Acuerdos con China: ¿cooperación o dependencia?

Los acuerdos con China son el mayor acuerdo económico internacional firmado en la Argentina contemporánea y un enorme error estratégico, porque tendrá inevitables consecuencias que deberán asumir las generaciones futuras

Detrás de los buenos modales y del discurso de Cambiemos se esconden las nuevas maneras del coloniaje de siempre. Los 16 acuerdos firmados por Mauricio Macri con China son la continuidad de los que firmó Cristina Fernández de Kirchner. No hacen más que acentuar nuestra dependencia económica con una potencia extranjera, enterrar la vocación industrialista de la Argentina y, lo que es peor, se priva a los argentinos de trabajo genuino al importar bienes que podríamos fabricar aquí.

El 18 de julio 2014, la ex Presidente firmó el Convenio Marco de Cooperación con la República de China. Fueron 14 acuerdos, con sus convenios complementarios, entre los que se contaba la cesión de doscientas hectáreas para la construcción de una base satelital de uso civil y militar. La base se construyó en Neuquén sin previo debate en el Senado y expone al país en caso de conflicto: es la única base que tendrá China en el hemisferio sur para seguir satélites y misiles.

El Gobierno de Cristina Kirchner mantuvo en secreto los acuerdos; es una arbitrariedad que las cláusulas complementarias no se pongan en conocimiento del Congreso.

Macri decidió continuar con las mismas políticas de secretismo de Estado del gobierno anterior, aplicadas en los convenios firmados en el 2013 con Chevron y con Dow Chemical por el yacimiento Vaca Muerta. El 18 de abril firmó, en Pekín, 16 nuevos convenios con China cuyo texto completo, con las obligaciones y el endeudamiento que se contrae, se mantiene en secreto a pesar de la ley de acceso a la información pública.

Los acuerdos con China son el mayor acuerdo económico internacional firmado en la Argentina contemporánea y un enorme error estratégico, porque tendrá inevitables consecuencias que deberán asumir las generaciones futuras. Es un acto de desprecio hacia las capacidades de cientos de ingenieros, técnicos y científicos, y una injustificable postergación de la reactivación de nuestras industrias.

El gran gestor del comercio con China es Franco Macri. ¿No debió su hijo, como presidente, tomar distancia, llamar a licitación y someter a debates las ofertas? ¿No fue uno de los argumentos para saldar la deuda con los buitres, que si no pagábamos, Europa no nos vendería? Mentiras, imposturas, actuaciones para tapar negocios familiares, aunque se ven los hilos de la careta.

El Gobierno acordó con China un financiamiento de 12.500 millones de dólares para construir dos plantas nucleares, una con una potencia de 721 MW y la otra de 1.150 MW; suman entre ambas 1.871 MW de potencia instalada. Por el mismo monto, podrían instalarse parques eólicos con una capacidad de 5.100 MW o granjas solares fotovoltaicas con una capacidad de 2.600 MW. Inclusive en países como Alemania, hay un proceso de desinversión y están cerrando sus plantas nucleares.

También decidió continuar con la construcción de las represas en Santa Cruz por la llamada cláusula "default cruzado". Es decir, si el gobierno argentino decidía no continuar con dichas represas, automáticamente se caían todos los otros acuerdos firmados.

En otro de los acuerdos firmados con China cerró la compra de 1.400 a 1.500 coches-motor eléctricos para equipar la Red de Expresos Regionales (RER), los cuales, de fabricarse aquí, representarían la creación de 90 mil puestos de trabajo. En un país con 32% de pobres y un 38% de trabajadores precarizados sin cobertura social, estamos frente a la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo estables: se compran 176 formaciones ferroviarias, con sus repuestos, sus rieles y sin licitación ni transferencia tecnológica. Es irresponsable seguir comprando de esta manera sin que sirva para reconstruir la mayor industria ferroviaria que tuvo el hemisferio sur (pública y privada).

"Gobernar es crear trabajo" decía Perón, trabajo digno y estable, con empresas, industrias y una política de protección. Son parte del patrimonio cultural de una nación. Ninguna dirigencia seria deja morir una industria o cerrar una fábrica. Brasil y otros países construyen con empresas extranjeras en su propio país, con mano de obra local y transferencia tecnológica. Lo que se compra afuera y en secreto cuando se puede fabricar aquí tiene nombre: traición al país y a las generaciones futuras.