El lema de empoderamiento nos obliga a rever las acciones que debemos realizar para dotar a las niñas de un conjunto de herramientas que incrementen su potencial y el desarrollo de las capacidades necesarias para actuar, desenvolverse y participar en la sociedad con plena libertad.
La mujer es la semilla de toda sociedad. Es el calor del afecto y la contención, donde hay mujeres, hay hogar. Empoderar a las mujeres es empoderar a la sociedad. Hay 1,1 mil millones de niñas en el mundo y cada una de ellas merece igualdad de oportunidades para hacer efectivo el disfrute pleno de sus derechos humanos y su potencial, a fin de contribuir al desarrollo nacional, político, económico, social y cultural, y de beneficiarse de sus resultados.
La educación es el factor fundamental para la promoción de la igualdad de oportunidades, más aún cuando se pone en el centro a los estudiantes como agentes de cambio. La tasa de egreso en el nivel secundario del total de mujeres es de 52,69% y la tasa de abandono es de 9,34 por ciento. Por otro lado, los datos que brinda el Ministerio de Salud de la Nación, en relación con el porcentaje de bebés de madres adolescentes (menores de 20 años) se ha mantenido estable en torno al 15%, y que a su vez, el 67% de las adolescentes que tiene un hijo, reporta que ese embarazo fue no intencional.
Dichas estadísticas demuestran que, pese al creciente reconocimiento internacional de que la educación de las niñas constituye una de las herramientas más eficaces para el progreso, siguen padeciendo discriminación en la enseñanza. Debemos garantizar el acceso equitativo y la permanencia en la escuela de las niñas, para dotarlas de una educación que les permita construir su proyecto de vida. Educación es igual a aprendizaje, aprendizaje es saber y libertad. Mujeres madres que logran su escolaridad completa logran que sus hijos terminen la escuela con mayor probabilidad que los hijos de madres no escolarizadas.
Las condiciones no deseadas y determinantes del proyecto de vida de las niñas deben ser combatidas como una degradación a los derechos humanos fundamentales y un obstáculo para el desarrollo sostenible de valores, progreso y crecimiento de nuestra nación.
Debemos asumir el reto de realizar progresos significativos en garantizar el acceso y la permanencia de nuestras niñas a una educación de calidad, que les provea una formación integral para que puedan decidir en función de su proyecto personal de vida; entendiéndolo no sólo como un ordenador de prioridades, valores y expectativas, sino también como construcción de su autoestima que les brinde bienestar y felicidad.
El sexto aniversario del Día Internacional de la Niña se presenta como una buena oportunidad para ajustar el rumbo en las acciones que debemos tomar como prioritarias para potenciar los beneficios del empoderamiento de nuestras niñas.
La autora es secretaria de Innovación y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación.