Llegó de sorpresa a las 11 a un quincho de la Asociación Argentina de Turf, en San Isidro, donde se estaba realizando una reunión de los Defensores del Cambio, el grupo de voluntarios que ayer llevó organizó una jornada nacional con 400 reuniones en todo el país donde vecinos convencidos de votar a los candidatos de Juntos por el Cambio buscan persuadir a los que dudan o están enojados, porque no les alcanza la plata o se quedaron sin trabajo. Se sentó entre ellos, como uno más, alejado del intendente Gustavo Posse y el subsecretario de Asuntos Municipales Alex Campbell, candidato a presidir la Cámara de Diputados de la provincia, si ganan las elecciones.
Los vecinos primero no entendían qué estaba haciendo allí, después empezaron a hacerle chistes, hasta que uno le propuso hacer el juego que vienen practicando cada vez que se reúnen. Así fue que Mauricio Macri se colocó en el centro del círculo para decir que había votado a Mauricio Macri en el 2015 pero que ya no estaba dispuesto a hacerlo, porque lo había defraudado y una mujer le tenía que contar lo que había hecho el Gobierno durante tres años y medio y convencerlo de votar de nuevo, y contento. Y parece que la mujer fue muy convincente, porque Macri se volvió a subir en la camioneta presidencial (hacia Tecnópolis, para conocer a los más importantes jugadores argentinos de videojuegos), convencido de que votaría… a Macri.
Así fue el sábado del primer Presidente no peronista de la democracia reciente que llega competitivo a la búsqueda de su reelección. Claro que para fortalecer su candidatura apeló a la ayuda de un peronista de gran experiencia en el poder, tirando a la basura una buena parte del manuel de campaña del PRO, que escondía de la luz pública a los políticos tradicionales acostumbrados a hablar el lenguaje descarnado de la política real.
Lejos de CABA, Miguel Angel Pichetto pasó el sábado en San Juan donde tuvo una intensa agenda para respaldar el candidato Marcelo Orrego, un diputado de la coalición de origen peronista, que sacó el 35% de los votos en la elección a gobernador. El senador arrancó con una conferencia de prensa, continuó con una reunión con empresarios, comerciantes y emprendedores, siguió con una entrevista en la radio más importante de la provincia y cerró con un acto con mayoría de militantes de los partidos que forman la coalición, de formato tradicional, aunque él se jugó sacándose la corbata y aceptando infinitas selfies.
A dos semanas de las PASO, Macri y Pichetto siguen una estricta división del trabajo de campaña, y solo se cruzan en ocasiones especiales, cuando se requiere un mayor relieve en el posicionamiento mediático. La dinámica de campaña domina las conversaciones y la agenda de los candidatos y sus equipos, agitados por la sucesión de reuniones y viajes a los cuatro puntos cardinales.
Lunes y martes próximo, por ejemplo, Pichetto estará en Chubut y Santa Cruz. Macri, en cambio, en Entre Ríos (Concordia) y CABA. El miércoles, el Presidente estará en la primera sección electoral, posiblemente en Vicente López o en San Isidro. El jueves, en Jujuy y Salta y el viernes en Corrientes. Pichetto estará en Jujuy y Salta, donde hará una actividad con el Presidente, pero todo indicaría que su agenda será de dos días en esas provincias. Y, aunque todavía no está del todo cerrado, es probable que el viernes vaya a Formosa.
La última semana es la del "cuádruple" cierre. El Presidente estará el lunes 5 en CABA, el martes 6 en Rosario, el miércoles 7 en Cordoba y el jueves 8 en Provincia de Buenos Aires. ¿Dónde? Es probable que sea en el conurbano bonaerense y, más precisamente, en la Tercera Sección Electoral, donde nunca jamás cerró una campaña Macri, tampoco María Eugenia Vidal. Por supuesto, allí la presencia de Pichetto será vital.
Mañana lunes habrá reunión en el despacho de Marcos Peña en Casa Rosada. Allí se espera que el Jefe de Gabinete comparta con Pichetto, Vidal y Horacio Rodríguez Larreta la última información en materia de encuestas y se terminará de acordar el último tramo de la agenda. Y se analizará la conveniencia de cerrar o no cerrar la campaña en la Tercera Sección Electoral, lo que implicaría un desafío a la capital nacional del kirchnerismo pero, también, una confianza en la propia logística electoral que -en líneas generales- siempre buscó no exponer al Presidente.
Un informe realizado por la compañía financiera brasileña BTG Pactual, experta en investigaciones estratégicas para inversores en mercados latinoamericanos, circuló el jueves entre el círculo rojo tranquilizando los ánimos. Según ese estudio, Macri ganaría las primarias por una diferencia de dos puntos, ya que obtendría 37.50% frente a 35.65% que alcanzaría Alberto Fernández. La diferencia se ampliaría a 3.4% en la general, con 39.3% para Macri y 35.9% para Fernández, y volvería a agrandarse en un eventual balotaje. Sin embargo, este estudio que es el único que da ganador al oficialismo, aclara que las diferencias están dentro del error estadístico.
En el Gobierno no quieren dar números y se refugian en que "perdemos hasta el último día", el único mantra en el que confían para movilizar a "nuestros votantes, que son silenciosos, porque no están en ningún sindicato ni hacen movilizaciones de protesta". "Solo saldrán a votar, a fiscalizar y convencer a otros, si piensan que perdemos", explican los expertos electorales nacidos y criados en la epistemología duranbarbiana.
Pichetto no entiende muy bien esa lógica, pero la acepta. Viene de otra escuela, donde de lo que se trata es de generar expectativas favorables para el futuro y que la gente crea y te siga. Por eso dice lo que cree, que van a ganar en primera vuelta, aunque todavía nadie se lo haya certificado. En el camino, pasa de escenarios tradicionales con viejos compañeros peronistas o otros 360º con total naturalidad, sin cambiar sus modos rudos ni abandonar ese tono grave de su voz y su presencia. Nadie le pidió que dejara de ser quien es. Si ganan, su estilo -único en la coalición- está llamado a hacer escuela.
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