La invasión de especies exóticas es muy peligrosa para los ecosistemas ya que generan riesgos ambientales severos. El factor caviar y el riesgo de plaga.
El caviar es uno de los platos más codiciados del mundo. Se produce a partir de los huevos sin fecundar del esturión. Las huevas de caviar suelen pagarse a precios que van desde los 1.500 a los 3.000 dólares el kilogramo, dependiendo de la especie de la cual provengan (hay unas 25 especies). Los esturiones son uno de los peces más antiguos que se conocen. Su origen se remonta al período Jurásico, hace 250 millones de años, en la época en que los dinosaurios reinaban el planeta. Se los encuentra en los grandes sistemas fluviales del hemisferio norte (América del Norte, Europa y Asia), así como en el mar Negro y en el mar Caspio.
Se considera que el mejor caviar proviene de los esturiones que se pescan en el mar Caspio en Azerbaiyán, Irán y Rusia. La sobrepesca y la contaminación de los cuerpos de agua han llevado a una drástica reducción de las poblaciones naturales y esto ha estimulado el avance en la piscicultura de esta especie en el hemisferio norte.
En 1996, la empresa Esturiones del Río Negro S. A. (actualmente denominada Black River Caviar) se estableció en el Uruguay y fue pionera en la producción de caviar en Sudamérica. El criadero se instaló en la zona de la represa de Baygorria, en el río Negro. En esa primera instancia se cultivaron dos especies: el esturión siberiano y el esturión sterlet, que son las especies que mejor se adaptan a un amplio rango de condiciones ambientales. En el año 2005, esta empresa comenzó el cultivo de esturión ruso de donde se obtiene uno de los caviares más caros, el ossetra. Finalmente, en 2010 se comenzó con el cultivo del esturión beluga, que es el pez de agua dulce más grande del mundo (hasta 8 metros de largo y más de 3 toneladas de peso) y del que se obtiene el caviar más caro de todos: en algunas subastas puede llegar a venderse hasta 16 mil dólares el kilo.
Considerando que si se ingresa en los exigentes mercados internacionales del caviar, el valor agregado de estos productos es altísimo y las ganancias que puede producir son enormes, es interesante preguntarnos si la Argentina ha intentado criar esturiones. Respecto a este tema, el doctor Pablo Scarabotti, especialista en ecología de peces del Instituto Nacional de Limnología (Conicet), manifestó: "Al mismo tiempo que en Uruguay importaban el esturión beluga, la firma Esturiones y Caviar S. A. se instalaba en una antigua estación de piscicultura en la localidad riojana de Anillaco, e iniciaba el cultivo de esturiones beluga, siberiano y ruso". El investigador señaló además: "Esta estación había sido construida por orden del entonces gobernador de La Rioja, Carlos Menem, para el cultivo de truchas con el destino de promover la pesca deportiva en los ríos de esa provincia. También hubo iniciativas de cultivo en la provincia de San Luis".
En el mes de octubre de este año, un pescador artesanal pescó un ejemplar de esturión en la laguna Coronda (Santa Fe) y provocó cierto revuelo, aunque no es la primera ni será la última vez que estos peces aparezcan por nuestras aguas continentales. Al respecto de estas apariciones de esturiones en la cuenca del Paraná, el licenciado Jorge Liotta, director del Museo de Ciencias Naturales P. Scasso de San Nicolás, afirmó: "El primer registro documentado es de un ejemplar capturado en el Río de la Plata en 1999; sin embargo, ya había comunicaciones previas de pescadores y turistas que los habían pescado principalmente en el bajo río Uruguay. En los años siguientes, continuaron apareciendo ejemplares, aunque con baja frecuencia, llegando al río Paraná, al menos hasta la ciudad de Paraná (a más de 750 kilómetros por agua de los establecimientos de acuicultura en Uruguay)". El investigador añadió: "La especie más frecuente es el esturión siberiano. En total, los registros reunidos suman más de veinte. En general, se trató de ejemplares de buen tamaño, de entre 40 cm y 1 m de longitud total, con pesos mayores a 1 kg y hasta 4 o 5 kg".
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En nuestros lagos y ríos existen dos especies de peces invasores que merecen particular atención. Por un lado, la trucha arcoíris, que ha sido introducida con fines turísticos en buena parte de los ríos de montaña de la Patagonia, Cuyo y noroeste, con grandes impactos sobre las especies nativas de peces, anfibios e invertebrados que no se encontraban adaptadas a la presencia de depredadores de ese tipo, con la consecuente disminución de la diversidad de estos ambientes. Por otro lado, la carpa europea ha desarrollado poblaciones estables en todos los grandes ríos del centro del país y muestra una rápida expansión hacia el norte, el oeste y el sur. Esta especie, considerada como una de las peores especies de peces invasores del planeta por su capacidad reproductiva, su tolerancia a un amplio rango de condiciones ambientales y su dieta variada, puede generar grandes impactos en las especies locales en la medida en que se siga incrementando su importancia numérica en los ambientes naturales.
¿Sería posible que los esturiones que hoy en día nadan por el Paraná y sus cuerpos de agua asociados se convirtieran en otra especie plaga? Scarabotti afirma: "Hasta el momento, no debe considerárselo una especie plaga, ya que no hay evidencia de que las poblaciones silvestres de la cuenca del Plata sean estables. Los registros son muy aislados y parecen no sostenerse en el tiempo; sin embargo, continúan apareciendo a lo largo de los años, lo que sugiere escapes reiterados. Respecto de las características de esta especie como potencial invasora manifestó: "Si bien los esturiones tienen la particularidad de tener una altísima fecundidad que puede superar el millón de huevos, requieren de 4 a 10 años para alcanzar la madurez sexual, hecho que disminuye su capacidad como especie invasora. Aun así, deben exigirse mayores recaudos de los propietarios de los establecimientos para evitar que nuevamente ocurran fugas". Respecto del mismo tema Liotta advirtió: "Se desconoce si los esturiones pueden hacer uso de los recursos de una manera diferente a las especies nativas y desarrollar de este modo poblaciones estables. Por otra parte, un factor de importancia para el éxito en una introducción es la cantidad de ejemplares que ingresan a un nuevo ambiente; en este caso, se viene produciendo un goteo de ejemplares en los últimos 15 años". El investigador alertó: "El ingreso constante de individuos al ambiente a lo largo del tiempo aumenta la probabilidad de que sea exitosa la introducción".
La invasión de especies exóticas es muy peligrosa para los ecosistemas, porque se generan riesgos ambientales severos y este proceso puede cambiar el paisaje, la cultura y hasta la historia de una región. Esto no implica, en el caso de las especies acuáticas, perder cultivos o cría de especies económicamente redituables, pero es indispensable diseñar y llevar adelante controles y seguimientos para evitar los escapes. Para ello, las ciencias biológicas y la producción comercial deben establecer nuevas y mejores relaciones, y el Estado debe fijar y hacer cumplir los controles necesarios.
El autor es doctor en Ciencias Biológicas. Investigador independiente, Conicet. Profesor adjunto de la UBA.