Por Julián Zocchi
El fútbol femenino tiene más historias de lo que pensamos. Antes de los amagues de Estefanía Banini, la rebeldía de Maca Sánchez o las proyecciones de Eliana Stabile en el Mundial de Francia 2019, hubo un grupo de mujeres que llevaron a la Argentina al primer Campeonato del Mundo de su historia. Es cierto que no se trató de una competencia avalada por FIFA, pero al recorrido de esas 16 mujeres le sobró épica. Es que, aquellas chicas (las de una selección invisible que nadie recordaba, una selección fantasma, donde la más joven contaba 17 años y la más grande 29) viajaron a jugar un Campeonato del Mundo sin ningún tipo de apoyo. ¿Qué tanto? Fueron sin Director Técnico porque el hombre que las dirigía, un tal Harrington del que nadie recuerda su nombre de pila –ahí encontramos otro fantasma–, tuvo unos problemas de papeles para salir del país. Tampoco llevaron botines ("teníamos unos Sacachispas pero cuando llegamos a México nos dijeron que así no se podía jugar –recuerdan–. Lo impedía el reglamento") y las camisetas se desintegraron después del primer lavado.
Ahora, 48 años después de aquella gesta, Betty García (77) hace jueguitos en una canchita de Villa Crespo, como si tuviera que mostrar sus credenciales. Entonces, recuerda el inicio de aquella aventura. "Teníamos un equipo que jugaba exhibiciones por el Interior del país. Ese año llegaron unas americanas a la Argentina a jugar un partido y tuvimos que formar un seleccionado. Y, parece que les gustó tanto lo que hicimos que nos convocaron a jugar el Mundial en México. Después vinieron los mexicanos a jugar un amistoso que ganamos 3 a 2. Ese partido lo dirigió Guillermo Nimo. Era fines de julio y a la semana ya salimos para el DF. Fuimos en tres tandas porque varias de las chicas eran menores y necesitaban un permiso especial", arranca Betty que tiene toda una carrera como futbolista: "Arranqué en el 59. Me fui a probar a All Boys porque me dijeron que había un equipo y no paré más hasta mi retiro, en 1983. Tuve una linda carrera. En 1960 jugué en Nacional de Montevideo. No me pagaban, pero me consiguieron un trabajo en una clínica para que tuviera un sueldo. Fueron tres años, hasta que me volví y empecé a jugar exhibiciones para un manager que organizaba exhibiciones: se llamaba Juan Doce y nos llevó por todo el país. Fue por esos días que llegó la posibilidad del Mundial", rememora la número 9 con un currículum más que frondoso.
En agosto arrancó el Mundial de México 1971, que era la segunda experiencia de este tipo. Un año antes se había jugado en Italia y el campeón había sido Dinamarca. Argentina compartió grupo con el local y con Inglaterra. Del otro lado estaban Francia, Dinamarca y las tanas.
-¿Y cómo fue el debut, es cierto que jugaron ante un Estadio Azteca repleto?
-Sí, fue una sensación increíble: jugamos ante 110.000 personas: "Me parece que estamos haciendo historia", pensaba. Pero en el primer partido nos bombearon muy mal. México tenía que llegar a la final sí o sí porque era el local. Perdimos tres a uno, pero nos anularon dos goles. Para colmo nos hicieron uno en off side. No te cobraban un penal ni aunque te mataran. "¿Hasta que no me arranquen la cabeza no va a cobrar nada?", le decía yo al juez. ¡Era tremendo lo que nos pegaban! Había una defensora que se llamaba Marta Coronado, no me puedo olvidar de su nombre: ¡Me sacudió todo el partido!
-Fueron a ese Mundial dando muchas ventas, ¡ni siquiera tenían DT!
-Claro, también fuimos sin médico ni botines y las camisetas se desintegraron cuando las lavamos después del primer partido… pero la organización era tan buena que nos compraron botines a todas y nos dieron otro juego de camisetas. Antes del segundo partido con Inglaterra apareció un argentino que jugaba en México, Norberto Rozas, y se ofreció a dirigirnos. Imaginate, en el lugar en el que estábamos paradas, no podíamos decirle que no.
