impuesto a la renta financiera, con alícuota del 5% para títulos en pesos y del 15% para títulos en dólares.

La reforma planteada no es más que un enroque de decenas de piezas de un lugar a otro. Nicolás Dujovne indicó que terminaba siendo una reducción de la presión tributaria y que impondría un costo para el Estado del 1,5% del PBI que iría compensando a lo largo de los próximos años con mayor actividad. ¿Es esto así? Es prácticamente imposible de saber con la poca información que se tiene hoy disponible. En cualquier caso, esa conclusión tiene algunos supuestos de aumento de actividad que se vislumbran criticables luego de una reforma difícil de entender.

Los argentinos debemos entender que la única manera de tener una reforma contundente y clara es exigir la baja del gasto público a nuestros dirigentes. Sin esto, cualquier reforma seguirá siendo un ensayo oscurantista.

El autor es licenciado magna cum laude en Economía de la Universidad de San Andrés y MA de la University of Chicago. Fundador y CEO de Carta Financiera y especializado en el diseño de sistemas de trading.

Guardar