Hace unas décadas, incluso siglos, los ancestros acostumbraban a nombrar a sus hijos con el nombre del santo del día en que nacieron, no en vano en las famosas “Mañanitas” hay una estrofa que dice: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.
El onomástico es el día en que se festeja algún santo, aunque es común que mucha gente lo use como sinónimo de cumpleaños, lo cual es erróneo, pues al hablar de él sólo se alude al listado de los nombres del santoral.
Como todos los días del año, este sábado 1 de octubre también se conmemora a las mujeres y hombres que destacaron por tener conexiones especiales con las divinidades, que hicieron buenas acciones por el prójimo, y que tenían una elevada ética y moral, motivos que los llevaron a ser canonizados o beatificados y formar parte del santoral.
Santo del día: Santa Teresita del Niño Jesús
Santa Teresa del Niño Jesús es una virgen y doctora de la Iglesia que entró muy joven al monasterio de las Carmelitas Descalzas en Lisieux; murió a los 24 años de edad y fue proclamada patrona universal de las misiones.
Santa Teresa nació en Alençon, Francia, el 2 de enero de 1873. Era la última de cinco hermanas y a los cinco años de edad perdió a su madre. Desde muy joven comenzó a socorrer a los más pobres.
Teresa estaba muy apegada a su segunda hermana, por lo que sufrió mucho cuando se enteró que se iría como carmelita al monasterio, no obstante, tiempo después también seguiría sus pasos.
Para poder convertirse en carmelita tenía que ser mayor de edad y ella sólo tenía 15 años por lo que, armada de valor y convencida de que ese era su llamado, peregrinó a Roma para pedirle al Papa que la dejara entrar a la congregación.
En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz.
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. Fue canonizada en 1925 por el Papa Pío XI. A sus funerales asistieron personas que a los de cualquier otra carmelita fallecida antes y los asistentes pedían que las demás religiosas frotaran sus rosarios y objetos de devoción en el ataúd.
Fue sepultada el 4 de octubre de 1897 y, según los testigos, su cuerpo aún se encontraba rosado y flexible, como si acabara de morir. Fue la primera en ocupar el nuevo espacio que el monasterio había comprado en el cementerio de Lisieux.
En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XI quiso asociarla a San Francisco Javier como patrona de las misiones.
Junto a este personaje hay otros santos a los que también se les celebra este día, como los siguientes:
San Bavón de Gante
San Geraldo Edwards
San Nicecio de Tréveris
San Piatón de Seclin
San Romano el Melodo
San Wasnulfo
Beato Álvaro Sanjuán Canet
Beato Antonio Rewera
Beata Florencia Caerols Martínez
Beato Juan Robinson
Beato Luis María Monti
El origen de los santos
El catolicismo utiliza la canonización para declarar como santo a una persona ya fallecida que durante su vida hizo sacrificios o estuvo relacionada a un evento divino a favor de la iglesia.
Esto implica incluir el nombre de la persona en el canon (lista de santos reconocidos) y se concede el permiso de la iglesia católica de venerarla, reconociendo su poder ante Dios.
Durante el Cristianismo, las personas eran reconocidas como santas sin necesidad de un proceso formal; sin embargo, ello cambió en la Edad Media. En el caso del catolicismo, la Iglesia debe hacer una investigación exhaustiva de la vida de la persona a santificar.
Para la iglesia católica existen cuatro formas de lograr el nombramiento: la vía de las virtudes heroicas; la vía del martirio; la de las causas excepcionales, confirmadas por un culto antiguo y fuentes escritas; y la del ofrecimiento de la vida.
Además, se considera si la persona vivió las virtudes cristianas en un grado heroico o si sufrió martirio a causa de su fe, asimismo, es requisito indispensable que haya hecho al menos dos milagros (o uno en el caso de ser mártir).
La iglesia católica en el mundo
El catolicismo es una de las religiones que más se practican en el mundo. Los datos más recientes del Vaticano -particularmente de su Anuario Estadístico Eclesial- señalan que hay más de mil 360 millones de católicos en el orbe.
El continente americano es donde más católicos prevalecen, con casi la mitad de los registrados por el Vaticano, siendo más de una cuarta parte ubicados en Sudamérica.
En los últimos años, el Vaticano ha dado cuenta que la presencia de católicos ha aumentado de forma importante en dos continentes: Asia -particularmente el Medio Oriente- y África.
En contraste, los religiosos en Europa han ido a la baja, mientras que en Oceanía se han mantenido estables.
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