Buenas acciones, sacrificios mortales e incluso sucesos inexplicables surgidos por una aparente divinidad, son las razones por las que diferentes individuos fueron beatificados y canonizados por el Vaticano para llevar consigo el nombre de santo.
Todos los días, marcados en el calendario, se conmemora la vida y muerte de estos seres, hombres y mujeres, que dedicaron su existencia a la iglesia católica misma que les valió el nombramiento.
Este es el santoral del miércoles 27 de noviembre.
Festejo del día: La Medalla Milagrosa
Las Apariciones de la Virgen María en el Siglo XIX
El siglo XIX fue testigo de una serie de apariciones marianas clave, comenzando en 1830 en París con la primera aparición moderna de la Virgen Santísima. Este evento marcó el inicio de lo que Pío XII describió como la “era de María”, caracterizada por visitaciones celestiales importantes como las de La Salette, Lourdes y Fátima. Estos encuentros con la Virgen tienen como propósito acercar a los fieles a Jesucristo y recordarles el camino de la salvación, advirtiendo sobre las consecuencias de desviarse.
Catalina Labouré, nacida en Fain-les-Moutiers, Borgoña, en 1806, es una figura central en estas apariciones. Catalina, tras unirse a las Hijas de la Caridad en 1830, experimentó visiones significativas durante su noviciado en París. Entre ellas, una visión del corazón de San Vicente de Paul en colores simbolizando diferentes mensajes espirituales y una visión diaria del Señor en el Santísimo Sacramento.
Un evento crucial en la vida de Catalina ocurrió el 18 de julio de 1830, cuando un ángel la despertó a medianoche y la guió a la capilla, donde tuvo su primer encuentro con la Virgen María. En un diálogo íntimo, la Virgen le dio instrucciones espirituales, aconsejándola sobre la convivencia con su director espiritual y cómo comportarse en momentos de adversidad. Durante esta aparición, la Virgen predijo eventos futuros ominosos para Francia y otras revelaciones importantes que Catalina debía comunicar a su director.
En otra aparición el 27 de noviembre de 1830, Catalina vio a la Virgen con un repertorio simbólico rico: vestida de blanco, pisando una serpiente sobre un globo blanco, y sosteniendo un globo de oro. En esta visión, la Virgen reveló el diseño de lo que se conocería como la Medalla Milagrosa, con la inscripción “María sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti”. La Virgen explicó que quienes llevaran esta medalla y rezaran recibirían grandes gracias. Esta aparición apoyó a Catalina en su misión divina y destacó el papel de María como mediadora de gracias.
La notable conversión de Alfonso Ratisbone en 1842 ejemplifica el poder atribuido a la medalla. Ratisbone, un abogado judío, experimentó una visión de la Virgen tal como en la medalla mientras estaba en Roma, lo que lo llevó a convertirse al cristianismo. Posteriormente, Ratisbone se convirtió en sacerdote y dedicó su vida a la conversión de judíos, fundando las Misiones de Nuestra Señora de Sión.
Estas apariciones subrayan la importancia de la fe y el rol intercesor de la Virgen María, al tiempo que impulsaron una serie de eventos históricos y religiosos significativos en el siglo XIX. La historia de Catalina Labouré y la Medalla Milagrosa permanece como un testimonio de su legado espiritual y su impacto mundial.
(Fuente: corazones.org)
Junto a este personaje hay otros santos y mártires a los que también se les celebra este miércoles 27 de noviembre como los siguientes:
San Acacio mártir
San Acario de Noyón
San Barlaán mártir
San Basileo obispo
Santa Bilhildis
San Eusicio
San Facundo
San Fergusto
San Francisco Antonio Fasani
San Gulstano
San Hirenarco
San Jacobo Interciso
San Laverio
San Leonardo
San Máximo
San Primitivo
San Saturnino
San Sifrido de Carpentras
San Simeón Metafraste
San Valeriano
San Virgilio de Salzburgo
Beato Bernardino de Fossa (Juan) Amici
Beato Bronislao Kostowski
Beata Delfina de Glandéres
Beato Ramon Llull
Beato Tomás Koteda Kiuni y sus diez compañeros mártires
Beatificación y canonización
El santoral es el conjunto de personas (mujeres y hombres) que son veneradas por la Iglesia al ser proclamados como santos o beatos en una fecha determinada en el calendario.
En el trayecto hacia la canonización hay cuatro pasos: el primero es ser nombrado como siervo de Dios, el segundo es ser venerable; el tercer paso es ser beato y, finalmente, el cuarto paso es ser santo.
La beatificación sólo la pueden lograr los fieles que hayan fallecido con fama de ser santos en diversos sitios y este proceso se puede llevar a cabo de dos formas: a través de una causa de virtudes heroicas y la segunda es el martirio, es decir, si la persona murió a causa de su fe.
Por otro lado, el proceso para convertirse en santo implica sumar el nombre de la persona santificada en el canon (lista de santos reconocidos) y con ello se permite que la comunidad creyente le rinda culto público y universal, en tanto, se le asigna una fiesta litúrgica, se le dedican altares, capillas y se reconoce su poder para interceder ante Dios.
Aunque la Iglesia no ha dado una cifra exacta, se cree que actualmente habría hasta nueve mil santos reconocidos. De acuerdo con el Martirologio Romano, actualizado en el 2005, la Iglesia Católica cuenta con al menos siete mil santos, aunque no se cuenta a los mártires, por lo que muchos piensan que incluso la cifra podría llegar a las 20 mil personas.
En la historia reciente, el Papa Juan Pablo II logró canonizar a 388 santos, mientras que el papa Francisco ha batido todos los récords luego de que al día de hoy ha canonizado a 898 santos, 800 de ellos al mismo tiempo.