Hace unas décadas, incluso siglos, los ancestros acostumbraban a nombrar a sus hijos con el nombre del santo del día en que nacieron, no en vano en las famosas “Mañanitas” hay una estrofa que dice: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.
Como todos los días del año, este 16 de agosto también se conmemora a las mujeres y hombres que destacaron por tener conexiones especiales con las divinidades, que hicieron buenas acciones por el prójimo, y que tenían una elevada ética y moral, motivos que los llevaron a ser canonizados o beatificados y formar parte del santoral.
Santo del día
Aunque se tienen dudas sobre la fecha de su nacimiento, San Roque -cuyo nombre significa “fuerte como una roca”- nació en Montpellier (actual Francia) en donde era gobernador su padre, Jean Roch de La Croix.
Roque quedaría huérfano a los 20 años de edad, entonces tomaría la decisión de vender todas sus posesiones y repartir el dinero entre los más necesitados a través de una peregrinación a Roma, que en ese entonces estaba siendo golpeada por una epidemia de peste.
San Roque visitó santuarios en Acquapendente, Cesena, Roma, Rímini y Novara y, según se contaba, curaba a los enfermos con sólo hacerles la señal de la cruz; mientras que a los que morían él mismo les daba sepultura debido a que nadie más quería hacer esa labor por miedo a contagiarse.
Fue en Piacenza que finalmente contrajo la enfermedad y, al no querer ser una carga para nadie, se arrastró a las afueras de la ciudad para refugiarse en un bosque. Moribundo, un perro lo encontró y comenzó a llevarle pan hasta que su amo lo notó y lo siguió, hallando a Roque y haciéndose cargo de él.
Sorpresivamente recuperado, éste regresó a la ciudad y continuó curando, aunque ya no únicamente a personas sino también animales. El dueño del perro, llamado Gottard, siguió los pasos de Roque y lo dejó todo para dárselo a los pobres, de ahí que ocurriera el milagro de que todos los enfermos de peste de Piacenza sanaran.
Se dice que Roque pasó entre cinco u ocho años en prisión luego de que fuera confundido por supuestamente ser un espía durante la guerra en Montpellier y, pese a las diversas versiones que hay sobre su muerte, todas coinciden en que falleció en la cárcel.
Junto a este santo hay otras figuras a las que también se conmemora el 16 de agosto como los siguientes:
San Armagilo eremita
San Arsacio de Niconedia
Santa Beatriz da Silva Meneses
San Esteban de Hungría
San Frambaldo de Le Mans
Santa Rosa Fan Hui
Santa Serena de Roma
San Teodoro de Sión
Beato Ángel Agustín Mazzinghi
Beato Enrique García Beltrán
Beato Gabriel Sanchís Mompó
Beato Juan Bautista Ménestrel
Beato Juan de Santa Marta
Beato Lorenzo el Coracero
Beata Petra de San José Pérez Florido
Beato Plácido García Gilabert
Beato Radulfo de Fusteia
Beato Simón Bokusai Kiota y compañeros
Qué significa la palabra canonización
La última canonización tuvo lugar en octubre de 2019, cuando el Papa declaró santos al cardenal John Henry Newman y a la hermana Dulce, de Brasil.
La Iglesia Católica y ortodoxa usan la canonización para declarar como santo a una persona ya fallecida, lo que implica incluir su nombre en el canon (lista de santos reconocidos) y el permiso de venerarla, reconociendo su poder ante Dios.
Durante el Cristianismo, las personas eran reconocidas como santas sin necesidad de un proceso formal; sin embargo, ello cambió en la Edad Media.
En el caso del catolicismo, la Iglesia debe hacer una investigación exhaustiva de la vida de la persona a santificar y existen cuatro formas de lograr el nombramiento: la vía de las virtudes heroicas; la vía del martirio; la de las causas excepcionales, confirmadas por un culto antiguo y fuentes escritas; y la del ofrecimiento de la vida.
Además, se considera si la persona vivió las virtudes cristianas en un grado heroico o si sufrió martirio a causa de su fe, asimismo, es requisito indispensable que haya hecho al menos dos milagros (o uno en el caso de ser mártir).
La canonización se hace en una solemne declaración papal y se le asigna un día de fiesta para la veneración litúrgica.
No hay un periodo establecido para realizar la canonización de un personaje, pues incluso hay casos como el de San Pedro Damián que fue canonizado hasta 756 años después de su muerte o, por el contrario, el caso de San Antonio de Padua que fue nombrado hasta 352 días después de su deceso.
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