EL SECRETO DE ESA FOTO. Aquella Selección fue olvidada por 48 años, hasta que Lucila Sandoval (una arquera que jugó en San Lorenzo, Independiente y Ferro) comenzó a indagar en la historia de aquellas chicas. Una tarde, entró a la oficina de la Asociación de Fútbol Femenino y, al mejor estilo El secreto de sus ojos, se cruzó con una foto que le llamó la atención: "¿Cómo es que existieron 16 mujeres que jugaron un Mundial y no sabemos ni quiénes son?", se preguntó. Lo peor de todo es que las chicas comenzaron a fallecer y con ellas se estaba yendo parte del pasado: "De las 16 que fuimos al mundial sólo quedamos ocho con vida", se suma ahora Teresa Suárez (68) que llegó a aquella selección desde el club San Fernando, jugaba de número cuatro y, aún hoy, conserva una melena afro que le da un toque maradoniano a su estampa.
Todo comenzó a salir a la luz el día que la ex arquera Lucila Sandoval finalmente encontró a Betty García. Es ahí que la historia comienza a repararse. Juntas, fundaron una organización llamada Pioneras del Fútbol que reunió a todas aquellas jugadoras del 71. "Y empezaron los reconocimientos. Yo fui la primera mujer a la que el Senado de la Nación le dio el premio Delfo Cabrera a la jugadora Notable. también nos hicieron homenajes a todas en la Legislatura porteña y en Diputados", cuenta orgullosa Betty que hoy dirige el Norita Futbol Club, el equipo fundado en homenaje a Nora Cortiñas, una de las creadoras de Madres de Plaza de Mayo. Pero hay más: el revisionismo llegó tan lejos que ya hay media sanción para que el 21 de agosto sea declarado como el día de la futbolista.
Hoy las chicas pueden darse por reivindicadas. Tanto que, este viernes, siete de las 17 jugadoras que participaron de aquel Mundial fueron invitadas a viajar para estar presentes en el partido entre la Argentina e Inglaterra. "Se hizo mucha fuerza para que nos llevara la AFA pero Chiqui Tapia dijo que no era posible. Entonces apareció una empresaria que se llama Cristina Campos y apoya el fútbol femenino. Ella nos pagó todo", apunta Tere Suárez.
-¿Qué pasó el 21 de agosto para ser declarado como el día de la futbolista?
Teresa: Fue el día que le ganamos 4 a 1 a Inglaterra, les dimos un baile bárbaro. Las inglesas nos habían visto contra México y le pusieron una marca personal a Betty. Entonces ella empezó a bajar, se llevaba las marcas.
Betty: Claro, las defensoras me seguían y quedan huecos en la defensa. Y después me tuve que ir abajo porque la lesionaron a nuestra capitana, Angélica Cardozo. Entonces hago una jugada saliendo del fondo, eludo a un par y le doy el pase a Blanca Brúcoli que era una puntera muy veloz y le hacen penal. Lo patea Elba Selva y hace el cuarto. Hizo los 4 goles con asistencias mías. ¡Una fiesta! Fuimos el primer equipo femenino en la historia que le ganó un partido internacional a Inglaterra.
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Aquella selección quedó cuarta en México 71. Después del partido con Inglaterra sufrió varias bajas y las sintieron: "Nos comimos cuatro con Dinamarca y con Italia", cuentan. Pero el viaje fue toda una aventura. A la epopeya de haber llegado a un Mundial sin botines, DT ni cuerpo médico se le suman dos accidentes: "Viajamos a Guadalajara en un bimotor y nos agarró una tormenta. El avión empezó a moverse como una tapita en el océano. Pensamos que no la contábamos", recuerdan las mujeres que además tuvieron un choque: "Una mañana, íbamos a entrenar y el colectivo chocó en un cruce de cinco esquinas. Algunas chicas terminaron golpeadas, ¡nos pasaron todas!".
Pero también tuvieron algunos golpes de suerte: "Cuando volvíamos, hicimos escala en Panamá. Estuvimos varias horas y nos fuimos al casino: me gané doscientos dólares (unos U$S 1350, al día de hoy) y con eso empecé a pagarme la cuota de un auto", dice Betty que además se trajo unos pesos del premio del Mundial: "Nos ofrecieron una medalla y nos preguntaron si queríamos la presea o la plata. Y yo elegí la plata".
-Y cómo viven toda esta revolución femenina que llegó al fútbol, ¿sienten que hicieron su aporte?
Teresa: Si en los últimos años era difícil jugar al fútbol, imaginate en la década del 70. Creo que hicimos lo nuestro para llegar a este presente.
Betty: Antes de Maca Sánchez, Estefanía Banini y esta selección que fue a Francia, estuvimos nosotras. Nos sentimos parte de esta revolución y las chicas nos lo hacen sentir así.