Cristina Fernández está a punto de hacerle al oficialismo el regalo que María Eugenia Vidal más esperaba para afrontar las elecciones legislativas de octubre con grandes expectativas: dividir al peronismo en tres o cuatro corrientes en la provincia de Buenos Aires.
Los alardes monárquicos de CFK la llevan a querer liderar una lista de una mal llamada unidad, donde en realidad pretende manejar la lapicera de designación de candidatos provinciales y municipales como se le plazca.
Cristina no entra en razones de que el kirchnerismo no es el de 2011, cuando ella era presidente revalidada por más del 50% de los votos, contaba con la mayoría en el Congreso Nacional y su poder se multiplicaba geométricamente. Muy lejos de aquella realidad, el kirchnerismo es una corriente con base peronista que intenta sobrevivir y que sólo podría conservar algo de poder en uno de los 24 distritos: la provincia de Buenos Aires.
Cambiemos siempre fantaseó con la idea de competir en octubre contra un peronismo dividido y eso está a punto de ocurrir. Si el kirchnerismo concreta el lanzamiento del Frente Ciudadano para la Victoria, automáticamente el Partido Justicialista como sello quedará al margen porque Florencio Randazzo jamás permitirá que lo dejen afuera de la contienda y Cristina Kirchner nada quiere saber de competir con su ex ministro.
Resuelta la idea de que no hay forma legal de marginar a Randazzo, sino sólo marginando al Partido Justicialista y regalándole el sello, el peronismo iría dividido: el espacio encabezado por Cristina; la fuerza de Florencio Randazzo; el massismo; y algunos intendentes como Alejandro Granados (Ezeiza) y Mario Ishii (José C. Paz), que presentarían listas vecinales en sus municipios, por afuera de Cambiemos, el cristinismo, el randazzismo y el massismo.
Así planteadas las cosas, invariablemente el peronismo dividirá por tres, mientras que Cambiemos no divide. La pelota ahora está en territorio de los intendentes. ¿Quién se favorece en un municipio con tres o cuatro listas peronistas y una sola con el rostro de María Eugenia Vidal?
Pragmáticos hasta la exageración y el error, los intendentes del Conurbano bonaerense pretendían a CFK encabezando una lista de unidad, simplemente porque era la que mejor medía en el justicialismo y así evitaban listas opositoras en sus comunas. Aparentemente, nada de eso ocurrirá y, por el contrario, tendrán varias listas que competirán con sus candidatos.
Más aún. ¿Le regalarán el sello del Partido Justicialista a Randazzo? Con el sello, obviamente, irán millones de pesos producto del pago que el Estado les hace a los partidos políticos en función de los votos obtenidos en las últimas elecciones, en 2015. Millones de pesos.
Antes de la encrucijada planeada por el ex secretario de Legal y Técnica y uno de los artífices de la derrota electoral del 2015, Carlos Zannini, los intendentes tenían decidido ir con CFK y, en caso de que la ex mandataria no se postulara, virar hacia Randazzo. Nada de eso ocurrirá y deberán elegir, con el riesgo que ello implica.
Muchos de los jefes comunales están casi obligados a jugar con Cristina porque es la que más mide, pero el precio será alto si a Cambiemos, Randazzo y Massa les va mejor de lo que estiman. Irán a bordo de un barco que puede convertirse en el Titanic si el kirchnerismo con Cristina Fernández tiene un desempeño imprevisto y asistirán a la agonía de una corriente política que supo concentrar todo el poder en la Argentina y que, inevitablemente, deberá licuarse dentro del Partido Justicialista o bien transformarse en una fuerza peronista de centroizquierda en alianza con fuerzas marginales como La Cámpora, Nuevo Encuentro, Miles, Kolina y Quebracho.