Siempre decimos: "Todo vuelve multiplicado". Eso es karma, acción-reacción, causa-efecto. Jesús diciéndolo para todos los tiempos: "El que siembra cosecha".
El karma no es malo ni bueno, es neutro. El karma es lo que es, todo lo que uno genera y hace, cada situación, cada actitud, cada pensamiento, cada emoción, cada palabra, cada decreto es una energía, que genera una reacción en el universo. Los genios le llaman energía vibratoria. Todos somos moléculas, átomos, vibrando en el vacío, sólo que ante los ojos humanos parecemos sólidos. Si nos mirásemos con un microscopio potente de alta complejidad, veríamos que el último protón de la última molécula nuestra está vacío, ni siquiera nos tocamos, sólo que, para los sentidos tan bajos en su vibración, vemos que todo está duro, sólido y compacto. Pensar que cuando uno se está matando con otro o amando, ni siquiera se está tocando. Cuánticamente, los genios nos dicen que en realidad no somos nada, mientras que para el amor somos todo, porque la energía está funcionando sólo por amor.
Entonces el karma es todo aquello que hacemos, sentimos o pensamos, y que atrae automáticamente una consecuencia, la famosa ley de causa y efecto. Toda acción tiene una repercusión en el universo y, por ende, en nuestra propia vida.
El karma es neutro, es decir, tan bueno o tan malo como lo que estamos o estuvimos realizando. Que nosotros estemos acá escribiendo esto o que ustedes estén ahí leyéndolo es karma. Todos estamos en distintas situaciones kármicas, según el nivel de conciencia adquirido como resultado de muchas idas y venidas al planeta.
Nuestro presente es resultado de los hechos que en el pasado hemos causado, y lo que llamamos futuro, con cierto viso de irrealidad porque aún no ha llegado, dependerá de lo que estemos generando en este instante, del amor o el daño que causemos a otras formas de vida.
Entonces, ¿cómo modifico el karma que ya he generado y que invariablemente voy a tener que vivir, si en este momento estamos viviendo las consecuencia de lo que ya hemos hecho?
Ustedes dirán: "Si yo no lastimé a nadie en esta vida, ¿por qué me está sucediendo tal o cual cosa?". Pasamos a entender que esta vida quizás no es la única vida y que uno viene arrastrando karmas de muchos planos de existencia en una rueda de evolución.
Pregúntense: ¿Por qué una persona nace sin piernas y otros son atletas olímpicos? ¿Por qué en la inundación muere un chiquito y ustedes están ahí, eligiendo comprender esto y tienen dónde dormir y comer? ¿Por qué el tsunami mató a 200 mil en Tailandia y acá no llegó? ¿Por qué cae un avión y tantos otros llegan a destino? ¿Por qué una persona va en medio de una revolución y las balas le pasan y no lo tocan, y a otro lo agarra una bala perdida en el medio del campo? ¿Por qué frente a un mismo cáncer una persona se va y otra se queda y lo revierte?
¿Dios dispuso esto? ¿Dijo: "A estos les voy a dar otra chance y a estos otros los voy a matar"? Tenemos que entender claramente que uno genera consecuencias según los actos que vive. Tenemos ya que ampliar la mente y decir: "Pero entonces esta vida no es la única, es un granito de arena de todas las que hemos estado transitando y de las que nos tocarán aún, en este código evolutivo que no cesa". ¿Hasta cuándo? Hasta que uno quiera cortar el juego kármico.
De los 6.500 millones de habitantes, 5 mil millones entienden el karma, son criados al menos escuchando que venimos de tantas vidas y seguiremos atándonos a tantas otras según los merecimientos. Justo en nuestro Occidente cristiano, con 1.500 millones de habitantes, no se habla de la encarnación del cuerpo; se dice: "Sí, cielo e infierno, si te portás bien, vas al cielo, si te portás mal, al infierno". Es esta y la vida eterna, o el fuego eterno, pero coinciden en el merecimiento. La única sutileza es que si esta vida es la única, ¿por qué hay tanta diferencia? ¿Quién dispuso que unos sí, otros no, que uno es sano y feliz y el otro parece olvidado por Dios?
¿Por qué en el Occidente cristiano no se habla del karma? Parece que se habló y mucho, pero se lo censuró, en los textos sagrados, según los popes de ese momento, cuando el poder religioso y el poder secular eran lo mismo.
En el Concilio de Nicea, que se llevó a cabo en el año 325 después de Cristo, se decidió quitar de la Biblia grandes párrafos que no les convenían a los poderosos de turno. A la gente había que decirle que esta vida era la única; entonces si en esta vida hacían lo que la Iglesia indicaba, soportando presiones, inculcando miedos y culpas por intereses económicos y el manejo del poder, se ganarían el cielo; y si no cumplían con los mandatos del dogma, irían al infierno de cabeza.
Si, en cambio, a la gente le hubiesen explicado que venimos con merecimientos vida tras vida, hubiera sido al menos más audaz para creer en su propio mandato interno.
