Qué santo se celebra este 10 de mayo

Cada una de las personas reconocidas como santos o beatos tienen asignada una fecha en el calendario para ser conmemorados

Majestuosidad de santos católicos en el arte barroco de vidrieras en catedrales. Todos los días hay una celebración onomástica. (Imagen ilustrativa Infobae)

Hace décadas, incluso podría hablarse de siglos, los padres solían asignar el nombre de pila a sus hijos acorde a la festividad de los santos de ese día, incluso entre católicos y ortodoxos aún se conserva la costumbre de felicitar a las personas en el día de su santo. No en vano en las famosas “Mañanitas” hay una estrofa que dice: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.

El onomástico hace alusión día en que se festeja algún santo, aunque es común que mucha gente lo use como sinónimo de cumpleaños, lo cual es erróneo, pues al hablar de él sólo se alude al listado de los nombres del santoral.

Como todos los días del año, hoy también se conmemora a las mujeres y hombres que destacaron por tener conexiones especiales con las divinidades, que hicieron buenas acciones por el prójimo y que tenían una elevada ética y moral, motivos que los llevaron a ser canonizados o beatificados y formar parte del santoral.

Este es el santoral del viernes 10 de mayo.

Celebración del día: San Damián de Molokai

Nació el 3 de enero en la finca de sus padres, en Tremeloo, Bélgica. Su nombre de bautismo es José Veuster. Estudió en Braine-le-Comte. Entró en la vida religiosa con los Padres de los Sagrados Corazones de Jesús y María (SS.CC.), el 7 de Octubre de 1860 y tomó como nombre Damián.

Siendo novicio en París se ofreció para las misiones. Los SS.CC. habían llevado la Iglesia Católica a Hawai y todavía estaban encargados suplir los sacerdotes. En 1864 lo enviaron a aquellas islas y dos meses mas tarde, el 24 de mayo, fue ordenado sacerdote en Honolulu, la capital.

Su primera parroquia fue con los nativos de Puno y Kohala, tierra árida y volcánica donde no existía iglesia ni ayuda alguna. La extensión de su territorio es aproximadamente que toda Bélgica, su patria. Recorría todo ese terreno sin detenerse ante las grandes dificultades. Trabajó con sus manos para construir la iglesia y se ganó la estima de aquella gente.

En Hawai se desató una terrible epidemia de lepra. El pánico cundía por todas partes ya que se trata de una enfermedad terrible en la que se pudre lentamente el cuerpo del enfermo. No se conocía cura.

El rey promulgó un decreto: todos los que contraen la enfermedad deben ser aislados, llevándoseles a una colonia especial para ellos en la isla de Molokai. Debían por tanto separarse para siempre de su familia. Se les llevaba alimentos y algunos abastecimientos pero por lo demás eran allí abandonados a su suerte.

En 1873 el obispo de las islas se preocupaba del cuidado espiritual de los leprosos. Pero comprendía que si enviaba un sacerdote a Molokai sería con la provisión que, bajo las nuevas regulaciones del gobierno, debería quedarse allí para siempre y casi de seguro contraería la enfermedad.

El Padre Damián pidió ser enviado. Inmediatamente se puso en camino. En Honolulu se embarcó con 50 leprosos que eran enviados a Molokai. Sus nuevos feligreses lo esperaban en la playa en condiciones de extrema necesidad y desesperación. En las pésimas condiciones que encontró en la colonia, solo tenía refugio en una cruda capilla de madera donde su primer acto fue arrodillarse a rezar. Se pasó esa noche limpiándola. Con tristeza escuchaba la risa de los borrachos, el llanto de los moribundos, los aullidos de los perros salvajes que devoraban a los muertos. Allí no había ley ni protección para nadie. Los niños y las mujeres vivían con temor por la frecuente violencia. La gente vivía sin esperanza y sin paz. Se consideraba aquel lugar como un infierno en la tierra.

El Padre Damián transformó aquel infierno con el poder del amor divino en una comunidad de y amor y paz. Por años sirvió solo como santo sacerdote ocupándose tanto las necesidades espirituales como las corporales. Bajo su supervisión se construyó la iglesia a la que nombró Santa Filomena, un hospital, enfermería, escuela, viviendas, etc. Su entrega llena de fe tornó aquel lugar abandonado de todos en una ejemplar comunidad donde se atendía a todos con esmero.

En 1885, contrajo lepra a la edad de 49 años. A pesar del avance de la enfermedad, rehusó ser trasladado para recibir tratamiento.

Al final de su vida tuvo el consuelo del Padre Wendelin y las hermanas franciscanas que fueron a Molokai para encargarse de la enfermería. Entre ellas la beata Madre Marianna Cope quien dedicó mas de 30 años al servicio de los leprosos.

Padre Damián murió de lepra el 15 de Abril de 1889. Fue enterrado junto a la Iglesia de Santa Filomena en Molokai, Hawai.

Junto a este personaje hay otros santos y mártires a los que también se les celebra este viernes 10 de mayo como los siguientes:

Santo Job patriarca

San Antonino de Florencia

Santa Blanda mártir

San Calepodio presbítero

San Cataldo de Irlanda

San Comgall

San Dioscórides de Mira

San Epímaco mártir

San Gordiano de Roma

San Guillermo de Pontoise

San Juan de Ávila

Santa Solangia

Beata Beatriz I de Este

Beato Enrique Rebuschini

Beato Iván Merz

Beato Nicolás Albergati

El origen de los santos

Vista general de una Misa por la canonización del cardenal británico del siglo XIX John Henry Newman, una laica suiza, una monja india, una monja italiana y una monja conocida como la "Madre Teresa de Brasil", en el Vaticano, 13 de octubre de 2019. (REUTERS/Remo Casilli)

La Iglesia Católica y ortodoxa usan la canonización para declarar como santo a una persona ya fallecida, lo que implica incluir su nombre en el canon (lista de santos reconocidos) y el permiso de venerarla, reconociendo su poder ante Dios.

Durante el Cristianismo, las personas eran reconocidas como santas sin necesidad de un proceso formal; sin embargo, ello cambió en la Edad Media.

En el caso del catolicismo, la Iglesia debe hacer una investigación exhaustiva de la vida de la persona a santificar y existen cuatro formas de lograr el nombramiento: la vía de las virtudes heroicas; la vía del martirio; la de las causas excepcionales, confirmadas por un culto antiguo y fuentes escritas; y la del ofrecimiento de la vida.

Además, es requisito indispensable que haya hecho al menos dos milagros (o uno en el caso de ser mártir). La canonización se hace en una solemne declaración papal y se le asigna un día de fiesta para la veneración litúrgica.

No hay un periodo establecido para realizar la canonización de un personaje, pues incluso hay casos como el de San Pedro Damián que fue canonizado hasta 756 años después de su muerte o, por el contrario, el caso de San Antonio de Padua que fue nombrado hasta 352 días después de su deceso.

La última canonización tuvo lugar en octubre de 2019, cuando el Papa declaró santos al cardenal John Henry Newman y a la hermana Dulce, de Brasil.