En un mundo regido por la inmediatez parecería que la ortografía ha dejado de tener importancia, sin embargo, el escribir textos con coherencia y sin erratas siempre será benéfico en todos los ámbitos.
En lo laboral, el escribir de forma correcta deja ver a los demás las habilidades y conocimientos que una persona posee; además, ayuda a construir una imagen óptima a través de la cual puedes parecer más serio y confiable. El tener errores de ortografía y sintaxis pueden, por el contrario, dar un pensamiento negativo que te haría parecer descuidado o poco preparado.
Por otro lado, el tener la capacidad de hacer un texto bien redactado habla también de la personalidad, al mostrar interés por siempre construir un buen puente de comunicación con los interlocutores.
Aunque escribir bien no es una tarea sencilla, requiere de mucha práctica y de conocer las estructuras de la lengua, por lo que leer puede ser un gran apoyo para la riqueza del léxico.
En este sentido, la Real Academia Española (RAE) se ha convertido en la institución más relevante para la regularización lingüística, a través de la promulgación de normas para fomentar la unidad idiomática del mundo hispanohablante.
La Fundación del Español Urgente (Fundéu), una institución sin ánimo de lucro que tiene como objetivo el impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación, se ha aliado con la RAE y emite en su página web y de manera constante diversos tips para que los ciudadanos puedan resolver sus dudas sobre cómo se escribe correctamente cierta palabra, cómo se usa una expresión o tips de temáticas varias.
Usos y ejemplos
La expresión zona cero , que alude al área de mayor devastación en un desastre, no necesita comillas ni mayúsculas.
En las noticias se pueden encontrar ejemplos como los siguientes: «La ‘zona cero’ de la DANA: Chiva, Buñol o Turís recibieron en ocho horas el agua que cae en todo un año en Valencia», «Devastación en la Zona Cero: fango, millones de euros en destrozos y sin luz» o «El Mediterráneo y Andalucía: la zona “cero” de la DANA».
El giro zona cero es la traducción usual de la expresión inglesa ground zero , que tiene su origen en las pruebas de las bombas atómicas estadounidenses y que el diccionario Merriam-Webster define del siguiente modo en su primera acepción (traducido del inglés): ‘punto en el que ocurre una explosión nuclear o situado directamente encima o debajo’.
A partir de este sentido, se ha extendido su uso figurado para aludir a cualquier lugar que sufre con más intensidad cualquier catástrofe , de origen natural o humano, como terremotos, inundaciones, epidemias, batallas o atentados terroristas. Al ser una denominación genérica, se escribe en minúscula, como otros nombres comunes y al tener un uso asentado no necesita destacados como cursiva o comillas.
La locución ganó difusión con los atentados de Nueva York del 11-S, y ha pasado a ser la denominación de la zona donde estaban las Torres Gemelas. En este caso sí es admisible la mayúscula, pues es una antonomasia reconocible en casi todo el mundo: «Tikva, el perro rescatista que volvió a la Zona Cero 15 años después». En este caso, funciona como nombre propio y las comillas tampoco son necesarias.
Así, en los primeros ejemplos habría sido más adecuado «La zona cero de la DANA: Chiva, Buñol o Turís recibieron en ocho horas el agua que cae en todo un año en Valencia», «Devastación en la zona cero: fango, millones de euros en destrozos y sin luz» y «El Mediterráneo y Andalucía: la zona cero de la DANA».
¿Para qué sirve la RAE?
Fundada en Madrid en 1713 por iniciativa del octavo marqués de Villena, Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, la RAE es la institución que busca preservar el buen uso y la unidad de una lengua en permanente evolución y expansión.
Sus más recientes estatutos (actualizados en 1993), establecen que la función principal de la Real Academia es “velar por que la lengua española, en su continua adaptación a las necesidades de los hablantes, no quiebre su esencial unidad”.
Este compromiso se ha plasmado en la denominada política lingüística panhispánica, compartida con las otras 22 corporaciones que forman parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), creada en México en 1951.
Actualmente, la institución está constituida por 46 académicos, entre ellos el director y los demás cargos de la Junta de Gobierno, elegidos para mandatos temporales.
Una de las críticas que se le han hecho a la RAE es su negativa a reconocer palabras o expresiones que han surgido entre las generaciones más jóvenes, sobre todo a raíz de la aparición de las redes sociales. Una de las polémicas más recientes es el reconocimiento del lenguaje inclusivo.
Sin embargo, en el 2020 optó por lanzar el Observatorio de Palabras, un repositorio digital que ofrece información sobre palabras o acepciones de palabras y expresiones que no aparecen en el Diccionario de la Lengua Española (DLE), pero que han generado dudas en cuanto a su uso, tales como neologismos, extranjerismos, tecnicismos, regionalismos, entre otros.
La información contenida en el Observatorio es provisional al no estar contemplada en las obras académicas, por lo que puede verse modificada y cambiar con el paso del tiempo, pero ello no implica que se acepte su uso.