Luego de obtener el 23,75% de los votos en la primera vuelta, el socioliberal Emmanuel Macron encarará la segunda vuelta de la elección presidencial de Francia como favorito frente a la ultraderechista Marine Le Pen, que obtuvo el 21,53% de los votos. La segunda vuelta se celebrará el 7 de mayo. La poca capacidad de predicción y credibilidad que vienen teniendo las encuestas en los últimos años ha magnificado la posibilidad de un resultado desfavorable para la eurozona.
Pero si algo quedó claro, es que hay novedades en Europa: la votación dio a casi un desconocido en la política francesa la mayoría de los votos, y a la extrema derecha y a la izquierda, mucho poder. Los resultados de los comicios del domingo alejaron el espectro de un duelo entre la extrema derecha y la izquierda radical e inyectaron de optimismo no sólo a la Bolsa de Francia, sino a las demás plazas financieras, con una recuperación de todos los activos de riesgo y una baja del dólar y de los bonos de tesorerías de máxima calificación, en un proceso conocido como el "vuelo a la calidad inverso".
Las Bolsas europeas reaccionaron con fuerza y al alza: los inversores parecen dar por descontado que Macron, el candidato más a favor de conservar el statu quo de la eurozona, se impondrá en la segunda vuelta de los comicios. Pero esta primera vuelta, y en caso de que Macron sea presidente de Francia, no remueve por sí solo los problemas de fondo que enfrenta Europa en materia de refugiados, baja tasa de crecimiento, envejecimiento de la población, terrorismo y sobre todo el deseo de dar una respuesta más concreta a las necesidades de sus habitantes en un entorno de mayor nacionalismo y proteccionismo con baja creación de nuevos empleos.
Se trata de un proceso que se ha iniciado con las crisis fiscales y de deuda de los años 2011 y 2012, como consecuencia de la recesión mundial del año 2009. La periferia europea mostró varias veces sus debilidades; recordemos cuánto se escribió de los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) y los problemas de la banca europea, habiendo tenido que capitalizar de urgencia a la banca italiana y de haber sospechado mucho de la solvencia de emblemáticas instituciones en el pasado, como fue el caso de Deutsche Bank.
El futuro de Europa sigue en vilo. Le Pen pretende retirar a Francia de la Unión Europea y de la moneda común, un golpe que podría ser más fuerte que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y podría significar el desmembramiento del bloque, el comienzo del final del euro.
Parecería que esta elección se resolvió a favor de Europa, como fue el caso en las últimas votaciones de España y Holanda, pero no fue la primera vez ni será la última en la que las fuertes dudas surjan acerca de la voluntad de toda Europa de seguir integrada. Y existen cada vez más voces que reclaman un cambio de timón. Además, como la mayoría de los 11 candidatos hizo campaña contra la Unión Europea echándole la culpa de los numerosos problemas económicos y de seguridad que afronta Francia hoy en día, muchos de los votantes de los partidos más chicos estarán tentados en darle el voto a Le Pen en la segunda ronda.
Igual hay que esperar. La gente ha demostrado en otras elecciones que vota independientemente de los mandatos de su partido. El voto es más independiente, como ya quedó claro en Estados Unidos e Inglaterra. ¿Cuán cansada está la gente de los problemas cotidianos que la agobian? ¿Dónde ve respuesta a su malestar? Todos dicen que la respuesta pasa por Macron. Habrá que esperar. Es el verdadero poder el que va a hablar: el ciudadano.