Un camino hacia la justicia: acciones solidarias desde la escuela

Max Gulmanelli

"La solidaridad es la ternura de los pueblos", dice Gioconda Belli. Esta frase de la poeta y novelista nicaragüense nos interpela sobre uno de los grandes temas del siglo: la convivencia; la pregunta acerca de si realmente estamos dispuestos a vivir juntos.

Es responsabilidad indelegable del Estado fijar las políticas educativas pertinentes para esta convivencia, y para que la enseñanza y el aprendizaje de acciones solidarias sean una realidad. La ley de educación nacional 26206 incluye numerosas referencias a la necesidad de guiar a los estudiantes hacia la ciudadanía activa y en valores comunitarios. Desde el Ministerio de Educación de la Nación estamos convencidos de que los contenidos curriculares deben comprender la enseñanza de acciones dirigidas hacia el fortalecimiento de la convivencia.

A través del Programa Nacional de Educación Solidaria se fortalecen las propuestas pedagógicas institucionales en muchas escuelas del país que articulan acciones solidarias con contenidos curriculares.

Mediante este programa se lleva adelante el Premio Presidencial Escuelas Solidarias que consiste en brindar apoyo pedagógico a escuelas tanto de gestión estatal como privada, de todos los niveles y las modalidades educativas, para desarrollar experiencias educativas que integren el aprendizaje académico de sus alumnos con la experiencia del servicio a la comunidad.

En los últimos cinco años han participado más de 4.400 instituciones educativas de este programa. Este año recibimos alrededor de 1.300 proyectos de todas las provincias de nuestro país. Queremos que sean cada vez más las escuelas que desarrollen este tipo de experiencias.

Por eso durante el segundo semestre del año se distribuirá en instituciones de gestión estatal el libro Hoy me comprometo: 100 acciones solidarias, de Juan Carr y Yanina Kinigsberg como una invitación a avanzar en la promoción de estas actividades. Creemos que este material servirá como disparador para pensar y llevar adelante nuevos proyectos que mejoren la realidad en la que vivimos.

Además de fomentar la educación solidaria a través de la educación formal, es muy importante ayudar y alentar a las organizaciones de la sociedad civil a que se sumen con iniciativas educativas de aprendizaje en el servicio. Durante la semana pasada participamos del Vigésimo Seminario Internacional organizado por el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS). Esta organización promueve un espacio para el intercambio, la capacitación y la actualización pedagógica en aras de contribuir al fortalecimiento de una cultura de la solidaridad en todo el continente.

¿Por qué es importante fomentar proyectos de aprendizaje y servicio? Porque la solidaridad es el camino por excelencia hacia la justicia. Porque todavía vivimos en un mundo atravesado por numerosas injusticias, demasiado cerrado sobre sí mismo, en el que muchas puertas aparecen selladas y poco espacio existe para un encuentro fraterno con el otro. Porque la construcción de ciudadanía no es un contenido curricular abstracto, sino un desafío constante a asumir el carácter vincular de nuestra existencia, cuya plenitud resulta inconcebible fuera del marco provisto por el noble gesto de compartir y donar nuestra vida.

No sería raro, de acuerdo con los avances de la ciencia y la medicina contemporáneas, que algunos de los niños que hoy están en primer grado asistan a la celebración del tricentenario de nuestra querida Argentina. ¿Cómo será el mundo entonces? ¿Qué cambios, que hoy todavía ni siquiera imaginamos, habrán acontecido para ese momento? No podemos saberlo. Pero sí estamos en condiciones de afirmar que nada será posible si no asumimos primero el riesgo de la ternura, de la maravillosa aventura de convivir y así cumplir el sueño de vivir de una forma distinta. "Ubuntu", dicen nuestros hermanos sudafricanos: "Yo soy porque nosotros somos".

El autor es secretario de Gestión Educativa en Ministerio de Educación de la Nación.