El ajedrez de a tres es una variante del ajedrez tradicional en la que, además de ser tres y no dos los jugadores, se usa un tablero exótico; por ejemplo, un tablero hexagonal o uno con tres lados conectados en el medio por un camino especial.
Hay tantas variantes en este juego ampliado que son difíciles de diseñar debido al desbalance que se produce cuando dos jugadores atacan a uno, lo que es difícil de combatir para el jugador atacado. Algunas versiones evitan esto dándole la victoria al jugador que hace jaque primero. Los otros jugadores (el que ha recibido mate y el que no) pierden.
El peronismo en la provincia de Buenos Aires se ha transformado en un ajedrez de a tres, con jugadores muy bien definidos: a) el kirchnerismo, que intenta "volver" a ser una alternativa de poder e impulsa para ello a Cristina Kirchner, Daniel Scioli o, en un escalón más abajo, Verónica Magario y Martín Insaurralde; b) el peronismo ortodoxo o randazzismo, que buscan dejar atrás al kirchnerismo y promueve la figura de Florencio Randazzo; c) el massismo, que a partir de Sergio Massa persigue un espíritu frentista junto a Margarita Stolbizer, donde no quieren ningún acuerdo con el Partido Justicialista, sino que dirigentes peronistas se suman a su fuerza.
Cristina Fernández, Sergio Massa y Florencio Randazzo son los tres jugadores cuyas movidas están íntimamente ligadas y cada acción de uno afecta al otro, invariablemente. Por eso no es casual que ninguno de ellos haya adelantado sus planes —si será o no candidato— y dejan la decisión para último momento, tal vez horas antes del 24 de junio, fecha límite para la presentación de candidatos en las elecciones legislativas 2017.
¿Por qué sus futuros se entrecruzan? Randazzo se transformó en la piedra en el zapato del kirchnerismo. El ex ministro del Interior está decidido a ser precandidato del peronismo y a competir en internas. La victoria que persigue Randazzo no es en las elecciones legislativas frente a Cambiemos (eso sería una panacea), sino vencer al kirchnerismo en internas. Ese triunfo —interpreta— lo catapultaría como uno de los referentes del nuevo peronismo.
Obviamente no es lo mismo si debe enfrentarse con Cristina Fernández que con Daniel Scioli o Martín Insaurralde. Pero está jugado, tiene poco que perder. Ahora bien, por estos días, Randazzo se ocupó de multiplicar sus reuniones tendientes a cooptar dirigentes peronistas del massismo —Felipe Solá, Facundo Moyano— y del Frente para la Victoria. Sin embargo, todos dudan. Ocurre que nadie tiene certeza de que Randazzo se impondrá en una interna del Partido Justicialista y para cualquiera de ellos, si decidiera pegar el salto al randazzismo, una posterior derrota los dejaría sin candidaturas, con las manos vacías.
Randazzo tiene otro obstáculo. No es bienvenido por el kirchnerismo, que todavía le endilga no haber aceptado la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires y hasta lo culpa de su negativa, que luego derivó en la derrota electoral de Aníbal Fernández frente a María Eugenia Vidal en 2015. Por ello, el ex funcionario deberá hacer un delicado equilibrio antes de una eventual interna y mucho más después, si es que gana, para que el kirchnerismo de paladar negro no pegue un portazo y llame a votar por otro.
¿Qué ocurriría si el kirchnerismo pierde la interna y hace la gran Lousteau? Como en el 2015, cuando llamó en la Ciudad de Buenos Aires a votar masivamente a Lousteau en el ballotage frente a Horacio Rodríguez Larreta y le aportó más de veinte puntos al ahora ex embajador argentino en Estados Unidos, poniéndolo a pocos puntos de vencer al actual jefe de gobierno porteño.
¿Y si el kirchnerismo perdiera con Randazzo y llamara a votar a Massa o Malena Galmarini? En el Frente para la Victoria (FPV) Cristina Fernández es quien diseña y hasta existe la posibilidad de que encabece la lista de candidatos a legisladores nacionales por el FPV. Sin embargo, según los números que maneja ese espacio, después de CFK, quien mejor mide es Daniel Scioli. Al menos, antes del escándalo con su novia Gisela Berger.
Sin duda, más allá del culebrón de Scioli, el escándalo no sólo podría afectar el sueño del ex gobernador de volver a ser candidato sino que hasta podría obligar a Cristina a competir y encabezar la lista. Salvo que el kirchnerismo ate su suerte a un Scioli devaluado o a otros dirigentes que no mueven el amperímetro como Magario o Insaurralde.
Por eso no está claro que Randazzo tenga asegurada una interna en el peronismo, más allá de la ley electoral. Algunos rumores sostienen que el kirchnerismo que maneja buena parte de los apoderados en la provincia podría complicarle los trámites a Randazzo.
No obstante, en un país como la Argentina hay que saber esperar. Tal vez Scioli no pierda muchos más votos de los que perdió tras la llegada de Cambiemos al gobierno nacional y bonaerense, y se mantenga en carrera cuando la mediatización de su vida privada baje.
Massa también está en el medio. Su decisión de ser candidato depende de lo que hagan Cristina y Randazzo. El ex intendente de Tigre se sentiría ganador si tuviera que competir con Scioli o Magario. Si la candidata es la ex Presidente, sabe que hoy araña los 30-35 puntos de intención de voto y sería una competencia peligrosa, porque si quedara tercero detrás del oficialismo y del FPV, sería catastrófico. Además, si no es candidato, el surgimiento de Randazzo hace peligrar el cambio de bando de algunos de los hombres de su espacio, el Frente Renovador.
Además, en territorio bonaerense, hay muchos dirigentes que reclaman a Massa que sea él quien encabece la lista, porque de lo contrario, perderían los concejales o los legisladores provinciales que consiguieron en 2013.
Tal como el ajedrez de a tres, uno de los jugadores será el que haga jaque mate y perderán los otros dos.