La globalización ha tenido un avance espectacular en las últimas décadas. Casi no quedan productos 100% locales, ya que sus componentes provienen de distintos lugares del planeta por razones de costo o practicidad. Sin embargo, en los últimos años hemos asistido a un proceso de revival del nacionalismo, tanto de izquierda como de derecha. Estados Unidos es el ejemplo más llamativo, ha virado hacia la concepción de un mundo más cerrado, protegido, arancelado y crítico de los acuerdos comerciales.
Europa no se queda atrás. Quizás los fallidos intentos para reactivar la economía o las pesadas herencias en materia de déficit fiscal, deuda pública, alto desempleo y poca creación de puestos de trabajo en el sector manufacturero sean los responsables.
Quizás haya sido el avance del terrorismo, o bien la crítica situación en el este europeo con los refugiados sirios y de otras naciones en crisis. El Brexit ayudó a tomar impulso, ya que reforzó el patriotismo, el concepto de "fronteras seguras" y la "identidad nacional".
Pero lo cierto es que las diferencias en el seno mismo del bloque de países de la Eurozona son abismales. Allí conviven Grecia, la eternamente sostenida con cables de acero tensados por el Banco Central Europeo y la Troika, con la poderosa Alemania. Allí conviven culturas latinas más laxas y nacionalistas con países que siempre defendieron cierto liberalismo en el estado de su economía.
El mundo está cambiando y en Europa las transformaciones se aceleraron. Se defiende un poco más lo propio y se cierra a lo ajeno. ¿Y los principios de la Revolución francesa dónde quedaron? Parecen haber quedado lejos. Los principios básicos de la Revolución francesa de 1789 que inspiraron a la primera república en 1792 son libertad, igualdad y fraternidad. La libertad queda expresada en nuestra sociedad actual en el sentido de que nadie puede ser obligado a hacer lo que la ley no manda ni privado de lo que ella no prohíbe.
En cuanto a la igualdad, todos los habitantes deben ser iguales ante la ley. Ambos principios son constitucionales, o sea que están incluidos en la Ley Fundamental de la nación. La fraternidad significa hermandad y fue más propia del pensamiento revolucionario francés que de su legado a la posteridad, a la luz de los resultados actuales. Hoy los hombres y los países no suelen mostrarse como hermanos.
Las elecciones de este año en Europa, tanto en Francia, Alemania como en Holanda y la reciente salida de Matteo Renzi en Italia ante la imposibilidad de instrumentar cambios vitales en la economía han alimentado la incertidumbre.
Quizás los miedos sean exagerados, pero que Marine Le Pen del Frente Nacional (extrema derecha) pueda llamar a un plebiscito si llegase a ser presidente para salirse del euro justifica por sí solo que la segunda economía europea meta presión sobre el euro, que estos días cayó a EURUSD 1,05 y parece encaminarse a la paridad de no mediar grandes noticias en sentido contrario.
Italia también puede adelantar las elecciones nacionales fijadas para principios de 2018, contribuyendo al riesgo político en el Viejo Continente.
En Holanda el frente de extrema derecha va primero en todas las elecciones. Y puede plantear eventualmente una salida del euro. Lo sabremos pronto. Allí ningún partido ganó en forma solitaria, sino con una coalición: los partidos políticos que participarán en esos comicios serán 31 grupos que lucharán por el cada vez más dividido voto de los holandeses. El ultraderechista Geert Wilders y el liberal Mark Rutte lideran la intención de voto, y entre ambos podrían obtener el 60% del total de votos, pero ninguno está dispuesto a formar una coalición con el otro, por lo que tendrán que negociar con los demás grupos para obtener los 72 escaños necesarios para gobernar.
En Austria también existe un brote de nacionalismo fuerte. Por ahora quedó relegado, tal como el frente nacionalista de izquierda Podemos en España, que quedó muy lejos de dar el batacazo.
El Frente Nacional en Francia, Alternativa para Alemania, la italiana Liga Norte, el Partido de la Libertad de Austria y el holandés Partido por la Libertad ganan espacio. El triunfo de Trump los seduce. Por eso algunas estrellas de la bandera de la Eurozona podrían caerse.
A estar atentos al desarrollo de los movimientos nacionalistas de ahora en más, que tendrán seguramente repercusiones en la economía mundial.