Es un trabajo duro el que le corresponde al nuevo director general electo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El ex ministro etíope de Salud y Asuntos Exteriores, Tedros Adhanom, tiene 4.500 millones de dólares al año para gastar, pero cuando se está tratando de mejorar la salud pública en un planeta de 7.500 millones de personas, hay que usarlos sabiamente.
Por lo tanto, el nuevo director general debe priorizar áreas en las que un enfoque más agudo tendría resultados extraordinarios. Eso significa elegir las inversiones y las políticas que obtendrían más por cada dólar, yen, euro o libra gastados. Hacer esto también reforzará el caso de un aumento en el presupuesto de la OMS.
Si se considera de este modo, la tuberculosis debe estar en la lista, ya que en ocasiones se ha pasado por alto y ha sido insuficientemente financiada. A pesar de ser el mayor asesino infeccioso del mundo, en 2015 recibió el 3,4% de la asistencia para el desarrollo de la salud, en comparación con el 29,7% para el VIH.
Una investigación para el Copenhagen Consensus, el think tank que creé y que examina las mejores maneras de maximizar el impacto del gasto global en salud y bienestar, muestra que reducir las muertes por tuberculosis en un 90% sería una de las inversiones más efectivas. Esto puede lograrse mediante una detección más activa, que conlleve a realizar mayores diagnósticos y aplicar más tratamientos.
Costaría alrededor de ocho mil millones de dólares al año, pero resulta en 1,3 millones menos muertes. En términos económicos, esto traería beneficios de 43 dólares por cada dólar gastado. Mientras que la suma requerida supera el presupuesto de la OMS, sabemos que cuando la organización lidera una iniciativa, otros tienen a seguirla.
Ganancias significativas también provendrían de la intensificación de las iniciativas de inmunización. Los investigadores del Copenhagen Consensus calculan que, por alrededor de mil millones de dólares al año, los programas de vacunación podrían ampliarse para proteger contra la neumonía y la diarrea infantil, lo que salvaría un millón de vidas adicionales cada año. Cada dólar gastado en esto generará 60 dólares de beneficios.
Los esfuerzos para continuar e intensificar la lucha contra la malaria también son muy valiosos, con beneficios de 35 dólares por cada dólar gastado.
La salud materno-infantil, por su parte, también merece ser priorizada. En Bangladesh, por ejemplo, nuestro trabajo muestra que las intervenciones nutricionales para las madres embarazadas y los recién nacidos deben ser una prioridad superior, ya que evitar un retraso del crecimiento transforma toda la vida de un niño. En Haití, nuestra investigación apoya el enfoque de la OMS en la atención materna y neonatal; lograr 95% de acceso a la asistencia sanitaria para las mujeres embarazadas reduciría la tasa de mortalidad materna en un 65 por ciento.
La planificación familiar también merece más atención. Más de doscientos millones de mujeres no pueden conseguir anticonceptivos. El acceso casi universal costaría 3.600 millones de dólares, pero significaría 150 mil menos muertes maternas y 600 mil menos niños huérfanos. La reducción de las tasas de natalidad puede impulsar el crecimiento económico, el llamado dividendo demográfico. Los beneficios para la sociedad valen 120 veces el costo, por lo que esta es una inversión fenomenal que debe ser propugnada por liberales y conservadores por igual.
La acción continuada por la eliminación de la violencia de un miembro de la pareja también es vital. Nuestra investigación muestra que el costo anual de la violencia contra las mujeres llega a los 4,4 billones de dólares y el de los abusos a los niños, a 3,5 billones de dólares.
Me gustaría ver al nuevo director general enfocado aún más en el mayor problema ambiental del planeta: la contaminación del aire interior. Más de cuatro millones de personas mueren cada año por enfermedades relacionadas con la inhalación de humos nocivos mientras cocinan sobre fuegos avivados con madera, ramas y estiércol. Podemos arreglar esto con mejores hornos de cocción y haciendo llegar la red eléctrica a más gente.
Ninguno de estos retos será la historia de salud de mayor interés periodístico. Pero el papel de la OMS y de su nuevo líder debería ser mirar los titulares pasados y las tendencias cambiantes de los contribuyentes y la industria del desarrollo, y poner la atención en las áreas donde cada dólar aporte el mayor impacto.