El sueño macrista del bipartidismo

El oficialismo trabaja para un sistema de bipartidismo, aunque en realidad no se trate de dos partidos sino de dos coaliciones y que del otro lado esté, imagina, el peronismo en un frente con otras fuerzas menores

El frente oficialista Cambiemos, ese armado que acordaron dos años atrás el PRO, la UCR y la Coalición Cívica para presentarse a las elecciones generales que terminaron con la victoria y la instalación de Mauricio Macri en la Casa Rosada, aspira a consolidarse con un triunfo en las elecciones legislativas de octubre. No sólo como gobierno sino como una alternativa política que trascienda incluso el 2019, al estilo de las concertaciones partidarias en Chile o Uruguay, que van más allá de los nombres.

Esta proyección a futuro es un tema que forma parte de las charlas que mantienen entre sí los tres fundadores de Cambiemos: Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Elisa Carrió.

El oficialismo trabaja para un sistema de bipartidismo, aunque en realidad no se trate de dos partidos sino de dos coaliciones y que del otro lado esté, imagina, el peronismo en un frente con otras fuerzas menores.

"Hay grandes dirigentes en el peronismo que asoman, como los gobernadores Juan Manuel Urtubey, Sergio Uñac, Gustavo Bordet, Domingo Peppo, Sergio Casas o el propio Juan Schiaretti. O dirigentes como Sergio Massa o el mismo Florencio Randazzo, que avizoran un nuevo peronismo y que bien podría ser el otro polo con el que sentar las bases de una nueva Argentina, más allá de a quién le toque gobernar", reflexiona un importante dirigente de Cambiemos.

Ese dirigente habla del futuro de Cambiemos con el Presidente, quien está totalmente de acuerdo en que "lo mejor que le puede pasar a la Argentina es que haya dos polos", un bipartidismo, que puedan consensuar los grandes temas y dejar para los períodos electorales las discusiones menores, coyunturales.

En el oficialismo no todos ven con buenos ojos la actual polarización con el kirchnerismo, porque de alguna manera sirve para mantener vivo a ese espacio político que gobernó durante 2003-2015.

Si bien a los ojos de Jaime Durán Barba es un escenario perfecto, porque permite plantear al electorado una elección entre el cambio o el pasado, quienes alimentan el bipartidismo hubieran preferido ya en estos comicios de octubre una confrontación con el "nuevo peronismo".

Juran que la polarización no fue una idea del gobierno sino que se planteó naturalmente. Explican que las decisiones que debió tomar Macri y que afectaron negativamente la economía inevitablemente levantarían la voz del kirchnerismo, del sindicalismo más combativo y de la izquierda.

"Pero las elecciones van a funcionar como un tamiz. Esos sectores quedarán claramente encapsulados; nosotros nos consolidaremos como espacio político junto a la UCR y a la Coalición, además de otros partidos provinciales y del otro lado decantará una nueva cúpula peronista que construirá otra alternativa que dejará atrás al kirchnerismo", razona un operador político de Cambiemos.

En el frente oficialista saben que, salvo una crisis económica, Cambiemos tiene una proyección interesante.

Un dirigente radical admitió que lo mejor que puede ocurrirle a Cambiemos en esta etapa es que la UCR no cuente con ningún líder, ningún presidenciable. De esa manera, aportará toda su estructura al PRO para sostener Cambiemos y, una vez consolidado el frente, ya no habrá más disputas entre partidos sino que "todo se institucionalizará".

Incluso, el mismo dirigente indicó: "Tenemos un grupo de diez dirigentes políticos para dar pelea durante mucho tiempo". Entre esos nombres, además de Macri, citó a María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio, Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta, Emilio Monzó, Ernesto Sanz, José Corral, Gerardo Morales, José Cano.

En segunda línea, dicen, hay otro grupo de jóvenes prominentes que integran Esteban Bullrich, Manuel Mosca, Federico Salvai, Nicolás Massot, Maximiliano Abad, Juan Nosiglia, Fernando Sánchez, entre otros, que prometen consolidar una camada de aquí a unos años.

Claro está, y todos asienten, que esta proyección bipartidista está supeditada a dos factores: que la economía no se convierta en una crisis que haga estallar en pedazos la coalición gobernante y que el peronismo no se rompa en varias corrientes, producto de la falta de liderazgo.