El proyecto educativo cool de Nueva Zelanda

Agustina Lenzi

Hace unos días, el Área de Educación y el Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) organizaron el seminario "Hacia grandes transformaciones en los sistemas educativos: el proyecto COOL (Comunity of Online Learning) de Nueva Zelanda". La propuesta reunió a funcionarios, especialistas y educadores para analizar una iniciativa legislativa que podría convertirse en un importante primer paso hacia el futuro de la educación.

Se trata de un proyecto de ley presentado el 22 de agosto de 2016 por la ministra de Educación de Nueva Zelanda, Hekia Parata, que, de aprobarse, les permitirá a los estudiantes neozelandeses complementar o suplantar el curso de sus estudios obligatorios mediante la modalidad en línea, sin necesidad de asistir a la escuela.

En el encuentro, el embajador de Nueva Zelanda, Hunter Nottage, caracterizó a la propuesta como una "innovación emocionante" y colaboró en la contextualización local de la iniciativa.

Para el embajador, las COOL son consecuentes con las características del sistema educativo (SE) neozelandés. Producto de una sociedad diversa y multicultural —integrada por europeos, maoríes, asiáticos e isleños—, el SE es, para el representante, necesariamente inclusivo e innovador. Además, políticas tales como la implementación, desde 1993, de los Consejos de Administración en las escuelas dan cuenta de un sistema que hace años se piensa participativo y abierto a la comunidad.

De la simple lectura del proyecto se desprende que cualquier escuela, universidad e incluso empresa privada podrá constituirse en una COOL, previo sometimiento a un régimen de acreditación a cargo del Estado. Una vez acreditadas, el Ministerio de Educación elaborará un registro único de acceso público en donde figurarán todas las COOL autorizadas. El registro incluirá información acerca de lo que pueden hacer las diferentes COOL, incluyendo los tipos de matrícula que se les permite aceptar, ya que algunas no podrán inscribir a los estudiantes y, en su lugar, ofrecerán clases complementarias (por ejemplo, un materia específica) a las escuelas o bien a otras COOL.

Las COOL formarán parte de una red, también regulada estatalmente, en donde muchos recursos serán compartidos. De esta forma, las comunidades de aprendizaje "mejorarían la práctica docente a nivel nacional", aseguró el funcionario y destacó el potencial de intercambio de trabajo y experiencias que permitiría el desarrollo de este tipo de estructura. En consecuencia, "los estudiantes se beneficiarán de los mejores profesores", trasladándose —virtualmente— dentro del sistema educativo a través del trabajo conjunto de las escuelas.

Mariano Turzi, profesor de Estudios Internacionales en la UTDT, presentó el escenario internacional necesario para situar la propuesta. En referencia a Asia Pacífico, el especialista sostuvo: "Dentro de ese círculo vive el 51,4% de la población. Es esperable que de este lado del mundo vengan las innovaciones". Para Turzi, lo que sucede en esta región es que "se están dando respuestas diferentes a problemáticas similares a las de Occidente".

Por su parte, el profesor Mariano Narodowski advirtió que la iniciativa "es un proyecto de ley que está siendo tratado todavía". Además, se refirió a la propuesta como un elemento dentro de un conjunto de reformas que Nueva Zelanda viene desarrollando desde hace más de 30 años. "Es un país acostumbrado a la reforma constante", con un SE centrado en la diversidad y en la calidad educativa.

Para Narodowski, lo atractivo de esta propuesta es que "supone una ruptura de los dos dispositivos centrales que concebían a la educación moderna: simultaneidad sistémica e instrucción simultánea. Es el segundo intento en la historia de la escolarización en producir este cambio de dispositivo".

Frente a los escépticos, "es cierto que ya existe la educación online", sentenció Narodowski, pero hasta ahora nunca un Estado nacional había propuesto la posibilidad de sustitución o complemento del viejo sistema educativo tradicional por este tipo de alternativa.

El especialista también dedicó unos minutos a compartir los interrogantes que condimentan esta ambiciosa propuesta. La garantía de la obligatoriedad, la cohesión social, la regulación de la entrada de los menores a las esferas de la vida social adulta, el tiempo libre y el papel de los docentes son algunos de los problemas que acompañan las expectativas.

"Lo que a muchos de nosotros nos entusiasma de esta situación es la observación de algo radicalmente nuevo, a lo que la palabra 'innovación' le queda chica. La forma en la que se plantea COOL puede darnos pistas para los cambios que se vienen. No es una reforma estatal compulsiva, hay opción. Las personas pueden comenzar a dejar de ir a escuelas tradicionales. La reforma responde más bien a un cambio de tecnología radicado en la voluntad de las familias. Se abre un gran campo de debate. Estamos discutiendo cosas distintas en donde la radicalidad del cambio del que tanto hablamos empieza a notarse", concluyó Narodowski.

"Estamos frente a un momento histórico". Con estas palabras inauguró las reflexiones finales la profesora Cristina Carriego, moderadora del encuentro. Retomando su experiencia laboral y de formación, Carriego puso en palabras la angustia que para muchos representa pensar la educación sin escuela: "Para los educadores escolares es algo así como desaparecer. La escuela es esencialmente un lugar. Un lugar también es un espacio de construcción de identidad individual y colectiva. ¿Cómo hacer de una COOL un lugar? ¿Cuánto tiene la escuela actual de no lugar, cuando excluye o no contempla la diversidad?", sentenció la profesora. Un "¡Tal cual!" se escuchó tímido, pero resonó con consenso.

En relación con las inquietudes de la audiencia, el embajador neozelandés sostuvo que la propuesta "no es un cambio total. Es una opción. En Nueva Zelanda existe la tendencia de estudiantes que no asisten a la escuela por diversas cuestiones, geográficas, por ejemplo". Y agregó: "La calidad de la enseñanza es lo que determina el éxito de los estudiantes". En este sentido, las COOL serían una alternativa interesante para considerar los casos de "fracaso escolar", afirmó Nottage.

En la misma línea, Narodowski aseveró: "La estructura de la reforma es muy diferente a lo que estamos acostumbrados. No es una propuesta que baja del Gobierno a las escuelas. Es una oferta entre muchas en la que las familias y las escuelas deciden qué camino seguir".

Con respecto a la cohesión social, el profesor mencionó: "El proyecto COOL plantea un problema. Pero me parece que la socialización como la entendíamos hace 50 años tampoco existe en las escuelas, empezando por los esfuerzos para que los estudiantes apaguen sus celulares. Las pantallas y las redes ya entran en juego de alguna manera".

Con los aplausos de cierre, las rondas de comentarios desordenaron la cuadrícula del aula que albergó al seminario. "Es imposible" o "ya se hace" fueron algunos de los comentarios que agruparon a la audiencia, en su mayoría docente. En ambas posturas, COOL aparece como una falsa revelación que evidentemente incomoda: la escuela como la conocemos hoy no siempre existió. Reconocer su contingencia es el primer paso para ser capaces de transformarla.

La autora es licenciada en Ciencia Política. Miembro de Pansophia Project.