Innovación: a la espera de una agenda estratégica

Por Juan María Segura

Con notable habilidad, líderes empresarios, políticos y educativos, medios y opinión pública en general han logrado que la publicación de una nueva edición del Global Information Technology Report pase inadvertida en nuestro país.

Entre bolsos que vuelan, carpetas que aparecen, mezquindades e hipocresías de todo tipo, la sociedad no se ha detenido a reflexionar alrededor de esta radiografía que el Foro Económico Mundial publica anualmente desde 2001, y que vuelve a mostrar a la Argentina en una posición incómoda: en el puesto 89 entre 139 países que representan el 98,1% del PBI mundial, a casi 30 lugares de la mejor ubicación alcanzada. Regionalmente, nuestro país se ubicó en la posición número 11, lejos del séptimo puesto mostrado años atrás, superado por países como Trinidad y Tobago, Jamaica.

Vale recordar que el informe mide el grado de preparación de los países para aprovechar los beneficios de las nuevas tecnologías de la información. Para su elaboración se analizan 53 variables, que surgen tanto de fuentes públicas internaciones (Unesco, ONU, OCDE) como de una encuesta de opinión que se realiza a 14 mil altos ejecutivos de 140 países. Argentina posee el 45% de sus variables peor ubicadas que el puesto cien, lo que revela situaciones alarmantes, como ser la presión fiscal (139), la efectividad de los cuerpos legislativos (132) y del sistema legal (133), la importancia otorgada por el Gobierno a la cuestión de las tecnologías de la información y las comunicaciones —TIC— (137), la complejidad para iniciar un negocio (135) y la protección de los derechos de propiedad (124). Sobre estos indicadores venimos alertando en los últimos años, sin éxito.

Latinoamérica es la región del mundo con mayor dispersión en sus resultados, con cien lugares entre el mejor (Chile, 38) y el peor ubicado (Haití, 137).

Las conclusiones del informe son claras y deberían ser insumo útil para los dirigentes locales. En primer lugar, que la innovación hoy en día debe basarse en estructuras y estrategias tecnológicas-digitales intensivas. Segundo, que resulta clave la forma en la que las empresas adopten e integren las tecnologías de la información a sus estrategias de crecimiento, en el afán de apalancar su desarrollo y lograr sostenibilidad. Tercero, que gobiernos y empresas deben trabajar en forma conjunta y coordinada para invertir en soluciones digitales innovadoras con capacidad de impacto social. Y, por último y no por ello menos importante, que el diseño del marco normativo y regulatorio por parte del Gobierno es una condición necesaria para el desarrollo de una economía digital saludable y sustentable. Si en Argentina se tardan, en promedio, 590 días en cumplir un contrato, mientras que en México alcanzan 389 días, en Nueva Zelanda, 216 días y en Singapur, 150 días, eso muestro no sólo que hay un gran espacio potencial de mejora, sino que se sabe a dónde ir a consultar marcos normativos más ágiles y amigables.

El informe, más allá de la ubicación de Argentina, es un claro llamado a la acción para políticos, empresarios, diseñadores de políticas públicas, líderes e intelectuales. No es una discusión abstracta ni teórica, sino una fotografía y una película que, asentadas en el rendimiento real que cada ecosistema de instituciones y actores genera en su país, proyectan una visión del mundo internetdependiente, con seis dispositivos tecnológicos por habitante conectados a internet para el año 2020. Esta dependencia, que convierte a la fibra óptima y la banda ancha en el equivalente al petróleo de la revolución industrial, fuerza a trabajar en forma coordinada, a la vez que obliga a la creación de una nueva agenda de trabajo, nacional, regional e internacional, que integre temas de cibercrimen, ciberseguridad, acceso e inclusión digital, privacidad y uso de información personal, transformación digital de los negocios y gobierno digital, solamente por mencionar algunos temas. Por supuesto que la educación no escapa a este diagnóstico general, nunca tan demandada de una nueva agenda de trabajo y de una verdadera revolución.

La cuarta revolución, concepto al que hace referencia constantemente el Foro Económico Mundial en el presente informe, incluye e integra cuestiones de inteligencia artificial, impresión 3D, almacenamiento de energía, internet de las cosas, y ese tipo de emergentes de un mundo irreconocible por todos al que transitamos irremediablemente. Anido la esperanza de que la radiografía que este informe ofrece ayude a tomar cartas en el asunto a líderes y dirigentes.

Las Bases… de la Argentina del siglo XXI sólo podrán ser equivalentes a las que nos heredaron nuestros próceres, pensadores y hacedores si somos capaces de entender el desafío de nuestra época, abrazamos con pasión la cultura digital y aunamos esfuerzos, más allá de los signos y los apetitos políticos. Sin dudas, es época de actos de grandeza, de líderes generosos y sociedades trabajadoras e implicadas en el asunto.

@juanmariasegura

El autor es director general del Plan Integral de Educación Digital del Ministerio de Educación, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.