A diez años de la guerra del Líbano, no debe olvidarse la amenaza global de Hezbollah

Por Leah Soibel

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"Actualmente, más de cien mil misiles están preparados para ser lanzados desde el Líbano", dijo hace unos días Hossein Salami, teniente comandante de los cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, y se quedó tan tranquilo. En realidad, no es una retórica muy sorprendente, ni se aleja mucho del discurso oficial que también repite el líder supremo del régimen persa, quien un día sí y al otro también se empeña en señalar a Israel y a Estados Unidos como responsables de todos los males de Irán y lanza toda clase de amenazas.

Lo malo es que no es sólo retórica para enfervorecer a las masas, es que representa una actitud con un reflejo real sobre el terreno. Hezbollah, la milicia terrorista chiíta que opera a sus anchas en Líbano bajo total patrocinio de Irán, representa una amenaza real para Israel y su seguridad. Sus misiles tendrían la capacidad de alcanzar cualquier punto del país con ataques precisos y continuos.

Ocurre todo esto en un contexto en el que Irán disfruta de un acuerdo nuclear alcanzado con Estados Unidos y otras potencias occidentales que pone fin al bloqueo, pero sería inadmisible que se mantuviera vivo este acuerdo por mucho más tiempo, mientras Irán sigue exhibiendo sus amenazas existenciales contra Israel. Que no se olvide nadie hoy de que Irán sigue siendo una gran amenaza para la seguridad en el mundo, justo cuando se cumplen diez años de la Segunda Guerra del Líbano, un conflicto al que se vio arrastrado Israel tras los ataques indiscriminados de las milicias de Hezbollah en el norte del país, todo ello bajo la batuta estratégica de Teherán.

¿Qué sucedió entonces? El 12 de julio de 2006, los terroristas de Hezbollah se infiltraron y secuestraron a dos soldados israelíes que patrullaban por la frontera norte del país. Antes, habían lanzado proyectiles contra destacamentos israelíes, mientras que en el sur Israel llevaba semanas sufriendo el impacto de cohetes desde Gaza lanzados por Hamas, otra organización terrorista que cuenta con apoyos de Irán. Se desencadenó así la Segunda Guerra del Líbano, un conflicto que duró un mes y en el que Hezbollah lanzó más de cuatro mil cohetes contra civiles israelíes.

Esta fue una guerra que puso de manifiesto la agenda de injerencia de Irán en la política doméstica de Líbano, con el único objetivo de llevar a las puertas de Israel su política de atosigamiento constante desde que llegaron al poder los islamistas, en el año 1979. Hezbollah, el brazo armado de Irán a orillas del Mediterráneo, ha llevado a la polarización y la radicalización hasta la extenuación a la sociedad libanesa y ha sido la punta de lanza de las operaciones terroristas de Irán en toda la región del Medio Oriente, pero también en otras zonas del planeta donde han visto oportunidad de desplegar su agenda antiamericana y antiisraelí.

Así, durante décadas, han ido desplegando una infraestructura por muchos puntos de Latinoamérica, con el apoyo decidido de Gobiernos como el venezolano de Hugo Chávez, primero y Nicolás Maduro, ahora, pero también con el encubrimiento desde otras instancias políticas y judiciales: el caso del atentado a la mutual judía AMIA, en Argentina (85 muertos en 1994) es paradigmático por la impunidad con la que actuaron Irán y Hezbollah, caso que continúa sin resolverse más de 20 años después. Hezbollah ha tejido en el continente americano una densa red criminal con relaciones con el narcotráfico y el contrabando de armas, e Irán quiere incrementar la influencia política de su milicia terrorista incentivando a movimientos populistas que pescan en los caladeros del descontento social.

Con semejante panorama, un consejo: que no nos invada la desmemoria a diez años de esa guerra de Israel contra Hezbollah, pues ya sabemos que hoy se han rearmado con fuerza en Líbano, tienen decenas de miles de misiles apuntando hacia Israel y extienden sus redes criminales por medio mundo.

La autora es fundadora y directora ejecutiva de Fuente Latina.

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