Otra mala noticia para el presidente Mauricio Macri que llega desde el Kremlin. Las manos del presidente de Rusia Vlady Putin también están laboriosas en la causa independentista de Cataluña, una insurrección que por ahora se dirime en la Justicia con algunos tumultos callejeros. La abundante red informativa que tiene salida desde el Kremlin, agencias de noticias, radio, televisión, redes sociales, páginas web, están cargadas de soporte al levantamiento anti-España que tiene cabecera en Barcelona.
Macri tiene los ojos puestos en la marcha del presidente Putin vinculada con la agresiva política rusa en el borde fronterizo con la alianza occidental que se siente con respaldo de la OTAN; y si no los tiene, debería tenerlos. Macri espera, más allá del resultado de las elecciones presidenciales en marzo del año próximo que auguran un triunfo de Putin, que el mandatario ruso se haga presente en Buenos Aires a mitad de 2018 en la reunión cumbre del G20. Hay más. Macri espera saludar a Putin en Moscú cuando comience el mundial de fútbol donde el equipo argentino debería estar presente.
A tal punto el Kremlin apuesta a la fractura en España que el diario Vzglyad, de clara posición favorable a Putin, adelantó que Cataluña buscará el reconocimiento de Abjasia y Osetia del Sur, los enclaves de Georgia que proclamaron independencia con el soporte militar de Rusia. No es una casualidad que los únicos países que apoyan a los territorios alzados contra el gobierno central de Georgia estén encabezados por Rusia, con la compañía de Venezuela, Nicaragua y Nauru, una pequeña isla ex Australia que no tiene capital aunque se declara independiente.
La política anti alianza occidental de Putin pone en aprietos al presidente Macri, que no tiene ningún interés en quedar envuelto en un diferendo que genere ruidos con Moscú a la vista de los acontecimientos del año próximo. Una foto con Putin en Buenos Aires, otra en Moscú, son relevantes para el gobierno del presidente Macri, que todavía no ha expresado, al menos para el debate público, un repudio a las intervenciones militares de Rusia en Ucrania, donde invadieron Crimea y eligieron autoridades, como en los territorios georgianos de Abjasia y Osetia del Sur.
El Kremlin espera que una Cataluña independiente reconozca a Crimea como Estado asociado de Rusia en medio de un ambiente europeo de hostilidad manifiesta con Putin. El triunfo electoral de la señora Ángela Merkel en Alemania es una mala noticia para el actual presidente de Rusia. Putin conserva todavía la intención de influir en la política alemana donde pasó ocho años como jefe de la estación Berlín del servicio secreto de la ex Unión Soviética. Merkel, con una Alemania poderosa en términos económicos y políticos como pieza fundamental de la OTAN, es un frente indeseado para Rusia.
En realidad, la política de Putin, más que sostener la independencia de Cataluña, busca alterar los nervios de la Unión Europea como lo hizo el mes pasado con las maniobras militares Zapad-17 en el territorio aliado de Bielorrusia, bajo la protesta generalizada de la OTAN y la Unión Europea de limitar al máximo la presencia de observadores extranjeros. Putin consiguió que su aliado bielorruso permitiera la instalación de bases militares rusas.
No sabemos cuál es la posición de Macri y su gobierno respecto de la agresiva política de Putin que incluye invasiones militares a países del este europeo. Los desafíos internos le dejan poco margen al Presidente para ocuparse de temas vinculados con la política exterior, a pesar de ser el representante único del país en ese terreno como lo indica la Constitución Nacional. La falta de un equipo o al menos un grupo de colaboradores en el área política de las relaciones exteriores marca una ausencia que se percibe de manera permanente. Es inútil bucear en el debate público buscando algún paper ya no de Macri sino de alguien cercano al pensamiento del presidente que no podría Durán, un especialista en temas subalternos.
El mundo ha sido más generoso con Macri desde el comienzo de su gestión que la respuesta del Presidente. La ausencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas es una muestra bien marcada, una torpeza apenas cubierta por el discurso de la señora Gabriela Michetti, que no quedará en la historia de la estrategia política internacional de la Argentina.
Una curiosidad en el terreno de la diplomacia macrista, el actual embajador argentino en Moscú figuraba como número puesto a ocupar el Ministerio de Relaciones Exteriores en caso de un triunfo de Daniel Scioli en las elecciones presidenciales pasadas, y no es el único favor de Macri a su amigo-contrincante en el área de la cancillería.
En unos pocos días un grupo de parlamentarios argentinos viajará a San Petersburgo para participar de una nueva reunión del Parlamento Mundial. Se encontrarán con una curiosa delegación de legisladores de Crimea, la provincia de Ucrania invadida por Rusia. El Parlamento deberá votar si acepta o rechaza la presencia de los falsos legisladores, posición que también deberán expresar los argentinos con la mirada puesta en los próximos pasos de Putin en Buenos Aires.