Con la intención de construir un nuevo “centro erótico”, la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, defiende con todas sus fuerzas su plan, pero no logra convencer ni a las trabajadoras sexuales ni a los vecinos y empresas de la localidad en la que sería reubicado el Barrio Rojo.
“Estamos en contra de un mega burdel porque vivimos en un área residencial y no queremos molestias. Tenemos escuelas en el área y niños muy pequeños, no queremos turistas como los del Barrio Rojo”, expresó Stan Czerske, un residente de la zona en la que se planea construir el “centro erótico”.
Por su parte, las trabajadoras sexuales denuncian que el proyecto causará gentrificación y consideran ser el chivo expiatorio de la alcaldesa en su intento por controlar la criminalidad. Además, denuncian que los 100 lugares planeados en el nuevo centro no serán suficientes, pues el Barrio Rojo cuenta en estos momentos con 250 cabinas.
Las empresas, ubicadas cerca de la zona planeada, también rechazan el proyecto. Por ejemplo, la Agencia Europea de Medicamentos ha expresado abiertamente su desacuerdo ya que dos de los sitios propuestos están cerca de su nueva sede en el sur de Ámsterdam.
Sin embargo, el nuevo centro erótico abre el debate, pues podría beneficiar a otros trabajadores sexuales.
“El Barrio Rojo es una pequeña parte, también hay transgénero, homosexuales que hacen trabajo sexual pero no hay espacio para ellos, este centro ofrece una oportunidad para hacerlo”, explicó Alexander de Vos, extrabajador sexual.
“Siempre habrá resistencia, independientemente de cuál sea la solución elegida”, dice a la AFP la alcaldesa Halsema, duramente cuestionada durante el encuentro con los residentes.
Al denunciar una “caza de brujas”, las trabajadoras sexuales aseguran que el hecho de desplazarlas impactará sus ganancias sin resolver el problema, y niegan que ellas sean las causantes del turismo masivo y la criminalidad.
Con información de AFP