La sesión de Diputados por ganancias fue la exaltación de la demagogia. Si realmente están preocupados por los que menos tienen, deben darse cuenta de que el impuesto que a los pobres más castiga es la inflación (el impuesto que más los afecta después del IVA). Y gravando a las Lebacs le estarían aumentando el costo al único actor de la economía argentina que está actuando para bajar la inflación de una manera consistente: el Banco Central (BCRA).
La política monetaria que emplea el BCRA para bajar la inflación es simple: pagar una tasa de interés de las Lebacs que esté aproximadamente un 5% sobre la tasa de inflación. Hoy paga el 24,75% porque la inflación mensual se está ubicando en torno al 1,5 por ciento. Cuando se anualiza este 1,5% mensual, se obtiene un veinte por ciento. El objetivo es absorber pesos de la economía para disminuir la oferta de pesos circulantes (obviamente, esta política tiene un costo también).
Si se pusiera un impuesto del 15% a las Lebacs como pretende la ley con sanción en Diputados, la tasa neta que tendría que recibir un inversor en Lebacs para que la política monetaria surtiera el mismo efecto tendría que ser la misma. En consecuencia, la tasa de Lebacs antes del impuesto tendría que trepar al 29,12 por ciento. ¿Por qué? Porque si por cada 100 pesos invertidos en Lebacs se obtienen 29,12 pesos antes de impuestos, una vez que se pague el 15% sobre estos intereses se llegará a 24,75 pesos (el rendimiento neto sin la existencia del impuesto a las Lebacs).
Lo primero que queda a la vista es que lo que se gana por el impuesto cobrado se pierde por el mero hecho de que hay que pagar más tasa de Lebacs para que el efecto de la política monetaria sea el mismo. Con lo cual, desde el punto de vista recaudatorio total, no hay absolutamente ningún cambio: el Estado no recaudaría ni un centavo más. Sin embargo, acá aparece el efecto nocivo para el BCRA.
El impuesto lo cobra la nación y además es coparticipable. En consecuencia, el BCRA paga más tasa, pero no recibe nada del impuesto. Pero tampoco el Gobierno central recibe la totalidad del impuesto por coparticipación. En definitiva, termina siendo una redistribución de recursos del BCRA hacia el Estado nacional y las provincias. Esto se sumaría al ya sabido alto costo que tiene este programa antiinflacionario en el balance del BCRA (tema que merece un artículo aparte).
Suena lindo y hasta parece razonable, para quien no tiene la menor idea, querer cobrarle impuestos a la renta financiera porque se ve como un bastión inexpugnable de los que más tienen. Sin embargo, esto desincentiva el ahorro y encarece más la defensa contra la inflación. La inflación es la enfermedad que la economía argentina tiene que atacar con todas sus fuerzas, pero algunos políticos parecen ignorar que gravando las Lebacs están quitándole fuerzas a la única entidad que está presentando batalla: el BCRA.
El autor es CEO de Carta Financiera SRL.