Pero quedaron párrafos muy brutales en la Biblia, que son en los que los grandes estudiosos de la religión se regodean, donde se explica el karma.
Por ejemplo, cuando le llevan a Jesús un chiquito ciego de nacimiento y le preguntan por qué, si fue por su propio pecado o por el de sus padres. Jesús contesta: "Nadie paga pecado ajeno, cada uno recibe lo que cada uno causa". ¿En qué momento el chico dañó a alguien? Porque si hubiese regresado de la guerra a los veinte años habiendo cegado a unos cuantos, sería un castigo lógico, pero había nacido ciego, ¿a quién le causó un perjuicio que tuviese que saldar?
En otra ocasión, Jesús les dice a los apóstoles: "¿Quién dice la gente que yo soy?". Y le contestan: "Maestro, dicen que sos el espíritu santo, dicen que sos Juan el Bautista, dicen que sos la encarnación divina, el rey de reyes, la zarza ardiente". Y Jesús les dice: "Soy todos esos y muchos más".
Él, a su vez, les pregunta: "¿Dónde está Elías?". Ellos, sorprendidos, le dicen: "Maestro, Elías murió hace mucho tiempo". Y Jesús les contesta que es Juan el Bautista que ha vuelto y no lo habían reconocido.
Nicodemo era uno de los apóstoles más jóvenes a quien Jesús tenía como uno de sus favoritos. Los demás apóstoles le plantearon por qué lo privilegiaba tanto si se trataba de uno de los más jóvenes e inexpertos entre ellos, a lo que Jesús les respondió: "De los más jóvenes e inexpertos, ahora. Es de los que llevan más tiempo yendo y viniendo conmigo".
Otro pasaje interesante es cuando Nicodemo preguntó qué tenía que hacer para salvarse, a lo que Jesús le respondió que tenía que volver a nacer. Y añadió: "Quien no renaciere de cuerpo no conocerá su alma".
Volviendo a la parte práctica, una buena pregunta sería: "¿Hay que creer en el karma para estar bien?". Es que nadie puede escapar de su propio karma, por eso se considera que lo que estás pasando en este momento es lo que has venido generando.
¿Qué hago si yo no sabía? Si yo era ignorante, ¿por qué tengo que tener esta proclividad genética, tal enfermedad? ¿Por qué me abandona mi pareja maltratándome? ¿Por qué fui abusado por un familiar? ¿Entonces quiere decir que en otro plano debo haber hecho lo mismo y ahora estoy saldando las asignaturas pendientes de lo que todos tenemos que experimentar según lo que hemos causado?
¿Tenés que creer en eso? No. Si a vos te hace bien creerlo y te resuelve tu historia, sí, es una opción perfecta a tanto oscurantismo de siglos o a decir "Dios sabrá por qué sucede lo que se hace intolerable para la mente".
¿Qué otra explicación si no para los que tienen un accidente y muere uno y el otro no? No cierra la explicación de la voluntad de un Dios que juega a las cartas los destinos de millones de personas. Venimos experimentando karma acumulado, vida tras vida, hasta que podamos terminar con él, transmutarlo, trascenderlo.
El karma que ya está en movimiento es como una flecha que ha sido disparada. La flecha va a caer, caer significa que no necesariamente te va a dar en el corazón y te va a matar. Es decir, nadie puede detener el karma que ya hemos generado, lo que se puede hacer es comprender el juego kármico como para que las consecuencias de ese karma que venimos arrastrando, que fue generado en un estado de inconsciencia y de adormecimiento durante varias vidas, sea muy tolerable y compensado.
Entonces, la flecha, como concepto poético, que te hubiera dado en el corazón y te hubiera matado, no te va a dar en el corazón sino en alguna otra parte del cuerpo, y no te va a causar daño letal, sino que te enviará, por ejemplo, tres meses al hospital, o con alguna quebradura, que, al impedir tu movimiento externo, te lleve más rápido a la introspección, a entender los sucesos de una vida y el cambio rotundo, brutal, extraordinario, que se impone aquí y ahora.
Sai Baba nos dice que un acto de comprensión, de compasión, de caridad, de servicio por día, limpia diez negatividades kármicas acumuladas del pasado. Y vas a tener una vida muy apacible, magnífica en comparación con lo que tu karma acumulado hubiera atraído.
Atrévete a ser el creador de tu vida. Aquel que sabe las reglas del juego kármico, aquel que no es jugado por el karma inevitablemente, aquel que a conciencia dice: "Ahora genero y creo mi historia, ahora decido escribirme los capítulos, soy el autor de mis personajes", y elige, incluso, cómo vivir y cómo irse de esta vida.
La gente que entra en control del juego kármico elige cuándo dejar el cuerpo y en qué circunstancia y dónde se irá yendo en cada plano evolutivo.
Sábado 1º de octubre a las 21 hs en el Teatro Ópera, entradas por sistema Ticketek. ¡Los esperamos!