Como cualquiera que haya leído las noticias las últimas semanas lo sabrá, recientemente científicos del Conicet analizaron una de las banderas argentinas preservadas de mayor antigüedad y revelaron el color original de sus extremos inferior y superior: azul de ultramar. Un equipo formado por investigadores del Centro de Química Inorgánica (Cequinor, Conicet-UNLP) y de la Universidade Federal de Juiz de Fora de Brasil analizó espectroscópica y químicamente hebras de la bandera del Templo de San Francisco en Tucumán, ordenada por Bernabé Aráoz, quien fuese primer gobernador intendente de esa provincia y síndico del Templo de San Francisco en esa provincia.
Según algunos historiadores, resulta ser la más antigua que se ha conservado y que se descuenta que reprodujo fielmente la original, ya que la relación entre Aráoz y Belgrano era muy cercana, tanto que fue el primero quien convenció al segundo de no continuar su retroceso hacia Córdoba ordenado por Buenos Aires y enfrentar exitosamente a los realistas en la batalla de Tucumán.
¿Por qué es importante la polémica sobre los colores de la bandera? Nada tiene de banal discutir sobre si es azul y blanca o celeste y blanca, porque es, en el fondo, una discusión sobre un tema fundamental: ¿es el centralismo o el federalismo el mejor sistema de organización y gobierno para nuestra Argentina? Ese fue la disyuntiva que desembocó en la guerra civil de mediados del siglo XIX que ensangrentó nuestro suelo, que se resolvió, primero, en la batalla de Caseros y años más tarde, en la de Pavón, con el triunfo de los intereses porteños, es decir, de los unitarios liberales. Que, como veremos a continuación, dejaron testimonio de su victoria en los colores de nuestra bandera. Cavando y eternizando así una grieta que es molde de todas las que se sucedieron, también de la actual.
La discusión sobre los verdaderos colores de la bandera es fomentada por la poco definida descripción de su creador: una banda sería blanca y otra azul celeste (la enseña original tenía solo dos campos). Como ya lo escribimos, eran dos proyectos de país los que confrontaban. Los unitarios la concibieron celeste, ese era el color que los identificaba en tiempos de la Confederación. Portar alguna prenda de ese color provocaba un castigo que podía costar la vida.
Cierta vez, corría 1840, Juan Manuel de Rosas leía los informes de su policía. Ante uno de ellos tomó su pluma y escribió: "Prevéngase al comisario Isidro López que el celador que está con él tiene calzones celestes y que él usa capote verde; que si no tienen cómo vestirse uno y otro con exclusión de tales colores unitarios, es menos malo que cesen en su empleo que causar semejante escándalo un funcionario público de su clase. Por lo que se dispone se le dé baja en el Departamento". Es de imaginar que cuando finalmente se impusieron en las cruentas guerras civiles, los unitarios liberales hicieron del celeste el color ya no partidario sino nacional. De allí la celestización de nuestra bandera.
Los federales, cuyo color distintivo era el rojo punzó, en cambio, reivindicaban el azul acentuado para las franjas que encerraban a la blanca, no sólo para diferenciarse de sus adversarios sino también por considerar que ese había sido el deseo de Belgrano. Recordar que el vínculo entre el Restaurador y el creador de nuestra bandera, aunque no personal, fue estrecho, tanto que el primero crió a un hijo de don Manuel y su cuñada María Josefa Ezcurra. En tiempos de Rosas, el oscurecimiento llegó al azul acerado.
Es decir que tomar partido por uno u otro color era, y sigue siendo, inclinarse, basado en constataciones históricas y científicas y en sentido amplio, por un proyecto de país.
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Entre otros antecedentes destaquemos que Juan Gervasio Artigas, el gran caudillo oriental, el pionero del federalismo rioplatense, adoptó los colores azul y blanco para la bandera de los Pueblos Libres cruzada por una franja roja. Enseña adoptada por la mayoría de las provincias litorales que lo erigieron como su protector.
También se debe tener en cuenta que el celeste no es un color heráldico. Sí lo es el azul, lo que puede haber sido tenido en cuenta por Belgrano, quien vivió varios años en Europa y pudo saber que el color azul, en la Heráldica, significa justicia, obediencia, lealtad, piedad y prudencia, virtudes siempre exaltadas por él.
Por fin, hay quienes afirman que los colores de nuestra bandera, quizás también lo de la escarapela, fueron elegidos por lealtad a la decisión de sostener "la máscara de Fernando VII", es decir, esconder las intenciones independentistas que no eran compartidas por no pocos de los revolucionarios de Mayo. El fino estratega que era Belgrano habría creado una bandera "española" con los colores de la casa de Borbón, a la que pertenecía el cautivo rey de España. Para confirmar esto basta con observar el retrato del monarca por mano de Goya, donde puede verse su abultado vientre cruzado por una banda de tres franjas azul, blanca y azul. Colores que derivan de la devoción a la Virgen María, cuyo manto era de esa tonalidad.
Es decir que cuando flamea una bandera celeste y blanca se está contradiciendo la voluntad del gran Manuel y se está festejando el sangriento triunfo de la facción centralista sobre sus hermanos federalistas.